miércoles, 16 de mayo de 2012

la primera lluvia

El bosque recibió un regalo del cielo, tras días de viento y bello sol, esta noche rompieron los truenos y una agradecida lluvia llegó.

La sensación de descanso que acompaña la caída de un fuerte aguacero se compara con la paz tras la espera que se cumple, la calma del éxtasis, la certeza de la sorpresa, el milagro del encuentro, la complicidad de una mirada que logra prescindir de las palabras. El sueño que te libra de toda preocupación. El descanso de la contemplación. La tarea concluida. El festejo postergado...

...Érase una vez una orquídea que aguardaba en el silencio de un recinto sagrado: era una hermosa catedral gótica, solemne, sobria, de exquisitos vitrales. Esta afortunada criatura vivía bajo el resguardo de los guardianes de la espiritualidad. Su delicadeza la hacía mudar al mínimo cambio, cualquier presencia la tocaba, una sola mirada la transformaba. La música mantenía sus colores intactos...

¿Y qué esperaba ella? ... nadie lo descubría: Un enorme secreto la escondía. 

Se cumplieron tres ciclos de oro y una fuerte lluvia llegó. El sol amaneció a través de los enormes ventanales. Mágicamente el destino la tomó en sus manos y en el oído de sus designios susurró su verdad.



Y tú ... ¿recibes la lluvia?




 ...mis queridas y espirituales tortugas: hasta la próxima lluvia.





martes, 15 de mayo de 2012

disyuntivas

Algunas veces el camino abre ante nuestros ojos... verdades. Una vez que esto ocurre, estamos obligados a tomar decisiones. 

Cuenta la historia de la momia encantada que ésta sólo se aparecía cuando quería causar daño a alguien. La momia encantada era una princesa que renunció a su bondad para robar el corazón de un buen guerrero. Con engaños y hechizos lo condenó a vivir atado a su vida. Todo lo que él tocaba, ella se lo arrebataba, para poder controlar su voluntad. Le ocultaba el mundo para que él no aprendiera a vivir sin ella. Lo enfermaba con brujería para que él dependiera de sus cuidados. Y mandaba matar a toda aquella mujer que pudiera despertar el verdadero amor en él. 

Esta princesa, solitaria y calculadora, se extravío de su destino por temor a interrogarse a sí misma. Sintió pereza de trazar su propio camino, de tomar sus propias decisiones, se dejó llevar por otro destino y después robó lo que nunca le perteneció. Gracias a la bondad del guerrero, hubo una vez que el hechizo se quebró. El guerrero vio la luz y supo apartarse de la asfixiante sombra de la princesa. Desde entonces, ella es una momia. Dura por dentro, tiesa por fuera. Rígida en su corazón. Y con el rostro estirado, sin un sólo gesto de emotividad. Sin un sólo rasgo de generosidad. Llena de pretensiones y falsos estatus. Depredadora hasta de sus propias entrañas. Quizá por ser esclava de sus propias dudas e inseguridades.

Pasó un ciclo de luna entero y, un día de melancolía sin sol, el guerrero sucumbió nuevamente, al descubrir que había albergado una falsa ilusión. Que aquella luz fue apenas un reflejo de lo que se le anticipaba y que, al dejarse deslumbrar por la verdad, no reparó en que no había llegado su luz verdadera... aún cuando dichoso y afortunado: sí abrazó con verdad la luz. 

Confundido, extraviado por una soledad que le era desconocida. Perdió su calma, se impacientó y corrió a rogarle a la hechicera de su vida que lo tomara de vuelta en su regazo, a sabiendas de que vivirían por siempre en las tinieblas. Quizá su dolor fue tan profundo que no se percató de que la princesa se había convertido en momia. Trató de resarcir los dolores que le ocasionó, de todas las formas posibles. Trató de renunciar a los designios de su corazón. Y trató de enmendar su alma por haberse atrevido a caminar hacia su verdad. Sin saber que ella, su momia encantada, que se arropa de la sombra de la culpa, sólo buscaba venganza.

