lunes, 14 de mayo de 2012

perder el tiempo

Al acercarse mis 39 años... siento una fuerte resonancia de los entrados 40. Curiosamente, es la primera vez que, confieso, vivo lo que supongo llaman una crisis de edad. Largamente cosechada en el último año... y difícil de explicar o expresar.

Creo que ya había hablado de esto antes. Ya que uno de los más grandes aprendizajes de tortuga de este ciclo de mi vida ha sido la sensación de fracaso, la frustración, el mirar atrás y sentir que no he llegado a ninguna parte. Es como si mi percepción cerebral estuviera cambiando... necesito muchas horas de sueño. Algo me detiene y no logro comprender qué es. Sí puedo asociar mis emociones y nuevas experiencias a datos concretos de la realidad, sin embargo, lo que me intriga es porqué estas vivencias son tan devastadoras. Ha habido momentos más difíciles e impedimentos mayores, sin embargo, siempre conservé la certeza en mí. Ahora es esta certeza la que cambia, mi cuerpo se transforma aceleradamente, es como si tuviera que volver a reconocer el alma que me habita, como si la genética cifrara códigos de los que no me puedo apropiar. Algo en mí se resiste a verse en el espejo y descubrir una nueva persona. Poco a poco comprendo que es normal. Que esto es también crecer. Que es tiempo de observarme con más detenimiento y enamorarme nuevamente de mí misma, de esta nueva yo que apenas empiezo a descifrar, y dejar de añorar a quien estaba acostumbrada a ser. No quiero vivir quejándome del paso del tiempo. Es una buena oportunidad para ajustar expectativas sobre uno mismo y darte un fuerte abrazo de gratitud por el camino recorrido, darte luz sobre tus propios senderos y disfrutar la ruta que ahora se abre ilimitada a partir del camino que tú elegiste. 

No es tan fácil. Como todo lo nuevo, nos toma por sorpresa el no ser dueños de todo lo que compone esta nueva etapa. Aparentemente todo sigue igual, todo está bien. Pero dentro tuyo sabes que todo está cambiando, tratas de aferrarte a la persona que fuiste o creíste ser, tratas de aferrarte al futuro como un salto al abismo sin tener que hacer parada en cada uno de sus nuevos retos. Descubres un nuevo cansancio. Recuerdas cómo veías a tus padres cuando ellos tenían esta edad y te sorprende que ahora se trate de ti. Parecen tan ajenos y en ti se revive todo lo que ellos fueron, casi sin que lo puedas evitar.

Cuál es el reto de esta nueva etapa... ya creciste (en muchos sentidos) ya elegiste quién quieres ser, ya sabes quién eres, ya descubriste qué quieres, ya conoces qué no quieres, ya sabes qué estás dispuesto a dar para lograr tus metas, ya has descubierto nuevas metas aparejadas a las que elegiste, así como nuevas interrogantes sobre quién eres al abrir inusitadas oportunidades. Ya no se trata de dialogar sobre lo que será tu vida, ya tienes una vida. Ya no se trata de sueños y fantasías, es el tiempo de los propósitos que se concretan. El abanico de posibilidades abierto, y en expansión, empieza a girar en un sentido contrario. Lo posible es cada vez más asequible y por ello, más limitado. Una parte de ti siente que renuncia a todo lo que le dio sentido a tu vida hasta ahora, otra siente que apenas empezaras a saborear el haberle dado un sentido a tu vida. Naces otra vez. 

De todos los renacimientos que he vivido... éste es el más enigmático, lleno de paradojas, sentidos rotos, promesas incumplidas e inevitable en todos sus designios. Pausado y calmo, como si fuera el primer respiro para continuar el camino. Un camino tantas veces recorrido que es tiempo de acariciarlo con otra pausa, sin otra prisa que la tuya propia. Sin necesidad de seguir pasando pruebas, escalafones, sin voluntad para la autocomplacencia y mucho menos para el convencimiento o la justificación ante otros. Es como si te volvieras una isla... eso es!!! es como si una parte de ti se desgajara para volverse un territorio propio. Lo que todos estos años has esperado se cumple y sientes una curiosa orfandad... de todo lo que te ató para poder navegar con rumbo libre. Ahora ya eres tu propio rumbo, no necesitas las ataduras de antaño y no descubres aún las nuevas constantes que le darán ritmo al camino por llegar. Estás más cerca de ti, te siente más lejos de todo. Pero ahora, eres una real parte de esa totalidad inaprensible y es extraño sentir diluirte en todos los demás sin poder separarte de ti. Empieza a volverse fascinante. Definitivamente, es una forma muy diferente de percibir. Mucho más generosa y con más respuestas que preguntas. Quizá me ha costado renunciar a seguirme interrogando y he sido mezquina para adueñarme de mis propias respuestas y compartirlas sin miedo. Ya que esto también te hace más rígido... pero firme a la vez. Y siempre he temido a mis propias arbitrariedades... Ahora parece que, en cierto modo, éstas son inherentes; por lo que sólo nos queda cultivar con justicia nuestras razones y blindar nuestra firmeza de los excesos de su propia fuerza. De otro modo, sucumbes ante tus propias terquedades y terminas siendo sumamente intransigente.

