jueves, 27 de junio de 2013

anarquía

y enamoramiento filosófico...

Difícilmente encaja la anarquía cuando se trata de la disciplina del orden de la razón y de las ideas, sin rigor en el pensar y en la expresión no habría filosofía. Sin las prácticas y la disciplina que acompañan este anhelo vital, tampoco. Al mismo tiempo, imponer un orden al pensamiento, especular sobre la razón de las cosas y construir sistemas autocomprensivos para interpretar el mundo es un acto anárquico per se. Más en un mundo en el que se anula la diferencia ante los criterios del mercado y se mata la creatividad en nombre de la norma. Pero… filosofar es ante todo amar.

La disciplina filosófica es un canon en sí misma. Su orden y metodología rebasan el ámbito de la lectura y la escritura, imponen el hábito de organizar las horas del día con la esperanza de terminar de leer los libros tendidos sobre la mesa de trabajo, el escritorio o el colchón. Con la intención, casi siempre frustrada, de escribir más páginas de las que el reloj biológico permite en el corto lapso de una mañana, una tarde… o una madrugada. Cuando se quiere filosofar se vuelve imprescindible tomar distancia de la mayoría de los espacios comunes de convivencia, aún cuando los asuntos domésticos martillen en la cabeza con el recibo telefónico, los impuestos, la cocina, el banco y el mercado. Ninguna de estas exigencias llega a privar, en absoluto, al feliz filósofo de los deleites de la vida. Compartir un buen vino con los amigos, bailar hasta el amanecer y amar no sólo la sabiduría. Sin estas experiencias, poco sentido tiene reflexionar sobre lo que las cosas son. E incluso en sus espacios de placer, el filósofo cultiva el arte de combinar la contemplación, la reflexión y las maravillas del pensamiento abstracto con el festejo, la música y las risas, como una tarea. Los hábitos del cuerpo, el mantenerse en forma, el descanso y la alimentación, también interfieren en la rutina del filósofo; dependiendo de cada quien, se suman en este terreno más imponderables para la consolidación de una vida dedicada a la filosofía.

En cuanto al trabajo cotidiano del filósofo, éste consiste en leer metódicamente y releer textos cuyo orden interno marca la pauta de su comprensión. Leer a un filósofo es, en gran medida, interpretar su idioma personal. Descifrar la comprensión de un término en medio de un discurso filosófico involucra tiempos de reflexión, ejercicios de contrastación y mucha paciencia. Salirse del orden propio de comprensión y tratar de pensar como piensa el interlocutor, para después recuperar la sintonía con una nueva perspectiva ante aquello que apasiona al lector. La segunda ocupación del trabajo filosófico es plasmar en el papel el resultado de los ejercicios de lectura. Con coherencia y claridad, haciendo justicia a las palabras de los autores, dialogando con ellos desde el cuestionamiento y con apoyo en sus ideas construir las propias de manera honesta. Todo ello, siguiendo un orden lógico de argumentación y razonamiento.

Pero nada de esto es suficiente cuando se trata de hacer filosofía, de buscar espacios propios para expresarse y construir una voz nueva ante la interrogante del Ser. Hace falta ir más allá, encontrar las razones dentro de uno mismo, aquellas que motivan entregarse con amor a todas las demandas del saber, a la soledad del estudio, a la incertidumbre de la verdad, suspender el juicio ante todo aquello que se da por sentado, volverse incluso incomprensible y mantenerse con lealtad ante el compromiso de la búsqueda filosófica. Porque la rutina es sólo la herramienta, el conducto gracias al cual llega a tomar forma en la palabra la pasión reflexiva. La disciplina es una aliada para trascender la locura, ésa que embriaga el pensar ante las posibilidades de la comprensión, y para poder sentir la calma serena de construir la trama de una historia, el mínimo detalle de un argumento, el desarrollo de una hipótesis. Sólo el corazón tiene la fuerza para hacer de las prácticas y hábitos filosóficos una voz que clama por una mejor forma de entender el mundo.