Una vez que hemos arriesgado la vida por una verdad... si perdemos... nos es difícil recuperar la certeza de nuestras propias verdades. A veces, preferimos sólo arrepentirnos de nuestras valentías y renegar de nosotros mismos, por la herida en nuestro orgullo de haber perdido en la batalla del amor. Pero esto es imposible, el sino de la auténtica audacia es que, una vez que supiste entregarte a la verdad y venciste el temor de perderte en el abismo del amor, quedas obligado a recuperar el valor para volverte arriesgar por lo que sabes que es correcto. No por lo que el arrepentimiento te dice que es mejor. 

Y ésta... mis queridas tortugas... es la más grande disyuntiva que un ser humano puede tener. Reconocer que, aunque perdió la primera vez, no estaba equivocado. Y como prueba de vida, el destino te regala nuevamente para ganar todo lo que una vez sentiste perdido, gracias a la certeza de que tus actos fueron correctos.



Y tú ... ¿qué ganas cuando pierdes?


Linda tarde... felices tortugas.


lunes, 14 de mayo de 2012

perder el tiempo

Al acercarse mis 39 años... siento una fuerte resonancia de los entrados 40. Curiosamente, es la primera vez que, confieso, vivo lo que supongo llaman una crisis de edad. Largamente cosechada en el último año... y difícil de explicar o expresar.

Creo que ya había hablado de esto antes. Ya que uno de los más grandes aprendizajes de tortuga de este ciclo de mi vida ha sido la sensación de fracaso, la frustración, el mirar atrás y sentir que no he llegado a ninguna parte. Es como si mi percepción cerebral estuviera cambiando... necesito muchas horas de sueño. Algo me detiene y no logro comprender qué es. Sí puedo asociar mis emociones y nuevas experiencias a datos concretos de la realidad, sin embargo, lo que me intriga es porqué estas vivencias son tan devastadoras. Ha habido momentos más difíciles e impedimentos mayores, sin embargo, siempre conservé la certeza en mí. Ahora es esta certeza la que cambia, mi cuerpo se transforma aceleradamente, es como si tuviera que volver a reconocer el alma que me habita, como si la genética cifrara códigos de los que no me puedo apropiar. Algo en mí se resiste a verse en el espejo y descubrir una nueva persona. Poco a poco comprendo que es normal. Que esto es también crecer. Que es tiempo de observarme con más detenimiento y enamorarme nuevamente de mí misma, de esta nueva yo que apenas empiezo a descifrar, y dejar de añorar a quien estaba acostumbrada a ser. No quiero vivir quejándome del paso del tiempo. Es una buena oportunidad para ajustar expectativas sobre uno mismo y darte un fuerte abrazo de gratitud por el camino recorrido, darte luz sobre tus propios senderos y disfrutar la ruta que ahora se abre ilimitada a partir del camino que tú elegiste. 

No es tan fácil. Como todo lo nuevo, nos toma por sorpresa el no ser dueños de todo lo que compone esta nueva etapa. Aparentemente todo sigue igual, todo está bien. Pero dentro tuyo sabes que todo está cambiando, tratas de aferrarte a la persona que fuiste o creíste ser, tratas de aferrarte al futuro como un salto al abismo sin tener que hacer parada en cada uno de sus nuevos retos. Descubres un nuevo cansancio. Recuerdas cómo veías a tus padres cuando ellos tenían esta edad y te sorprende que ahora se trate de ti. Parecen tan ajenos y en ti se revive todo lo que ellos fueron, casi sin que lo puedas evitar.

Cuál es el reto de esta nueva etapa... ya creciste (en muchos sentidos) ya elegiste quién quieres ser, ya sabes quién eres, ya descubriste qué quieres, ya conoces qué no quieres, ya sabes qué estás dispuesto a dar para lograr tus metas, ya has descubierto nuevas metas aparejadas a las que elegiste, así como nuevas interrogantes sobre quién eres al abrir inusitadas oportunidades. Ya no se trata de dialogar sobre lo que será tu vida, ya tienes una vida. Ya no se trata de sueños y fantasías, es el tiempo de los propósitos que se concretan. El abanico de posibilidades abierto, y en expansión, empieza a girar en un sentido contrario. Lo posible es cada vez más asequible y por ello, más limitado. Una parte de ti siente que renuncia a todo lo que le dio sentido a tu vida hasta ahora, otra siente que apenas empezaras a saborear el haberle dado un sentido a tu vida. Naces otra vez. 