A veces, la filosofía se define por la riqueza de su pregunta, hay quienes instauran su valor precisamente en la pregunta y la respuesta suspendida es parte del enamoramiento filosófico. Hoy creo que la filosofía es el poder transitar de la pregunta enamorada a la respuesta comprometida. Quien afirma que la filosofía dejó de ser la búsqueda de la verdad, más bien afirma su vocación enamorada sin haber descubierto una verdad que lo comprometa. Pero la dicha de la vocación enamorada es precisamente el sueño por cumplir una verdad...

Siempre fui de hacer una cosa a la vez, ahora tengo tantas ventanas paralelas en proceso, todas detenidas, por el temor que me provoca perderme de mí una vez que se fortalezcan las raíces de todo lo sembrado en esta isla, que delimita sus propios territorios, sin dejar que nada la conmueva. Pero parece que ya es inevitable. Esta última ventana a la joven adolescente y adulta precoz se despide de mí y me habita un duelo largo y profundo. Se cierra un ciclo hermoso de mi vida. No puedo reprocharme nada, he sido afortunada, hice de mi vida una aventura, me arriesgué, aprendí, me dejé perder por los abismos del saber, mi corazón naufragó por amor una y otra vez, me enfurecí, enfermé y sané cuantas veces fue necesario para crecer. Tímida y temeraria a la vez... me confronté conmigo misma y con quienes me acompañaron. Fui feliz y lloré sin culpa todas mis tristezas. Me entretuve como quise, perdí el tiempo que quise. No fui muy práctica, me distraje, evadí oportunidades que ahora añoro y que espero me den nuevos motivos para el tiempo por venir. Sé que todo fue del modo que debió ser. Y que el siguiente ciclo de mi vida será para explorar el mundo, una vez que he conquistado mi propio mundo. 

Ahora quiero viajar, salir de mí misma, dejar el encierro del saber, aún cuando siempre viviré en él. Se me antoja el arte, la música. Todo lo que he sacrificado por resolver lo inmediato, por estudiar y fincar las bases para una vida de letras y saberes. Se me antoja reír más, dejar de hablar de mi vida, dejar descansar la pregunta por la vida y vivir... con más confianza en mí misma, en el presente, en la cotidianidad. Dejar de ser proceso... y empezar a ser concepto realizado... dar paso a nuevos procesos. Dejar de tener miedo por lo que vendrá, pues ya llegó lo que tenía que llegar. Dejar de tener miedo por lo que no llegará, pues siempre hay más de lo que uno imagina al cruzar las puertas del futuro. Estar atenta sin necesidad de estar en espera de algo. Estar abierta sin necesidad de recibir para dar, sin dar para complacer. Sólo abierta... sólo entera.

Creo que mi porvenir es virtuoso. Ha habido mucha confusión últimamente y me ha costado despedirme de mí misma para ser quien soy. Todavía no logro explicarlo con claridad. Pero siento que el tiempo de las fuertes batallas con uno mismo concluyen. También siento que también concluyen las batallas con los demás. En gran medida porque se abre un espacio para bajar la guardia, dejar de nadar contra corriente, el tiempo de apropiarte de las montañas con esfuerzo se diluye. Ya has conseguido todo lo que necesitas para ser tu propia paz y para descubrir los paisajes a tu alrededor. Compartir las afinidades, construir con tu experiencia. 

Quizá la frustración es perder el ímpetu que fuiste... pero si lo dejas ir... descubrirás, con cierto encantamiento, la serenidad que eres. Y no debes temer perderte en este nuevo mar, más transparente, más calmo, moderado, que te refresca sin arrebatos, que te arrulla en su orilla sin prisa.

El gusano se resiste a despojarse de sí para ser la mariposa que sueña, tanto como la juventud se resiste a la vejez. Pero así como la mariposa debe volar, la sabiduría debe envejecer.



Y tú ... ¿por qué temes envejecer?


Feliz sabiduría queridas tortugas.


No hay comentarios: