miércoles, 15 de julio de 2015

amar...

un misterio cifrado bajo las coordenadas de múltiples modos de vida. La suma de valores que cobran sentido cuando dos rostros se descubren el uno al otro. La sorpresa del sentir y el encanto del enamoramiento. 

Amar... la posibilidad de ser uno siendo dos. El espacio que no admite engaños ni cobardías. La guarida de la verdad. La llave del entendimiento. El cerrojo del perdón. El aliento de la pasión. Es también el lugar en el que se cifran los errores de nuestra cultura.

Solo cuando logremos trazar la historia de nuestros amores en concordancia con las verdades que queremos construir, será posible conocer una nueva humanidad. Mientras tanto, el discurso es más bien un pretexto para someter la libertad. Subyugarnos a nosotros mismos, en aras de pretendidos ideales morales, sociales, políticos, ideológicos, económicos, epistémicos y religiosos, que se esconden bajo el ciego furor por los "movimientos". Y subyugar a los otros, con la anuencia que nos otorga el poder, tan superficialmente en boga, de la autoestima, la mente positiva, el culto al "empoderamiento" de la autodeterminación, el egoísmo de vanguardia, el yoga, el rezo, la energía universal, el éxito y la trivial autosatisfacción. Ambas renuncias enlazadas por la frenética adicción a todo aquello que logre evadirnos de la realidad, el goce inmediato de la automutilación, la falsa dicha de la alucinación, el adormecimiento de los sentidos, el letargo del pensar, la sobreestimulación de las emociones, el delirio del consumo y la edificación de la mentira.

La falta de respeto que aún prevalece entre dos personas que se aman y dicen vivir juntas es lo que nos impide desvincular nuestras prácticas de los imperios de toda forma de dominación. Y es a la base de esta falta de honestidad que nos permitimos recaer en todo tipo de abusos cuando establecemos relaciones humanas y nos adueñamos de la naturaleza.

Es ahí, en el fondo de nuestros corazones, en donde no nos atrevemos a mirar con el mismo escrutinio que recriminamos las injusticias del mundo y reprochamos la imperfección de nuestros afectos. Es de nuestras verdades de lo que más nos evadimos, las que miramos de lado para conformarnos con el chantaje, la arrogancia, la culpa y el castigo.

De todos modos, tal falta de respeto, de la cual no sabemos con conciencia y no nos han enseñado a desdeñar, no opaca el amor que alienta la valiente decisión de dos personas que se construyen bajo un mismo latido y comparten la dicha y la virtud de estar juntas. Por eso, no debería sernos lícito rehuir ir más allá de esta emoción y profundizar en el arte de descubrir un nuevo lenguaje para expresarnos nuestro respeto mutuo, sin escatimar en nuestra voluntad de transformar en nosotros mismos toda forma de injusticia que estemos acostumbrados a perpetuar en el seno de nuestros códigos morales y culturales. 


Y tú... ¿amas con respeto o dejas de lado las verdades de tu corazón?



Felices días de amor...
mágicas tortugas!!!



jueves, 9 de julio de 2015

interrogarnos...

es estar abiertos a la posibilidad de crecer...

Ante la diferencia o el desencuentro, antes de cualquier otro sentimiento, debe nacer en nosotros una interrogante. El intento de mirar a través de las cosas que nos parecen incompresibles, junto con una duda que nos interrogue a nosotros mismos. El no estar de acuerdo en todo y la falta de consenso o coincidencias son motivo de asombro. De sorpresa... sin enojo y libres de violencia. Incluso, deberíamos ser capaces de maravillarnos de las distintas formas en que cada ser humano categoriza sus prioridades y le da rumbo y sentido a su vida. Sin ver en el rostro ajeno alguna carencia. Dejarnos acrecentar bajo su mirada. Y descubrir  cuán extraordinario es que alguien valore lo que nosotros no apreciamos. Sin prejuicios. Debemos dejar que la presencia de otras personas nos cuestione, nos despierte hacia otras maneras de valorarnos a nosotros mismos. Comprender al otro en su contexto, en consonancia con su historia de vida. Reconocernos a nosotros mismos, en nuestra circunstancia y a la luz de nuestras vivencias. Y en nuestra curiosa singularidad, saber que ambos somos humanos.


