jueves, 27 de octubre de 2022

democracia...

 ... viva.



Son tiempos de sumar esfuerzos para mantener las condiciones que nos han permitido ser un país democrático. Un país capaz de transitar los espacios de libertad ideológica con base en reglas claras. Dado el orden actual, y las instituciones que nos sostienen, es posible habitar con éxito los próximos procesos electorales. Yo defiendo el INE.

No son tiempos propicios para debatir acerca de reformas electorales. Los consensos son estrechos. Pesan las mayorías que con euforia suman la voluntad en torno al discurso gratificante de una causa común en ciernes. Tanto como falta el contrapeso idóneo para un diálogo justo. 

De lo que no cabe duda es de que la sociedad alzará la voz y a nuestro favor correrán los vientos de la unidad necesaria para preservar el espíritu democrático consolidado en hechos, de la mano de todos los esfuerzos construidos por décadas. No hay virtud en ahora buscar ventajas, desde el poder de la mayoría, para verse favorecidos en las urnas sin el mérito propio de su gestión. Insistir en esta vanidad: sólo fortalece el ímpetu de quienes se resisten a reconciliar la legitimidad de los hechos en la actualidad. Impaciencia de ambas partes que impide florezcan los frutos de la democracia.

Si bien las trincheras ya no son tales. Las batallas en el seno de las diferencias legítimas y el diálogo libre: serán siempre vigentes. La lucha por la justicia y la defensa de los derechos humanos. En el marco de nuestra vocación universal como humanidad. Contextos tales en los cuales todos somos valiosos. No es un terreno de enfrentamiento entre conceptos vacíos ni aparentemente irreconciliables. En el caso que aquí  nos ocupa, se trata de garantizar tal legitimidad de la diferencia y la libertad del diálogo plural. Sin odio y sin bastión. Con voluntad y escucha. En aras del consenso por el bien común. No desde una fracción que asume su idea del bien como el bien común. Porque lo que lo hace común es que todos nos sintamos identificados con aquello que apreciamos como bueno en cada uno de nosotros y para la comunidad. No sólo la mayoría. Lo cual es casi una utopía, podría decirse. Sin embargo, para que la mayoría alcance su legitimidad necesita un sustento común, por mínimo que sea. Y lograr una base mínima (la ley, las reglas del juego, valores y anhelos compartidos, incluso: un mínimo sustrato ideológico) implica una certeza: la capacidad de comunicarnos a través del reconocimiento del otro, no como ajeno sino, precisamente, como común y, por ende, con respeto. Con lo cual damos un paso al frente en la posibilidad de estar dispuestos a cambiar alguno de nuestros puntos de vista y un paso atrás con mesura para convencer con franqueza (con argumentos objetivos). Escuchar y hablar sin violentarnos. Una mayoría sorda se deslegitima por sí misma, una minoría obtusa se disminuye por sí misma. De tal suerte que podamos dibujar nuevas tesituras a la luz de nuestros ideales compartidos y delinear los espacios políticos de verdaderas alternativas. Sin estigmas. Sin descalificaciones. Volver a nombrar el sentido de lo que distingue una opción política de otra; con base en proyectos que aspiren a dar soluciones viables a problemas específicos, de la mano de la sociedad en su conjunto. Y transitar el poder a través de justas elecciones.

Es una época para renacer desde nuestras contradicciones y reconciliar la posibilidad de que un mundo unido y en paz es posible. Sin necesidad de postular enemigos ni adversarios. Es decir, sin necesidad de depositar en el mal del otro: el bien de uno mismo. Sin procurar caminar a la sombra de escenarios fatales. Sin apelar al pasado perdido. Con vista al presente para proyectar en el futuro: una alternativa justa. Un espacio en el cual todos quepamos sin importar quién pierda o quién gane. Con altura y grandeza. Y por esto: #YoDefiendoElINE ... ¿tú?

Reunámonos en torno a todo lo que sí puede ser hecho. Renunciemos a señalar el defecto como única vía de diálogo con la comunidad. Alcemos la voz llenos de convicción en que apelando a las reglas del juego: el concierto democrático irá poco a poco alcanzando una armonía sinfónica. En la cual todas y cada una de sus partes son igualmente indispensables.

Avancemos, hay muchos temas por los cuales compete abrir diálogos francos. Y construir escenarios políticos colmados de humanidad. 