El filósofo, en tanto autártico, es un anarquista, libremente se impone a sí un orden propio de vida para satisfacer sus propias metas y motivaciones, es su propia ley y su celador más exigente. Sin embargo, no siempre de manera anárquica escribe desde su propia voz… A veces, prefiere sólo esconderse o doblegarse en las referencias a la norma permitida. No siempre está dispuesto a seguir los latidos de su propio corazón.

Dejar que el corazón marque el ritmo del pensamiento vuelve indispensable darse a sí mismo su propia ley, ser irreverente y escéptico ante aquello que se da por sentado a la luz de una verdad paradigmática, cultivar autárquicamente el dominio de sí, jugarse su lugar por encontrar su propia verdad, sin miedo a sentir los latidos de su ser. De otro modo, su propia ley no es otra que el remedo y la complacencia, el ocultamiento de su deseo o el lugar seguro de su razón.

Esta dialéctica entre la autarquía de la disciplina y la autarquía del corazón es lo que realmente convierte al pensador en filósofo. Y el filósofo no tiene otro camino que la anarquía, rasgos autoritarios opacan su carácter por necesidad. Pues la disciplina de la norma está llena de arbitrariedades y el corazón dueño de sí lleno de caprichos. Encontrar la manera de hacerlos convivir con objetividad es la tarea primera del filósofo. Y si el resultado de este ejercicio objetivo pone en tela de juicio alguna idea bien aceptada, el filósofo anárquicamente debe combatirla, pues la verdad es su vocación. Para dar esta batalla de vida sus dos aliados son la disciplina y el corazón, ambos vividos autárquicamente.

El equilibrio entre la voz propia y una formación rigurosa, es la mayor osadía de un filósofo. Sólo quienes, con valentía, fueron más allá del dogma de la escuela, y de las restricciones formales del discurso de su época, son los que siguen significando de amor a la sabiduría y motivan los destellos de verdad que, tras horas y horas de lectura, a veces… brillan ante los ojos del anarquista y enamorado filósofo.


Y a ti... ¿te gusta filosofar?


Desde el baúl de los recuerdos...
[en total sintonía con la magia de los últimos días]

¡Feliz jueves mágicas tortugas!       





miércoles, 26 de junio de 2013

intuición es...

oír la voz de nuestro caparazón.


Debo decir que la mayor virtud del pensamiento es la reflexión. El pensar sobre lo que estamos pensando, sobre lo que sentimos, sobre lo que hacemos, sobre lo que vivimos, sobre lo que nos gusta, sobre lo que no nos gusta. Sobre lo que vamos a hacer, sobre cómo vamos a hacerlo. Pensar el porqué de las cosas. Pensar quiénes somos y quiénes queremos ser. 

El darnos cuenta de nuestras reflexiones es lo que nos constituye en la persona que somos.

Este ejercicio es un reto, ya que al pensar debemos aprender a discernir el verdadero significado de nuestro deseo, de nuestro ser. Y en realidad descubrir que de lo que se trata es de reconocer nuestras intuiciones, distinguirlas, escucharnos y dejar que nuestro pensamiento sea un buen aliado de nuestra imaginación, de nuestra creatividad, de nuestro corazón.

Pensar nos da la posibilidad de darle luz a nuestro espíritu. Cuando nuestro pensamiento se contraviene con nuestra intuición... perdemos el sendero y la iluminación. Por eso... el interrogarnos nos abre las puertas de la verdad tanto como los prejuicios nos llenan de oscuridad.


Y tú ... ¿dialogas con tu luz interior?



Lindo miércoles de lluvia y tímido sol... 
Fuerte abrazo con magia de tortuga!





lunes, 24 de junio de 2013

las buenas razones

... son los mayores impedimentos.


Aprendemos a tomar decisiones con base en una buena razón para actuar de un modo o de otro, pero cómo saber que esta razón que articulamos para "justificar" nuestros actos no se reduce a una simple excusa.

Si bien, nuestra racionalidad ocupa gran parte de nuestros ámbitos de decisión, pues qué otro propósito podría tener el poder pensar antes de actuar, lo cierto es que cuando nos forzamos a nosotros mismos a actuar de un modo o de otro, con base en una buena razón que quizá no es lo que nos dicta nuestra intuición o nuestra buena conciencia, la mayoría de las veces tomamos una mala decisión.