Y tú... ¿arriesgas tus certezas ante la interrogante de la presencia del otro?



Buenas días
únicas y mágica
tortugas.

lunes, 6 de julio de 2015

volvieron las mariposas blancas...

quienes, como ángeles, anuncian buenos presagios y la llegada del encuentro de amor.


A diferencia de las mariposas negras, tan espeluznantes como las muertes que anuncian. A mayor tamaño, mayor y más cercana la pérdida. El lugar donde se nos dejan mirar, se relaciona con el lugar que ocupan en nuestro corazón o con el lugar al que nos convoca su presencia. La tesitura de su color nos muestra el alma de quien partirá. Y solo las vidas más viejas y más puras en su justa despedida anuncian su partida con mariposas miniatura casi transparentes. Eso nos da noticia de una muerte en paz. Las otras, en cambio, anuncian, casi siempre, trágicas e injustas muertes. Son el presagio de eventos devastadores que, solo a veces, ahuyentándolas y aplastándolas logramos revertir y reducir a un efecto menor. Presentir la muerte es un don poco deseable. Pues...se trata de circunstancias irreversibles. Mi cuerpo puede sentir acontecimientos de manera incomprensible, entre ellos, la antesala de la partida a través de un agotamiento físico y moral impronunciable. Del mismo modo, manifiesta las enfermedades que padecen otras personas; y acaricio la esperanza de que es una manera de colaborar con su cura. Por eso es tan importante el cúmulo de energías que albergamos a través de todas las personas con las que nos relacionamos, pues éstas nos involucran mucho más de lo que podemos explicar. Simplemente pasa. Nos une la sangre más allá de cualquier distancia. Y el cariño solidario es más profundo en las dimensiones espirituales. La marca de las vidas que amamos son una huella de identidad que trastoca las fronteras de la presencia y del presente. Así también, algunos nacimientos se me anuncian, insospechadamente. Quiénes y por qué, al igual que en el caso de las muertes, sigue siendo uno de los tantos misterios que me ofrecen mis dones. Todavía no descubro si sentir tanto tiene algún otro propósito que el de la empatía. O si implica algún tipo de dominio que aún desconozco. Sólo sé...que con anticipación o sin ella, la pérdida de un ser querido siempre es una gran conmoción. 

Hace poco perdí la presencia de un gran maestro, José Ignacio Palencia, un ejemplo de excepción por su dedicación y compromiso, su plena vocación tanto espiritual como libertaria encarnó en sus enseñanzas mentes más lúcidas, fue alguien que hizo la diferencia en mi formación filosófica y en mi vida. Un verdadero mentor. Sé que ahora está más cerca de mí y que habita un lugar en mi corazón, pero no por ello, experimento menos tristeza. Pues quienes se marchan se llevan consigo una parte nuestra, ese rostro que sólo ellos vieron y el correlato que sólo con ellos compartimos. Se llevan una parte de nuestra historia, tanto como un tramo de nuestro futuro, interrumpido ante su ausencia. Meses antes murió mi tío Otto, uno de los pocos testigos de mi infancia, más de una vez hizo las veces de padre y, aún cuando nuestros lazos eran adoptivos, su vida dejó en mí una herencia humana, presente cada día, que cosecha gran parte de la mujer en quien me convertí. Sé que cuando las almas que amamos continúan su viaje nos dejan regalos mágicos de despedida, así como, nos acompañan con un manto de protección lleno de luz. Nos acercan a lo que nos hace bien. Y me reconforta saber que ellos ahora pueden comprender cosas que antes no y ver más allá de lo que no conocían. Por eso... también hay una fortuna en el designio de la muerte. De ahí que decir adiós debe brindarnos motivos de alegría, gracias a la certeza de que el duelo merece festejar la vida de quienes mueren. Abrazarlos con gratitud y felicidad por todo lo que dieron de sí. Morir, cuando el tiempo es justo, es también una gran bendición. A quienes seguimos en este mundo, nos obsequian un pedacito de su trascendencia y nos imponen el compromiso de honrarlos con nuestra propia vida. 