De todos los renacimientos que he vivido... éste es el más enigmático, lleno de paradojas, sentidos rotos, promesas incumplidas e inevitable en todos sus designios. Pausado y calmo, como si fuera el primer respiro para continuar el camino. Un camino tantas veces recorrido que es tiempo de acariciarlo con otra pausa, sin otra prisa que la tuya propia. Sin necesidad de seguir pasando pruebas, escalafones, sin voluntad para la autocomplacencia y mucho menos para el convencimiento o la justificación ante otros. Es como si te volvieras una isla... eso es!!! es como si una parte de ti se desgajara para volverse un territorio propio. Lo que todos estos años has esperado se cumple y sientes una curiosa orfandad... de todo lo que te ató para poder navegar con rumbo libre. Ahora ya eres tu propio rumbo, no necesitas las ataduras de antaño y no descubres aún las nuevas constantes que le darán ritmo al camino por llegar. Estás más cerca de ti, te siente más lejos de todo. Pero ahora, eres una real parte de esa totalidad inaprensible y es extraño sentir diluirte en todos los demás sin poder separarte de ti. Empieza a volverse fascinante. Definitivamente, es una forma muy diferente de percibir. Mucho más generosa y con más respuestas que preguntas. Quizá me ha costado renunciar a seguirme interrogando y he sido mezquina para adueñarme de mis propias respuestas y compartirlas sin miedo. Ya que esto también te hace más rígido... pero firme a la vez. Y siempre he temido a mis propias arbitrariedades... Ahora parece que, en cierto modo, éstas son inherentes; por lo que sólo nos queda cultivar con justicia nuestras razones y blindar nuestra firmeza de los excesos de su propia fuerza. De otro modo, sucumbes ante tus propias terquedades y terminas siendo sumamente intransigente.

A veces, la filosofía se define por la riqueza de su pregunta, hay quienes instauran su valor precisamente en la pregunta y la respuesta suspendida es parte del enamoramiento filosófico. Hoy creo que la filosofía es el poder transitar de la pregunta enamorada a la respuesta comprometida. Quien afirma que la filosofía dejó de ser la búsqueda de la verdad, más bien afirma su vocación enamorada sin haber descubierto una verdad que lo comprometa. Pero la dicha de la vocación enamorada es precisamente el sueño por cumplir una verdad...

Siempre fui de hacer una cosa a la vez, ahora tengo tantas ventanas paralelas en proceso, todas detenidas, por el temor que me provoca perderme de mí una vez que se fortalezcan las raíces de todo lo sembrado en esta isla, que delimita sus propios territorios, sin dejar que nada la conmueva. Pero parece que ya es inevitable. Esta última ventana a la joven adolescente y adulta precoz se despide de mí y me habita un duelo largo y profundo. Se cierra un ciclo hermoso de mi vida. No puedo reprocharme nada, he sido afortunada, hice de mi vida una aventura, me arriesgué, aprendí, me dejé perder por los abismos del saber, mi corazón naufragó por amor una y otra vez, me enfurecí, enfermé y sané cuantas veces fue necesario para crecer. Tímida y temeraria a la vez... me confronté conmigo misma y con quienes me acompañaron. Fui feliz y lloré sin culpa todas mis tristezas. Me entretuve como quise, perdí el tiempo que quise. No fui muy práctica, me distraje, evadí oportunidades que ahora añoro y que espero me den nuevos motivos para el tiempo por venir. Sé que todo fue del modo que debió ser. Y que el siguiente ciclo de mi vida será para explorar el mundo, una vez que he conquistado mi propio mundo. 