Por de pronto...una pausa: 

Este es el cuento de cinco estrellas mágicas. Cada una de ellas duerme bajo un sinnúmero de figuras épicas. Su propósito es lograr distinguirse una de la otra. Cada una posee un don, un talento, una virtud, un encanto, un destino, una buena fortuna, una melodía, el brillo de una luz, un amor. Juntas son el canto del arcoíris que atraviesa el umbral del horizonte: haciendo todo realidad. El dilema es descifrar en cada uno de sus rostros: su verdad. Para así descifrar el color que les pertenece. Son silentes. Basta su presencia para sentir el vuelo de la conmoción. Son alegría feliz. Dicha y felicidad pura. Bondad y belleza. Amistad y solidaridad. Palabra ardiente y sonriente complicidad. Y de cierta forma son una gran galaxia. No se pueden desprender entre sí. Como si habitasen un único corazón. Un alma compuesta de fragmentos inseparables que, en comunión, sostienen el hálito vital; en unidad. Constituyen la forma de una silueta corpórea, que sólo es plena, en conjunción con el esplendor que de ellas emana. El misterio que las convoca trastoca el espacio bajo un mismo tiempo. Como guardianas de todo lo que dota de sentido la nobleza de la vida. Indispensables e irrenunciables. Son paz. Son amor grande y puro. Justicia y entrega. Valentía y carácter. Entusiasmo y esperanza. Vitalidad y motivación. Connotan significado profundo y se ocultan. Son el sueño cumplido que arropa de fe cada mañana. Así, al caer la noche se entrelazan... acariciando el futuro prometido... con la certeza de su ser. ¿Cuál será la mirada que logre mostrar su faz sin simulacros? ¿Serán todas al unísono? ¿O será en ellas el reflejo de un mismo sol? 


Y tú... ¿conservas el milagro del cielo en tu corazón?



Jueves de magia
de tortuga...
hoy es un buen día
para sonreír...
y amar.
¡Abrazos
queridas tortugas!




martes, 25 de octubre de 2022

la tormenta...

 ... de la seguridad pública.


La Luna nueva en el umbral del eclipse de Sol (25 de octubre)  ...con pauta menguante en Venus (22 de octubre): el amor y la belleza de Afrodita que nos consume con su sombra ante el encanto de Orión. Para abrir los nuevos caminos de la creatividad cuando Marte, de vuelta, una el aliento de las almas gemelas (30 de octubre).

Mucha inspiración necesitamos para que la seguridad pública tórnese una certeza, no sólo en México: en nuestro mundo. Una vez que desde las costas arribó un huracán... la liberación de las aguas y revivificación de la tierra. Tragedia mediante.

De sombras se tiñen las realidades que nos habitan. En el fondo: una convivencia partida. Escindida. Sin importar el calado de los delitos y riesgos. Quién los cometa. Lo cierto es que parece que la violencia tiene una lógica propia. En espiral: se reproduce y recrudece. ¿Por qué, pudiendo hacer tantas cosas, una persona elige lastimar? ¿Son actos conscientes? ¿La necesidad y la carencia trastocan la percepción de la alteridad? ¿Es el poder de la fuerza lo que endulza tales actos? ¿Un precario sentido del honor? ¿Mecanismos de control y cohesión? ¿Sublimación ante la impotencia y frustración de habitar un mundo cuyas reglas no permiten que todos seamos igualmente dignos en términos efectivos? ¿Un grito desesperado o la convicción de que tal es el verdadero espíritu de la existencia: la sobrevivencia llana?

Así como la migración es otra forma de afrontar el porvenir una vez que se cierran los caminos ante obstáculos que aparecen como insuperables. O quizá la esperanza de poder hacer algo para alcanzar un futuro posible de verdad anhelado es lo que impulsa al ser humano a las más audaces travesías. Trascender y/o sublimar la impotencia y la frustración. Tal y como la guerra se asume como el destino inevitable ante la imperiosa necesidad de algo que debe ser salvado o salvaguardado. Probablemente ante la imposibilidad de aceptar el ineludible acontecer y que no lo podemos atrapar entre nuestras manos con firmeza como si fuéramos los hacedores del tiempo de la humanidad. Resistiéndonos a aceptar que la voluntad de las otras personas es tan consciente como la nuestra. Nos negamos a ver en el rostro de los demás: un rostro afín. Y dialogar. Convivir con amor. En el cuerpo del otro habita un ser humano: no una cosa a nuestra disposición.