Y esta mañana aparecieron ante mi ventana las mariposas blancas que, en cambio, nos regalan nacimientos y sueños cumplidos. Se desvelan ante nuestros ojos con la pureza de su cuerpo sutil y el tiritar de sus alas nos invita a emprender el vuelo con ellas. Nos brindan la esperanza de la transmutación. Al igual que los grillos verdes... que hacen tangible la presencia de las felices recompensas.

No sé cuándo descubriré el nuevo rostro que logre despertar mi corazón amoroso del sueño de las tinieblas...pero la empatía que me habita ya susurra en mi oído que su aliento se acerca. Oigo pasos firmes. Escucha generosa y comprensión. Profundo amor y la sorpresa del delicioso enamoramiento. Compromiso sin rodeos. Certezas compartidas. Siento la llegada del viaje más importante de mi vida. Mi tan acariciado sueño de amor... aún no cumplido. Y me entrego al goce de disfrutar a plenitud cada uno de los días que falten para conocer su caricia y descubrir el color de mi alma en el centellar de sus ojos, pues éstos serán días que no volverán...los días sólo míos empiezan su cuenta final.


Y tú... ¿escuchas el nacimiento de tu futuro? ¿te atreves a abrazar con alegría las muertes de tus vidas?



Semana de alegrías y sorpresas
para ustedes...
queridas tortugas.




domingo, 5 de julio de 2015

reconciliar el olvido...

y sentir el presente... anticipando el futuro: el bosquejo de la incertidumbre que se resiste al orden aleatorio de los acontecimientos. 

El ayer se desvanece al cerrarse los laberintos abiertos a través del curso de los caminos trazados. Cada vez que tomamos una dirección hacia una meta definida, paralelamente se abren, en nuestra memoria, trayectos ya recorridos. Estos laberintos pueden entorpecer el rumbo fijo que emprendimos, así como, son los mismos en los que encontramos muchas de las claves para descifrar los nuevos mapas con los que necesitamos navegar. No necesariamente somos conscientes de tales brújulas, mismas que conservamos en nuestro inconsciente. A mayor inmediatez en nuestros pasos, más corta es la distancia entre la ruta del laberinto y la ruta hacia el futuro. A mayores buenos recuerdos (y estables emociones en nuestro desarrollo de vida), más imperceptible es el lado negativo de nuestras nuevas experiencias. Esta es la razón por la cual, para algunas personas, lo más sencillo puede sernos lo más difícil, y para otras, lo más difícil sernos, de manera desconcertante, naturalmente sencillo. 

A veces, la velocidad acelerada de nuestra comprensión puede revertirse en un lento camino en la resolución. Y esto tiene una explicación física. Es como si en un abrir y cerrar de ojos llegáramos a la meta y luego tuviéramos que volver a recorrer el camino de regreso para iniciar de nuevo el movimiento resolutivo, resistiéndonos a su consecución, precisamente, porque es un momento ya experimentado. Y esta toma de conciencia llena de limitaciones el camino. En más de una circunstancia nos acompaña el absurdo de tal movimiento replicado. En cambio, a menor velocidad para comprender las conclusiones, tenemos más probabilidad de concatenar el camino de la resolución paso a paso, de acuerdo con un tiempo previsto. De ahí que, llegada cierta edad, seamos más capaces de ciertos propósitos, que antes parecían imposibles, en correspondencia con la imposibilidad que nos impone aquello que siendo más jóvenes nos era loable lograr. 

En el primer caso, se cumple el ideal de sintetizar la teoría y la praxis sin la mediación de la conciencia. En el segundo caso, la disociación entre la teoría y la praxis es lo que nos permite recorrer una sola vez el camino y siempre como si fuera la primera vez. Sin el agotamiento del movimiento replicado. Lo primero es un arte que se adquiere ante el dominio de lo segundo. En el primer caso, la libertad se ha logrado. En el segundo, nos aferramos a la edificación de las enajenaciones de la conciencia. Y es ante tal esclavitud que el alma libre reprocha ser sometida a la crueldad del absurdo. De tal frustración nace el carácter sublime del sentido del humor y lo ridículo, y con más ahínco, el deleite glorioso de las bellas artes. De otro modo, el hastío y la nausea colmarían nuestras vidas.