Ahora quiero viajar, salir de mí misma, dejar el encierro del saber, aún cuando siempre viviré en él. Se me antoja el arte, la música. Todo lo que he sacrificado por resolver lo inmediato, por estudiar y fincar las bases para una vida de letras y saberes. Se me antoja reír más, dejar de hablar de mi vida, dejar descansar la pregunta por la vida y vivir... con más confianza en mí misma, en el presente, en la cotidianidad. Dejar de ser proceso... y empezar a ser concepto realizado... dar paso a nuevos procesos. Dejar de tener miedo por lo que vendrá, pues ya llegó lo que tenía que llegar. Dejar de tener miedo por lo que no llegará, pues siempre hay más de lo que uno imagina al cruzar las puertas del futuro. Estar atenta sin necesidad de estar en espera de algo. Estar abierta sin necesidad de recibir para dar, sin dar para complacer. Sólo abierta... sólo entera.

Creo que mi porvenir es virtuoso. Ha habido mucha confusión últimamente y me ha costado despedirme de mí misma para ser quien soy. Todavía no logro explicarlo con claridad. Pero siento que el tiempo de las fuertes batallas con uno mismo concluyen. También siento que también concluyen las batallas con los demás. En gran medida porque se abre un espacio para bajar la guardia, dejar de nadar contra corriente, el tiempo de apropiarte de las montañas con esfuerzo se diluye. Ya has conseguido todo lo que necesitas para ser tu propia paz y para descubrir los paisajes a tu alrededor. Compartir las afinidades, construir con tu experiencia. 

Quizá la frustración es perder el ímpetu que fuiste... pero si lo dejas ir... descubrirás, con cierto encantamiento, la serenidad que eres. Y no debes temer perderte en este nuevo mar, más transparente, más calmo, moderado, que te refresca sin arrebatos, que te arrulla en su orilla sin prisa.

El gusano se resiste a despojarse de sí para ser la mariposa que sueña, tanto como la juventud se resiste a la vejez. Pero así como la mariposa debe volar, la sabiduría debe envejecer.



Y tú ... ¿por qué temes envejecer?


Feliz sabiduría queridas tortugas.


viernes, 11 de mayo de 2012

ser madre

Entre festejos y festejos... cambia la cultura... los roles de género... las libertades sexuales y se garantiza el derecho de elegir sobre nuestro cuerpo. Ser mujer es mucho más que ser madre y ser madre no es un anhelo para toda mujer.

Adoptas tus propios hijos y de tus amores nacen obras. Gozas tus embarazos y descubres el milagro de la vida al parir. En pareja, soltera... sexualmente o artificialmente. Heterosexual o no... la maternidad va más allá de sus límites y ahora implica mucho más que el cuidado o la crianza con fines de domesticación.

Hacer una vida, sabemos hoy, es lo más complejo que la naturaleza lleva a buen término y lo más difícil que un ser humano puede lograr. 

Ninguna meta puede compararse con acompañar de la mano el crecimiento de la mente sin juicio hacia la razón con conciencia de quien ya no necesita de tu mano. En el camino... la ternura... la dicha, el abrazo, la impaciencia, el enojo, la paciencia, la enseñanza, el cansancio, el juego, la disciplina, los caprichos, las angustias, el límite y todo el sollozo del milagro infinito que te regala ver nacer y descubrir al bebé que se esfuma de tu memoria cantando frente a ti, incluso con arrogancia pero siempre acurrucándose en tu regazo en busca de un poco de paz. 

Hay más de una manera de ser madre... pero ser madre es lo único que no puede defraudarnos. Pues nos regala la justicia de la verdad y los misterios de la hermandad.



Y tú ... ¿eres madre?


Un abrazo mis amantes tortugas...




miércoles, 9 de mayo de 2012

edecán a debate

Me rehúso a caer en el lugar común sobre este tema, ya que me parece paradójico recurrir a una anécdota del debate entre los cuatros candidatos que aspiran a la presidencia de México, cuando lo verdaderamente importante fue su desempeño. Que de suyo ya debe darnos mucho de qué hablar, por más empobrecido que algunos consideren el evento. 