En la suma de impotencias y frustraciones que aparecieron ante nuestros ojos en medio del confinamiento sanitario, un instante de empatía unió al mundo, y ahora nos sentimos arrojados a retornar al ritmo "habitual" tratando de huir de todo lo que entonces fuimos capaces de sentir. Escondiendo ante nosotros mismos cuánta falta nos hace vivir con amor: intenso, apasionado, real y verdadero. Amor a la vida. Es esta carencia: el no aceptar el limitado ámbito de libertad que nos permite modelar la realidad (así como el no asumir la libertad expandida que tenemos para rehacer la realidad de nuestros corazones); en suma, lo que atraviesa todas las violencias. Causas y efectos: unas violencias de otras violencias... en espiral infinita.

Mientras en unas latitudes las mujeres descubrimos nuestros rostros y dejamos nuestro cabello al vuelo del sol tomando en nuestras manos la suerte de nuestro destino para cortar el aliento del machismo estructural y luchar por nuestra vida y libertad; con determinación, alegría y violencia ante la impotencia de estar sometidas a la ley del hombre que nos asume como un objeto de su apetencia. En otros territorios... nos cubrimos el rostro para exigir que nuestra integridad y dignidad se respete, obligadas al anonimato para preservarnos vivas, libres, fuertes y felices; con determinación, ánimo y violencia ante la misoginia que nos asume como un acto de agresión: sólo por hablar. Porque, aquí o allá, nuestro cuerpo sigue atravesado por el deseo salvaje de un linaje masculino que se niega a comprender que fuimos hechos, ustedes y nosotras, de la misma carne y tenemos los mismos derechos. No nacimos para ser vistas por ellos. Mucho menos merecemos ser aprobadas o autorizadas por el capricho de su voluntad. Alzamos la voz porque no somos más el eco de su susurro cobarde que se niega a mirarnos con valor. No somos más la cosa vacía cuya valía dependía de su escucha. Tenemos carácter y personalidad: si sólo se detuvieran por un segundo no podrían más que maravillarse ante nuestra luz. Y quienes así lo hacen podrán atestiguar a qué me refiero. Tanto como nos maravillamos nosotras ante el brillo de su aliento cuando, con ternura y franqueza, se atreven a hablar. Respeto y adoración mutua constituyen el terreno de relación en el que crecerán nuestros mejores frutos para la humanidad.

Exceso de demanda y exceso de oferta para el consumo de formas para evadir nuestra relación con nosotros mismos, con quienes nos acompañan, con el mundo a nuestro alrededor... con la realidad. Negocio perverso porque entre la venta y la compra: más de una vida se va en medio de un río de sangre que no cesa. También en movimiento entretejido con tendencia al infinito. Se suman las armas, la trata, el abuso infantil... en un mismo conjunto de compra y venta de "objetos": al servicio de voluntades ciegas, oscuras y sin alma. La desaparición, la tortura, la muerte, la extorsión, la corrupción, el robo, el fraude, el engaño y la mentira: en indistinto orden jerárquico. Un modo de vida que normaliza el horror como si no existiese ya ningún otro parámetro que la moneda para medir el precio de la vida. 

Entonces... de cuántos policías estamos hablando, cuántos recursos tecnológicos de todo tipo, cuántas fiscalías, cuántos peritos, cuántos forenses, cuántos jueces, cuántas cárceles, cuántos abogados y defensores de derechos humanos, cuántos civiles excavando fosas, cuánto apoyo internacional, cuántos vecinos organizados, cuánta fuerza pública y castrense... cuántas armas y cuánta confrontación, persecución mediante. En resumen: de cuánto dinero estamos hablando; en consonancia. Parece que sigue siendo el valor económico lo que propicia la causa, el efecto y la utópica solución. La estrategia efectiva parece ser una fantasía compartida. La ley se atisba inocua. La impunidad: la frustración y la impotencia convertidas, en conjunción, en sustento de nuestra comunidad.

Sí. Es más sencillo señalar en el otro la responsabilidad, el fallo errado, el juicio endeble, la falta de decisión y voluntad. Exigir, exigir y luego: exigir más. Para calmar la impotencia, el terror y la incertidumbre de sabernos desprotegidos ante la vida y ante la muerte. Impotentes ante el dolor. Sumado a todo tipo de miserias y pobreza. Sabernos vulnerables de ser abusados a cada paso en nuestro andar común. Saber que no podemos confiar los unos en los otros. Sin importar cuál sea la circunstancia. Qué duro silencio sostiene nuestro entramado social en donde estamos cada día más solos y desamparados. Luchando, luchando y luego: luchando más cada día para construir un pedacito de vida segura y, con suerte, feliz. Arriesgando todo por un poquito de ternura. Renunciando al amor sin percatarnos siquiera.

