sábado, 27 de febrero de 2021

simplicidad...

 ... y tranquilidad.



Bastan pequeñas caricias de alegría para que el alma despierte. Un simple gesto. Una sencilla palabra. Alguna noticia. Decir ¿cómo estás? Mandar un saludo. Sólo hace falta una sonrisa para mirar con claridad el amanecer. Y descansar en reposo. 

Es curioso cómo nos alentamos cada día con sólo mirar el cielo y alzar la vista al sol. Porque son las pequeñas cosas las que construyen el conjunto total de nuestra existencia. Lo que nos da un sentido para alimentar nuestras ilusiones. 

Y hablando de ilusiones... ese lugar en el cual la realidad y la imaginación se entrelazan construyendo sueños. Siempre viene a mi mente esa facultad maravillosa que es el pensar. El espacio íntimo en el cual estamos seguros y en contacto con nosotros mismos. Es una cualidad mágica de la cual emana todas nuestras grandes obras, nuestras palabras certeras. El pensamiento es el latir de nuestro sentir que puede comprenderse a sí mismo y expresarse. Todo aquello que brilla en nuestro pensamiento nace de nuestro corazón. Y es así como somos capaces de vernos a nosotros mismos y ser libres de imaginar quiénes queremos ser y elegir cómo comportarnos en cada momento de nuestra vida.

Somos afortunados de contar con un ámbito de libertades en constante expansión. En el cual todo es posible. Así nos abrazamos a nosotros mismos. Abrazamos a otros. Desarrollamos empatía y comprensión con y para el otro. A medida que nos reconocemos a nosotros mismos, reconocemos con más plenitud a quienes nos acompañan. Amamos.

Es así como construimos el camino de nuestra vida. Alimentamos nuestros afectos. Crecemos en alma y espíritu. Encontramos la paz. Brindamos certezas. Y logramos comunicarnos con cariño y con respeto. Con admiración mutua entre iguales. Sin temor. Sin resentimiento ni culpa. Con reconciliación y entrega. Al ritmo de nuestra melodía favorita. 

Soñar nos hace humanos. El sueño es el lugar en el cual el dolor transmuta en esperanza. El entusiasmo que despierta en cada pequeño detalle de nuestra existencia. Con fe. Encontrar con quien compartir sueños parece la forma más sublime de amar. Compartir un horizonte de significado y transmutar el tiempo en realidades mutuas. Sin opresión. Respetar a quien amamos es respetar, ante todo, sus sueños.


Y tú... ¿abrazas tus sueños?



Feliz sábado...
mis soñadoras
tortugas.



domingo, 14 de febrero de 2021

Amor...

 ...amistad, solidaridad y luna nueva...



Con el brillo del sol naciente: despierta la primera luna. Llena de la fuerza del búfalo de metal y de la mano... la promesa de un año con menos cargas. En el cual veremos el cielo brillar desde el fondo de cada uno de nuestros corazones.  Empieza el tiempo en que todo regresa. La abundancia. La cosecha. Los frutos de la calma y de la espera. Poco a poco se abrirán las puertas y sin darnos cuenta llegaremos a tierra firme. Llenos de enseñanzas. Colmados de paz.

Festejar el amor, la amistad, el cariño, la empatía, la solidaridad... es decir, festejar todo aquello común en nuestras almas: es una de las más felices celebraciones. Sin importar la situación en que cada quien se encuentre, todos compartimos nuestro corazón con quienes forman parte de nuestra vida. Y eso siempre es un gran motivo para brindar. El amor mismo es la mejor razón para amar.

Vivir es amar por sobre todas las cosas. Quererse a uno mismo. Entregarnos en pareja. Cultivar amistades profundas. Compartir cariño. Estar ahí cuando más nos necesitan. El abrazo íntegro. La sonrisa entera. El entusiasmo de saber que no estamos solos. La dicha de sumar recuerdos. La posibilidad de coincidir con otro ser humano y sentirnos comprendidos. El reconocernos unos a otros. Construir lazos.