Dos horas, entre los monólogos, los mensajes de propaganda personal insertada entre réplica y réplica, y la versatilidad que mostraron los cuatro para aprovechar cada segundo de los escasos minutos con que contaban, sí dieron claridad sobre las prioridades de cada quien, sus fallas de carácter, sus grados de asertividad, sus estrategias de impacto mediático, y ligeramente algunas de sus prioridades, más allá de la agenda común en donde, de manera obligada, deben converger, aún sin convicción. 

Quedó claro qué está en juego y abiertas las preguntas sobre los temas de fondo para el siguiente debate. Así como aún nos deben una fuerte confrontación de sus ideas a debate que no sea necesariamente una confrontación de sus personalidades. De tal manera que nos muestren la convicción que en verdad tienen de llevar a cabo sus propuestas, además de la apertura que tienen para la consolidación de estas propuestas, dándonos más detalles de los "cómos" y de los "porqués" ... 

Es cierto, les falta holgura y comodidad en un espacio que pide más de sí mismos y menos de la escenografía de sus equipos de campaña. Les falta mostrarse con fluidez, relajarse, sentirse cómodos en el espacio que ocupan de manera compartida e incluso saberse identificados entre sí pues pocos hombres y mujeres podrán contar al final de sus vidas que fueron candidatos para ocupar el cargo máximo de una nación, así que les falta verse a los ojos y perder el temor a buscar una comunicación más legítima con el público que atento los escuchamos y depositamos en ellos expectativas imposibles de satisfacer con la esperanza de que logren darle cara al incierto futuro de nuestras vidas y darle vida al cuerpo que somos como país. Tarea nada menor. Sólo por eso ya debemos darles el aliento del esfuerzo no sin el ojo crítico de nuestras voluntades, ya que sólo en el acuerdo compartido lograremos hacer caminar este organismo social, hecho de necesidades humanas, con firmeza, con rumbo cierto y feliz. Sin heridas que lo laceren, sin tumores que lo consuman, sin miopías que lo sacrifiquen y con plena salud.

Entonces... les decía, mi afán de insistir en el tema de doña Julia, la hermosa, no es más que la indignación que me produce reconocerme una y otra vez ante una cultura que insiste en que las mujeres somos objetos de aparador a quienes se nos encomiendan tareas accesorias de escenografía. Y mientras más escucho comentarios al respecto, más me indigno, porque casi todas las miradas reafirman esta visión. 

El problema no es como está vestida ni que trabaje para Playboy, el problema es que la exponen a ser vista, tocada en su imagen e incluso ridiculizada y a estar en el banquillo de los observadores, con morbo o con morales expresiones de lo propio e impropio de su presencia, sólo por el hecho de ser mujer. El problema no es cómo se viste, o a qué dedica su vida profesional. Ése es su pleno derecho. La dolencia es todo el morbo y álbur de los caballeros que entre risita y risita repiten: lo mejor fue la edecán... queremos ver a la edecán... Cuya vulgaridad masculina, a costa de hacer de la belleza de las mujeres algo que está puesto ahí para ellos, para su dicho, para su propiedad, para su aprobación, se ha normalizado como un ícono de su ser hombres en donde Julia deja de ser su propio rostro, pues incluso su belleza se le arrebata como si fuera hecha al servicios de otros, que no la respetan del mismo modo que se respetan a ellos mismos. Lo grave es que es normal distinguir entre tipos de mujeres en función del rol que cumplimos para satisfacer el imaginario de un mundo pensado por y para los hombres.  Y que hombres y mujeres se muestran incapaces de valorar a Julia como la hermosa mujer que es. Tan hermosa que puede ganarse la vida sólo de ser y mostrarse. Sin ninguna otra connotación, sin más juicio, sin morbo ni vulgaridad, sin discriminación. 