Nos enseñamos poco a escuchar nuestra voz interior para comprender el curso de acción que nos corresponde, muchas veces porque parece no tener sentido o porque no podemos tener buenas razones que, a la vista de otras personas, validen nuestro actuar y nos validen a nosotros mismos.

Las personas juegan un rol fundamental en nuestras vidas, cualquiera que sea la relación que cultivamos. Algunas nos son más cercanas y más afines. Otras se cruzan en nuestro camino casi por equivocación, por el azar de las buenas razones. Y solo quienes nos conforman como un accidente de nuestra intuición... logran perseverar en nosotros. En tanto son quienes elegimos por el solo hecho de saber que nos son afines o que comparten aquello que nos es incomprensible de nuestra propia existencia. Aquello que nos llama a ser quienes somos, desde nuestra voz interior... y no desde el llamado de ninguna buena razón, ni de ninguna otra voluntad que no sea la nuestra.

Esto no quiere decir que no podamos dar un sin fin de argumentos para tener buenas razones de seguir nuestras intuiciones pero, en definitiva, cuando actuamos de acuerdo con nuestro modo de ser, en honestidad con nuestra buena conciencia, ya no importa cuál sea la buena razón que podamos dar al respecto. Por lo que la única buena razón es hacer aquello que sabemos debemos y, más importante aún, queremos hacer.

Reconocer el dictamen y el llamado de nuestra voz interior, aprender a guiarnos a través de nuestra intuición, reconocer nuestra buena conciencia, no son cuestiones ligeras o sencillas. De ahí que merece ser dicha la distinción entre el capricho, el temor, la terquedad, la inseguridad, la ignorancia y todo aquello que nubla nuestra intuición. Lo cual se reduce a un exceso de racionalidad, o a una racionalidad mal comprendida. 

El esfuerzo de reconocer esa vida que somos es el aliento indispensable para llenar nuestros días de felices amaneceres.


Y tú... ¿escuchas a tu tortuga mágica?


Dichoso inicio de semana 
felices tortugas...



domingo, 23 de junio de 2013

la música

... ese latir que nos permite viajar en el tiempo.

¿Qué misterio esconde el sonido que se logra preservar y reproducir... y nos permite detener, por un instante, el infinito transcurrir del tiempo?

Podemos trasladarnos a lo largo de toda nuestra vida siguiendo la música que nos ha acompañado. Visitar tiempos remotos solo con concentrar nuestro oído en una melodía de antaño. Enamorarnos y desenamorarnos. Perdonar y recordar antiguos dolores. Revivir nuestras alegrías y recrear nuestra felicidad entera. Acompañar nuestra soledad o sentirnos más solos. Bailar... cantar... y meditar.

Lo más importante: podemos dejar de ser uno en un solo compás y sentir nuestra humanidad al unísono.

Y ésta es quizá la magia más grande de la música... cuyo territorio nos hace iguales.


Y tú... ¿qué música amas?



...domingo de música y sol 
feliz luna de verano
queridas tortugas...




sábado, 22 de junio de 2013

verano feliz...

El sol y la luna entre sollozos de tormenta se abrazan... para nacer a un nuevo verano de vida.


En el bosque el verano es gris... la neblina amanece entrelazada con las ramas de los árboles. Desde mi ventana, tres rosas hermosas prometen dos capullos más.

... el calor de este otro paisaje... también es bello. Esta época del año se habita de melancolía mas no de tristezas. Es un estado de ánimo contemplativo que obliga serenidad. El antojo de reunirse torno a la chimenea. El sentimiento reconciliado de todo lo que no puede ser dicho. La soledad alimentada de luz. Mientras la tierra recibe con vehemencia todo el alimento que brota de las nubes.

Y es en medio de este verde de lluvia... que la vida renace.

Quizá el cielo hoy nublado... me regale un poco de luna para mañana: pues todo promete la más bella noche... una vez que las estrellas logran verse traslúcidas tras la claridad que los truenos dejan tras de sí.






Esta es la historia de un escarabajo brillante color esperanza que anuncia los buenos tiempos por venir. Nadie conoce cuál es la magia que esconde. Solo se dice que una vez que se asoma ante tu puerta, te regala sueños cumplidos. Pero "a mí me ha mentido!" -exclamó la tortuga mágica. 

"Me ha contado infinitos sueños, y no me ha cumplido uno solo" -suspiró.

Al escuchar esto, la paloma de oro susurró en su oído "escucha el trueno".

"¿El trueno? pero si es un ruido mortal... te estremece, te quiebra, asusta!" y con cierta indignación exclamó "yo me alejo de los truenos".

"Y es por eso que nunca descubres la luz de los rayos... aquélla que te enseña el camino de los sueños como quien anuncia la llegada del cielo claro, en donde todas las estrellas brillan: cual deseos cumplidos ellas son. Una vez que el sol y la luna logran encontrarse." -cantó la paloma, lista para emprender nuevos vuelos de rayos y luz.


Y tú ... ¿descubres el tesoro que esconde cada tormenta?


Bonito fin de semana 
...tortugas de verano y caparazones de solsticio
porque no hacen falta alas...
FELIZ VERANO




martes, 18 de junio de 2013

reconciliaciones...

salvar lo insalvable

perdonar lo imperdonable

olvidar los hechos tal cual fueron

dejar de ver nuestros defectos

sobre estimar las virtudes en otros

subestimar nuestros errores

exagerar nuestras emociones

mirar solo a nuestras necesidades

tener buenas razones para conservar algún rencor

justificar el resentimiento que otros sienten

recurrir a la culpa (propia o ajena)

idealizar las bondades

imponer castigos, revanchas o advertencias


...

nada de esto sirve cuando se trata de sentir reconciliación.



La intimidad del perdón es un regalo que nos damos a nosotros mismos en soledad. Y solo es posible cuando podemos ver a través de nuestra vida pasada... con sana justicia y valiente verdad.


La reconciliación es una manera de conciliar nuestro deseo de que las cosas hayan sido de un modo diferente con la evidencia real de lo que las cosas son. Sea la circunstancia de la que se trate. Y mientras nos rehusamos a ver los hechos... nos negamos a superar la frustración de nuestros deseos.


Y tú ... ¿cómo idealizas tus frustraciones?



sólo hace falta
un fuerte abrazo de tortuga  
para que brille la magia del sol
...

lindo día!






domingo, 16 de junio de 2013

Padre Nuestro

La semilla del origen... la que vive impedida de cosechar pero que posee el don de la especificidad.

El juicio analítico... aquel que puede ser ciego a todo contexto y solo mirar el punto fijo que sostiene el significado del mundo.

La observación indiferente... aquella que se desapega de la emoción para enjuiciar solo aquello que se manifiesta como evidente.

El corazón llano... en donde cada sentimiento trasgrede la serena simplicidad de la existencia.

La emotividad silente... para la que el amor no está en la expresión sino en la certeza de su decisión.

El latido constante... al que ningún ciclo de luna trastoca.

La mente unívoca... que no da lugar a los pensamientos contradictorios y se narra en un continuo unidireccional.

El hacer acertivo... el que lleva a cabo sin distracción.

La palabra entusiasta... la que es capaz de sorprenderse una y otra vez, incluso ante los mismos hechos.

El pensamiento práctico... el que resuelve sin conmoción.



Y tú ... ¿junto a quién brindas por las virtudes de nuestra paternidad?



Feliz domingo... tortugas de vino y de sal.








domingo, 9 de junio de 2013

de amores

y besos...

Dos hermosas mariposas blancas (del tamaño de una mano humana, con un tono sepia verde traslúcido en el borde de sus alas de seda) revolotean bajo el sol. Al mirarlas, un hada vierte polvos mágicos color oro y les regala un sueño de amor.  


Este sueño se cumple en 40 escalones. Contando a partir de esta madrugada. Cada uno de estos peldaños tiene escondida una rosa que hay que descifrar.

Al nacer... la primera rosa recibió la bendición de la conciencia del tiempo. Justo cuando estaba lista para ver la luz, Cronos le pidió que esperara unos minutos más para mostrarle su poder, el cual se esconde en tres dimensiones para todos aquellos dotados de razón. Impacientes las mariposas, contuvieron su aliento un momento más y en ese instante pudieron ver todo desde lejos, desde un tiempo fuera del tiempo, desde una cuarta dimensión que es capaz de observar inmóvil el movimiento de las tres dimensiones al unísono. Y así... empezaron su historia: logrando verse a través de todos los tiempos.

La segunda rosa les enseñó el primer tropiezo, sus alas entrelazadas de forma peculiar les impedían volar, como si al permanecer dormidas sus rodillas se hubieran pegado una con la otra. Entonces descubrieron la pausa para caminar. 

La tercera rosa era el rostro de la mitad del origen de su vida. Un ser indescifrable y desconocido. Del cual recibieron los dones de su sangre pero con quien nunca lograron encontrarse. Pertenecían a naturalezas diferentes. Fue como supieron que era más valioso el amor que las unía que cualquier otro lazo de vida.

La cuarta rosa les regaló su primer noviazgo. Inocencia compartida. Un simple aroma de lo que sería descubrir una verdadera tortuga compañera y la simple intuición de que ningún amor nos logra separar de nosotros mismos ni de las premuras personales que nos corresponde atender.

La quinta rosa trajo consigo la primera letra al ritmo del abecedario. Fue cuando aprendieron a bailar con los libros, entonar las sílabas al tiempo que sabían leer las manecillas del reloj y contar del uno al diez.

La sexta, en cambio, robó su inocencia y les enseñó los caminos del abuso. Abriendo sus ojos a un horizonte que las llevaría hacia cielos inimaginados, tanto por la comprensión de su ingenua vulnerabilidad, como ante la certeza de todos los abandonos.

La séptima rosa fue el arte del teatro, la danza, el canto, la imagen de la representación, el trabajo en equipo, descubrir una nueva audiencia, poner en práctica la memoria, jugar entre bambalinas y disfrazarse según el vestuario.

La octava rosa les regaló la primera enseñanza ética: no mentir. Una vez que las obligó a vivir las injusticias de una mentira y despertó en sus corazones la luz de la verdad.

La novena rosa fue el duelo. La pérdida y la muerte se desvelaron ante sus ojos con la certeza de que toda vida ocupa vacíos que permanecen intactos con la esperanza de preservar en el tiempo: el espíritu que los habitó. Y esta nostalgia de un presente no cumplido se convierte en un viento que acompañará todos sus vuelos.

La décima rosa trajo el nacimiento entre sus pétalos. La ternura de un recién nacido las estremeció como si se hicieran una otra vez. Y al oído les llegó el primer sueño de la sirena.

La rosa número 11 las llevó hasta el mar.

La número 12 les enseñó los caminos de la incomprensión, la metamorfosis, las inercias virtuosas de las dinámicas de grupo y las crueldades del mundo social. Como misiva de todo aquello que tendrán que combatir dentro y fuera de sí, como anticipación del conocimiento de ellas mismas para lograr con éxito esta batalla.

La rosa 13 fue el anuncio de una nueva era. Un estadío que implica no sólo crecer en número sino mutar en cualidad. Con el aprendizaje de tomar todo lo aún por llegar a ser como una oportunidad de reinventarse y recomenzar conforme a los motivos más nobles de su propia naturaleza. Ambas nacieron a su segunda naturaleza: la que se elije con el alma sin importar la herencia familiar.

La rosa 14 fue un nuevo hábito de estudio y largas horas de quehaceres educativos que fincarían las bases para las metas y esfuerzos futuros.

La rosa 15, en cambio, inauguró la seda de sus alas. Decepción y desamparo fue el aprendizaje de saberse ignorantes en su florecimiento.

La rosa 16 fue un canto de celebración. Libres y enteras conocieron por primera vez el alcance de su infinita resurrección. Y conocieron el primer amor.

La rosa 17 fueron los regalos de la amistad profunda.

La rosa 18 fue la vivencia del amor compañero.

La rosa 19 abrió a las puertas de nuevos mundos y las inspiró a cruzar los océanos por primera vez.

La rosa 20 fueron las tristezas de las despedidas.

La rosa 21 nació con vocación filosófica.

La rosa 22 naufragó en las paradojas del amor.

La rosa 23 conoció la libertad de las letras y la plenitud de la independencia.

La rosa 24 fue abatida por los límites de lo inesperado, los imponderables de la salud, los vacíos de las infancias, el anhelo regresivo, el miedo a la asfixia ante su propio oxígeno. Como un momento de doble espectro en donde en paralelo se trazan dos historias a la vez y sus alas solo ocasionalmente logran coincidir, como si los caminos las separaran en direcciones opuestas: la que ve hacia adelante y la que se adula del ayer.

La rosa 25 fue la exploración de los amores erráticos y las pasiones maniáticas.

La rosa 26 fue la muerte que se dio a conocer en toda su radicalidad existencial. El golpe de la tragedia y la obligada repetición de sus destinos. La renuncia al alma de sus vidas: el más profundo desamparo de amor.

La rosa 27 fue un regalo del espíritu llamado Hegel.

La rosa 28 fue el viaje más bello a lo desconocido. La exploración de lo lejano para descubrir la cercana empatía y los más suaves hallazgos en esbozos espontáneos de las respuestas que apenas empezaban a esclarecerse.

La rosa 29 fue el sacrificio de la enajenación, el extravío del corazón, el extravío de un alma que se dejó en suspenso, la abstinencia, la necia impaciencia, el falso amor.

La rosa 30 fue una lucha entre eros y tanatos por descubrir la verdadera salud. Una mente disociada, la experiencia consciente del estrés postraumático, el sentimiento de una soledad nutrida de profundas incomprensiones, la extrañeza ante los otros, el enojo irreflexivo, la violencia de la voz, el agotamiento de la sangre y la incertidumbre de todos los diagnósticos.

La rosa 31 fue el camino de la sanación. La celebración de la vida. Las felices despedidas. La fortaleza del espíritu. La vitalidad. Los nuevos caminos y el nacer de los sueños cumplidos.

La rosa 32 se ilumina con la luz de la conciencia.

La rosa 33 brinda una invitación al exilio creativo.

La rosa 34 se entrega a sí misma.

La rosa 35 nace en el bosque.

La rosa 36 vuelve al mundo.

La rosa 37 encuentra el verdadero amor.

La rosa 38 se posterga a sí misma.

La rosa 39 desvela secretos impronunciables.

La rosa 40 es el horror. El abismo en donde pasado y futuro se funden. Les son entregadas nuevas alas que las llevan a un tiempo sin coordenadas precisas (inexplorado) en donde se cumple el designio de reinventar la existencia de sus vidas, una vez que logran la valentía de sobrevivir a sus propios delirios.

La última rosa… renace desde la conciencia del tiempo, hecha de letras, de la mano del amor verdadero que se cumple a través de la eternidad, y en paz con todos los secretos que la conforman. Entonces, la magia de sus caparazones de tortuga se vuelve uno, se saben compañeras inseparables, brillan a través de las cenizas doradas y dibujan una sonrisa en el cielo que hace realidad sus sueños. Se inaugura, así, su último vuelo: el que no tiene retorno y en el cual no se vuelve la vista atrás.


Y tú… ¿cómo narras tus vidas a través de 40 rosas?



40 abrazos con magia de tortuga
40 estrellas
40 rosas
40 libros


40 sueños cumplidos…



Feliz cumpleaños tortuga mágica!!!
Gracias.


el silencio: aliado inseparable y valiente voz... el pasado: suave dormir que nutre nuestros sueños futuros... el futuro: diálogo y disertación entre la realidad de lo posible y de lo imposible... el presente: vida que se construye a sí misma. Que descanse el pasado para que se vuelva real el futuro, mientras la vida crece (dentro de sí) Y el amor??? esa íntima voz que habla desde el corazón con la certeza de la verdad: mapa, brújula y guía para navegar a través de todas las incertidumbres de la existencia. De la mano de una sonrisa feliz.