En nuestros tiempos, la contemplación se confunde con lo inútil, olvidando que en ella se encarna nuestro carácter divino. 


Y tú... ¿cuánto esfuerzo inviertes en desacelerar la velocidad de tu mente?




Mágicas y contemplativas
tortugas...
feliz domingo
de buena fortuna.



sábado, 4 de julio de 2015

nuevo aliento...

Hay momentos en los que parece imposible encontrar el aliento para avanzar... Descubrir la esperanza en medio del desaliento. Valorar nuestras trayectorias bajo el escrutinio del espejo y tomar el curso de los acontecimientos en nuestras manos. Tomar el timón. Colocarnos en el centro de nuestro actuar. Escuchar más allá de lo mundano. Hablar con voz propia. Enfrentar el desamor sin derrota. Encarar nuestras carencias sin lástima. Abrazar nuestras certezas sin miedo. Amar con determinación. Comprometerse con entusiasmo. Respirar con alegría.

En tales días de total desgano, solo una voz amiga nos hace recordar nuestra valía. Y esa, la voz de la amistad, es la luz de nuestra sanación. El punto ciego en el que nos hemos perdido a nosotros mismos ante los abismos de los velos que, con espejismos, confunden nuestra razón. Las fantasías que, con engaños, fracturan nuestro corazón. El nido oscuro de todas las injusticias. El instante en que solo la mirada fuera de nosotros puede regalarnos la objetividad que hemos perdido. Y restaurar el sentido de nuestras decisiones en concordancia con la consecución de nuestros actos.

Doy gracias por el aliento de amistad que hoy iluminó la belleza que hay en mi vida e impulsó en mí la fuerza para ir más allá del dolor que habita mi corazón.


Y tú... ¿logras verte a través de la luz de la amistad?



Felices sueños y dulces días...
queridas tortugas.

jueves, 2 de julio de 2015

los fracasos...

no existen. Si bien no siempre estamos igualmente felices con los resultados de nuestros propósitos.

Probablemente, valorar los frutos de nuestros errores es un ejercicio de perspectivas. Y si bien, llegar a un acuerdo objetivo de tales perspectivas es tarea ardua, para fines de nuestra composición psíquica y emocional lo más importante es lograr, en primer término, nuestra reconciliación existencial. 

La cúspide de tal desmoronamiento, aquél que nos aqueja ante la incomprensión de nosotros mismos y de quienes nos observan a la distancia, llega cuando enfrentamos la paradoja de aspectos irreconciliables. Más allá de la necedad, sostenernos en una perspectiva generosa acerca del juicio sobre uno mismo es, ante todo, un asunto de sobrevivencia. Pero sobrevivir implica una duplicidad de vida con otros seres humanos. Y es quizá la condición invaluable de tal diálogo lo que nos impone el aprender a comunicarnos.

Hay caminos de vida que llevan al límite la puesta en cuestión de nuestros comportamientos habituales. Hasta lograr un punto de no retorno. Un nuevo espacio en el tiempo que se nos ofrece como regalo que corona nuestro esfuerzo y valentía. Se anidan en nuestra alma inmensas satisfacciones junto con la certeza de una soledad infranqueable. Hay cierto aliento trágico en esta plenitud inconmensurable y por ello incomunicable. Una muerte lenta. Un silencio cruel. La palabra precisa no es siempre escuchada como soñamos. Pero una vez pronunciada nos es vetado renunciarla. La certeza ética de nuestras acciones no siempre se acompaña de la satisfacción moral del reconocimiento de los otros.

La mutua comprensión nos impone un ejercicio de generosidad sublime. Y aunque, a veces, todo parece redundar en un vano afán... las grandes obras son aquellas que solo pueden interpretarse bajo la mirada de lo sublime.


Y tú... ¿escuchas con generosidad?




FELIZ JULIO...
 MES DE METAS CUMPLIDAS 
Y DE VALIENTES TORTUGAS.