Y su vestido... también muy bello, boba sería de no ponérselo si le queda tan bien. Y libres debemos ser todas las mujeres de dejarnos ser en la plenitud de nuestra belleza y la dicha de nuestro cuerpo, de vestir como más sensuales nos sentimos, si eso queremos, y dejarnos mirar por quienes queramos que nos acaricien, libremente, sin discriminación, sin el dominio del género, sin el desprecio de una moral de formalidades, sin la vulgaridad de un morbo cómplice y seudo culposo que muchas veces esconde profundas misoginías y reprimidas sexualidades diversas. 

No fue el espacio del debate lo que fue violentado al invitar a Julia, fue Julia la que fue violentada al disponer de su ser humana como medio y no como un fin en sí mismo. Al disponerla para pasar papelitos de aquí para allá y ser el abrebocas de todas las mesas. Y lo mismo sobre "Lupita" a quien Peña Nieto se encargó de denigrar, para mostrarse como una suerte de patrón y hombre de la casa, cada vez que con familiaridad condescendiente se referió a ella. 

¿Por qué el consejero presidente del IFE no moderó el debate y repartió él mismo la tómbola de preguntas para las participaciones? ... ¿Lo considera una labor poco digna para su embestidura? ... Que recuerde don Leonardo Valdez que ése es su trabajo y le pagamos muy bien para hacerlo. O al menos que sepa que en este país tenemos obligaciones constitucionales en materia de transversalización de perspectiva de género.



Y tú ... ¿cómo valoras el ser mujer?


Hasta mañana hermanas tortugas... sean él o ella... Recuerden, en el mar de la vida: todos somos iguales.











martes, 8 de mayo de 2012

tristezas del alma

La guarida de las tortugas se llama ethos. El ethos es quien salvaguarda el carácter y es en donde el alma se forja a sí misma. Decían los griegos... y sabios primeros filósofos.

... ¿Qué es la tristeza? 

Si pensamos en nuestro ethos ¿en qué lugar de esta guarida se cifra el llanto que emana de nuestras nostalgias? Sabemos lo que es estar triste, todos lo hemos sentido. Cada uno de nosotros anida estos sentimientos melancólicos que suelen tomarnos desprevenidos, ya sea porque amanecemos un poco más existenciales que de costumbre, ya sea porque recibimos alguna noticia, o porque no recibimos ninguna. Es claro que de pronto nos invade la sensación de algo perdido, alguien sigue su camino hacia una nueva vida, sentimos negado un sueño o nuestro deseo no puede ser satisfecho. Hay quienes llaman a esto frustración. Y hoy está muy de moda esto que llaman "tolerancia a la frustración". 

Si analizamos a los niños pequeños cuando descubren la frustración, de manera subsecuente e inmediata a cuando intencionan su deseo y descubren lo que serán las primeras manifestaciones autoconscientes de su voluntad. El niño hecha a rabiar por no alcanzar aquello que descubre sabe que quiere. Y sí, conforme el niño crece, lo que lo hace adulto es lograr comprender estos infortunios de la realidad que lo privan de la satisfacción de su deseo y tolerar pacíficamente el límite y la imposibilidad. Hasta aquí es claro el proceso. 

Sin embargo, cuando ya no estamos hablando de niños y nos enfrentamos con emociones de aflicción ante lo no logrado, ante la pérdida, el escenario no es tan simple. La complejidad de la voluntad adulta va mucho más allá de la tolerancia ante la frustración. Ya que el adulto comprende que la frustración tiene muchas causas y que la imposibilidad de la consecución de sus metas no necesariamente obedece a razones justas, es decir, a hechos contundentes de la naturaleza; descubrimos, entonces, que nuestras voluntades se invaden unas a otras constantemente, por lo que afectamos continuamente la consecución de nuestros deseos y, por ende, nuestros diferentes niveles de frustración.

¿Qué significa esto?  No es una gran novedad, ya estoicos y epicúreos nos advierten sobre los riesgos del deseo. Significa que el adulto se relaciona con su deseo de manera más autónoma aún cuando sucumbe ante él. Y que la frustración no es ya más ese límite en donde se cifra el conocimiento de lo real frente al desenfreno de nuestra imaginación. Es, mucho más allá de toda duda, la certeza de la constricción entre unos y otros. La ética, la moral y la legalidad marcan su territorio en estas dimensiones de la conciencia de nuestra voluntad. Conciliamos los grados de frustración que podemos o no compartir, negociar, transigir e intransigir, como modelos de convivencia con base en el sacrificio. Por todos es conocida la frase "que se lo gane", "al que quiere, que le cueste". Es decir, si se quiere ser parte de la confianza social se debe dar señales costosas de que estás dispuesto a dar algo valioso de tu deseo para realizar alguno de tus fines. Y entonces, aprendemos de la deuda del querer, o del querer como deuda. Aprendemos a valorar más el sacrificio que la vida.

Y éste, mis queridas tortugas, es un gran error de nuestra humanidad. Si no es que es el más grande error que se finca a la base de todos los males que nos aquejan. 

Lo saludable es sentir enojo ante la frustración, anormal sería no sentirlo. Pedirte que toleres la frustración es como si te pegaran con un palo y al mismo tiempo te recriminaran por sentir dolor. Lo importante no es tolerar sin enojo la frustración, sino aprender a expresar y comprender nuestros enojos, es decir, nuestros dolores. Quienes abogan por la tolerancia a la frustración, abogan también por la represión de los enojos. Ya Freud nos enseñó lo que necesitábamos saber sobre el daño que le hace al ser humano reprimir sus emociones y no comprender el origen de las mismas. Así que no parece una alternativa sabia. 

Por otra parte, ante la frustración, la pregunta obligada debe ser qué le está pasando a mi deseo que lo constriño a la frustración, en vez de vivificarlo con la realización limitada de la voluntad. 

El hecho de que no todos nuestros deseos sean cumplidos ni cumplibles, no implica que debe haber frustración al respecto. Hay otras maneras de convivir con la imposibilidad de algunos de nuestros deseos y con los límites de nuestra voluntad. Alternativas no trágicas ni frustrantes. Los límites son parte inherente de la vida humana, la frustración es sólo un invento de la cultura trágica. Nuestra libertad implica la posibilidad de vivir sin frustración, aún cuando no todos nuestros sueños se hagan realidad. Así como, estoicos y epícureos se debatían entre cómo lidiar con el dolor que surge de todo deseo y nos obliga a dosificar el ímpetu de nuestra voluntad... sin enojo, pero sobretodo: sin frustración.


Una cosa es decir no puedo, otra muy diferente: no quiero. Así se traza la distancia entre la frustración y los límites de la voluntad. En donde, sólo haciendo propias nuestras limitaciones, somos libres de realizarnos desde la afirmación de una voluntad reconciliada con su espíritu... (diría Hegel, ciertamente, con reminiscencias spinozianas)



Y tú ... ¿cómo transitas tus frustraciones?


Un abrazo triste mis queridas tortugas... y un deseo libre para su voluntad. Hasta mañana.



jueves, 3 de mayo de 2012

el cuento de la verdad

La verdad es una interrogante que no cesa. En su seno, se nutre y se recrea tantas veces como nos acercamos a ella. Pero qué es la verdad.


¿El pensar lo que las cosas son?
¿Tener la razón?
¿La descripción objetiva de la realidad?
¿La coherencia argumentativa?
¿La verosimilitud del relato de los hechos?
¿El recuerdo selectivo?
¿Las necesidades de la vanidad?
¿La modestia de la evidencia empírica?
¿El ímpetu del conocimiento?
¿La prisa de la información?
¿El enigma desnudado?
¿La complacencia de la fantasía?
¿El juego de la imaginación?
¿Las mieles de la especulación?
¿La imposible inmediatez?
¿La feliz mediación?
¿La dialéctica de la comprensión?
¿La libertad del reconocimiento?
¿La honestidad de la autoconciencia?
¿El límite de la percepción?
¿El deseo de la infinitud?
¿La paciencia del concepto?
¿La contundencia de la justicia?
¿La relatividad del juicio?




y tú... ¿vives con verdad?


hasta un momento... amigas y verdaderas tortugas.