Si los seres humanos no estamos dispuestos a cambiar... las violencias no cesarán. Ya tenemos todo los demás. Un entramado institucional... el sueño de casi tres siglos atrás, aberraciones mediante. Pero seguimos siendo los mismos de tantas formas: los mismos que llevaron al desconsuelo a todos nuestros héroes en el ocaso de sus vidas. Porque sin importar cuánto esfuerzo se ha sumado, cuánto se ha logrado... la voz ciega que habla desde la pequeña trinchera sobrevive. Porque no se ha comprendido que ya se derribaron todas las trincheras, salvo las que se mantienen atadas a la falta de toma de consciencia acerca de la alteridad. Que si el uno o lo múltiple. Que si el todo o la particularidad. Que si la comunidad o el individuo. Que si el socialismo o el capitalismo. Que si el Estado de bienestar o el neoliberalismo. Que si el populismo o el liberalismo.

Hoy somos muchos. La densidad poblacional hace tan complejo el entramado político que parece cada vez más imperceptible la toma de postura. A la vez que se diluyen las ideologías se recrudecen los radicalismos. Nos colocamos en el sitio heredado de nuestra particular historia de vida y somos lo que representamos a la luz del proceso civilizatorio. Todavía sin puntos de fuga para hermanarnos en la identidad y en la diferencia: sin agredirnos ni devaluarnos unos a otros.

Seguimos sin introyectar en nuestro fuero interno la humanidad que nos comulga. De tal suerte que nos parezca imposible dañarnos unos a otros.

Es lo uno y lo múltiple. Es el todo y la particularidad. Es la comunidad y el individuo. Es el socialismo y el capitalismo. Es el Estado de bienestar y el neoliberalismo. Es el populismo y el liberalismo. Ahora bien, cuál es la dialéctica vital que hace de cada uno de estos conceptos supuestos, en aparente oposición, significado realizado pleno de sentido, verdad y realidad. Lo primero que podemos empezar a interiorizar es que la relativa oposición tiene su raíz y fundamento dentro nuestro, dada nuestra constitución humana, en tanto seres de conciencia con un cerebro capaz de pensar. Ninguna de estas aparentes confrontaciones se encuentra depositada en un sitio otro en donde cada quien entra y se coloca. Como si se tratase de un bastión a defender. Así como absurdo es no comprender que es el talento humano quien es dueño de la economía y no viceversa: el esclavo.

Tarde o temprano la tormenta cesará. La pregunta es: ¿insistimos en cruzar el huracán a campo traviesa (tendiendo al infinito) o encontramos el paso calmo de un refugio de paz que haga escampar (viviendo infinitamente el presente)? 



Y tú... ¿quieres amar?



Dulce luz que al crecer
hace las sombras desaparecer.
Dichosa semana...
llena de magia de tortuga.
Abrazo colmado de fraternidad.








lunes, 17 de octubre de 2022

sol...

 ... ardiente.



La semana empieza todavía con el brillo esplendoroso de la luna llena de octubre. Siempre la más hermosa. De pronto un halo gigante la rodea... como si fuera poco ya el brillo colorido en cada uno de sus contornos sumados a la luz de su plenitud. En el bosque en donde los senderos son sendas mágicas llenas de romanticismo existencial, el sol se regala tras el viento agradecido que hace bailar y cantar a los árboles en su camino... al ritmo suave de grillos colmados de alegría. Son días de ánimo renovado. La segunda primavera del año: el otoño de nuestra latitud. Las lluvias empiezan a despedirse y todo se anticipa a la llegada del invierno con la anunciación de un cálido fin de año. 

Mientras tanto Rusia no deja de sorprender y ofender al mundo. Un espejo... eso es lo que necesita este necio insistir en la guerra. A estas alturas del partido es una mezcla de desencanto, asombro, lamento y total desaliento el ver pasar los días ante nuestros ojos sin que llegue la paz. Tal parece que los seres humanos nos aferramos a la conflictividad. Nos negamos a ser amados. Preferimos disentir y dirimir nuestra existencia entre el ir y venir del simple poderío.

Quizá la gran enseñanza de la aberración de todas las guerras es que logremos sensibilizarnos ante la debilidad humana. El agravio sobre quienes deben defenderse para existir. Lo cual les debe ser dado por derecho propio. Así también... el no renunciar a la indignación ante el abuso de los más fuertes. Porque en sentido estricto es quien es débil quien recurre a la fuerza y es quien se asume entero ante sí quien se logra sostener en pie.