Cada una de nuestras historias de vida se traza de la mano de la historia de vida de otras personas. El correlato que nace de tales encuentros y desencuentros es la narrativa de nuestra memoria durante cada una de nuestras etapas de crecimiento. Cada cariño, cada amistad y cada amor constituyen un referente único para conocernos mejor a nosotros mismos y para aventurarnos a ir más allá de nosotros mismos. 

Cada vez que somos capaces de traspasar nuestros propios límites para acercarnos a otro ser humano se expande nuestra capacidad de sentir la vida y de amar. El fluir de esta gran fuerza de la naturaleza es de fuente inagotable. Asusta como el mar. Y nos reta a colocarnos fuera de todo lo común para descubrir un completamente distinto modo de ser. Nos arrebata y nos arriesga de maneras que a veces no comprendemos. Lo único que nos impide amar, en cualquiera de sus manifestaciones, es el miedo. El miedo a ser uno mismo. El miedo a convertirnos en alguien más. El miedo a crecer. El amor sólo nace ahí en donde decidimos ser valientes.

Los poderes del amor tienen el don de la canalización. Una vez que cupido nos despierta nacen dentro de nosotros motivaciones, vocaciones, ideas, arte, ciencia, nuevos paisajes del mundo. No sólo amamos personas. Somos capaces de apasionarnos por todo lo que nos rodea. Y brindar calor en nuestro entorno también de formas casi imperceptibles. El amor también es presente vivo. Es inmune al paso del tiempo. 

Y el más misterioso de todos los amores es el que funde dos almas que, tal vez, algún día fueron una misma. El más lleno de magia y sorpresa. Esa mirada que no se repite. Ese latido que te pertenece sólo de la mano de quien lo completa. El brillo de dos sonrisas que se saben cómplices desde tiempos ancestrales. Ese aliento que nos despierta del sueño más profundo. La epifanía sublime. El impulso mismo de la creación. El milagro de volar y las estrellas poder acariciar. El que nos consume como el fuego y renace una y otra vez desde las cenizas. El que nos devuelve las alas. Nos convierte en viento y nos libera hechos gotas de lluvia transparente. El que nos conecta con las raíces de la tierra y nos vuelve árboles milenarios. El que brilla en cada hoja a contraluz. El que se esconde en el canto de los pájaros y nos regala flores cada amanecer. El amor que se vuelve travesía. El amor de la inspiración. Que se renueva como las olas incesantes a la orilla del mar. Que nos abraza como se abrazan el sol y la luna. El amor que nos entrega nuestro destino y nos hace libres. 


Y tú... ¿sabes volar?


¡Feliz año lunar!
Abrazos y bendiciones
de amor colmado de...
magia de tortuga.




jueves, 4 de febrero de 2021

entusiasmo...

... de vida.



La luna llenó de belleza nuestras noches. Junto a días de sol y viento. Y ya febrero toma su curso. La luz abraza de calor el curso del tiempo. El ritmo de las horas abre espacio a una nueva sintonía.

Por dónde empezar a repensar la realidad que afrontamos. Para revalorar nuestras propias vidas. Ahora que todo cambió. Es difícil volver a poner todo en su lugar. Estando en el mismo lugar. Como piezas que se limpian y purifican a la vez que encuentran una forma de redefinirse y reacomodarse. Sin moverse.

Y en eso consiste la magia del tiempo hecho espacio, el tiempo como única materia real, de la cual todo se compone. En el persistir de los objetos, los pensamientos, los sentimientos... en su composición y existencia. De tal modo que incluso en la más infinita quietud podemos estar moviéndonos a grandes velocidades. Recorriendo largas distancias. Ocurriendo simultáneamente. En cuestión de segundos o a través de las horas. Nuestro cuerpo se acostumbra a concebirse a sí mismo de un modo pasivo, a la vez que no cesa en estar colmado de actividad.

Pocas veces la humanidad ha estado más sincronizada en el tiempo. ¿Seremos capaces de unirnos también para comprender que no hay motivo de rivalidad ni violencia alguna?


Y tú... ¿comprendes la realidad del tiempo?


Feliz noche
queridas y mágicas tortugas.
Fuerte abrazo lleno...
de magia de tortuga.
Cuídense mucho.