Queridas tortugas, tenemos mucho mucho de qué comentar en cuanto al acontecer nacional. Destape tras destape... se alza la voz. Lo cual es muy saludable para nuestra democracia. 

Me detendré en la nueva unidad. Brevemente. Detecto una serie de mensajes contradictorios en lo que todavía no podemos comprender como una propuesta. Por supuesto: la algarabía de un "nuevo amanecer"... echar a MORENA de palacio... avivando la inteligencia popular. Sólo hay dos vías para elegir el rumbo correcto y rescatar a México, la gran disyuntiva: la precariedad material y espiritual o el nuevo y mejor camino de inclusión democrática hecha carne. Ya no más sueños...  ¡Bueno! ¡Cuánto desbordamiento romántico! Ya llegó, ya llegó: la hora de la ciudadanía. Potencialidades, éxito, acción, unidad. Sin quejas. Así se instaura la nueva marcha de la humanidad del nuevo camino por venir. En concreto: o sobrevivimos unidos o separados nos colmará la fatalidad. Por eso: derrocar al actual gobierno se hace indispensable y así acariciar el triunfo porque la derrota es segura... "¡que se oiga!".

Entonces, recopilando: amplia unidad opositora, candidatura única, método de selección, candidatura de unidad, gobiernos de coalición. Y "vamos por más." Por si acaso: mayoría en el Congreso de la Unión. Por aquello que te conté.

En conclusión: ¿Qué vamos a hacer para resolver los problemas que enfrenta nuestro país? Interrogante inconclusa. Nada menor el trabajo que tenemos ante nuestra vista. 

Quizá las coordenadas pueden ser revisadas. En México, una república vigente, hay un Presidente Constitucional democráticamente elegido. El triunfo de la esperanza: 2018. Perdió lo raído y decadente de una vía no más próspera. No perdieron a causa del contrincante. El ganó a causa de sí y del apoyo, en consenso, de la ciudadanía. Perdieron porque no tenían nada que ofrecer. Y estamos hartos. Háganse cargo de una vez por todas. Y piensen... ¿cuál es su proyecto? Porque no hay huapango que alcance para ser Nación. Nice touch.

Sí, hemos tenido "problemas en el paraíso": como se dice coloquial e irónicamente. Más de una piedra en el camino. Yo he atravesado amargos desengaños. Decepciones. A mi favor: tengo una voz muy crítica. Y mientras más cerca se siente uno de algo que aprecia: más exigente es. Y yo aprecio la izquierda. Sin resquemor alguno. Lamentablemente: ¡hay ya tantas distorsiones ideológicas! Antes era más sencillo ubicarse uno mismo en el espectro político. Hoy sé, soy más moderada, centro, social demócrata, incluso simpatizo con el centro social cristiano. Liberal y demócrata, sin duda alguna. Lo que sí es que no simpatizo con el fascismo de derecha. Que con una mano señala a las fuerzas armadas y con la otra arde de urgencia por tenerlas a su servicio. Fuera máscaras. El seudo fascismo autocrático de izquierda con tintes conservadores es un dilema... una interrogante. Incluso sociológica. Es la utopía no cumplida. Es el reto desde la izquierda. No será la derecha,  "los conservas", quienes vendrán a darnos clases de moral política resurgiendo del oasis aquél que nos tiene en tales embrollos. Encumbrados en el margen de una coyuntura globalizadora; con virtudes... sí; pero sin sensibilización alguna ante el mérito de vida de lo que la realidad de nuestro país inculca; sin virtud alguna: la falta de empatía social. Para ser más clara: a un líder sindical no se le humilla. No se trata de la persona en particular. Sino de lo que representa. No hay puntos medios, cuando se trata de la garantía de los derechos de quienes han vivido desprotegidos al margen del desarrollo económico social y que, aún así, sostienen una parte importante del entramado socio-político de este país, con la fortuna de gozar sí, porqué no, de "privilegios". Así también alzo la voz por la élite empresarial, a quienes respeto y admiro. La justicia debe ser la medida para la interlocución en la que tratamos de dirimir nuestras diferencias de enfoque en la toma de decisiones. 

En fin. Alianzas veremos... corazones no sabemos: todavía. Por de pronto, consejo para todos y todas los aspirantes de todes los colores: por favor ¡basta de refundar, cambiar, transformar, renacer, amanecer, despertar, iluminar, conscientizar! Lo que se necesitan son soluciones. Permitan que seamos nosotros, la ciudadanía, quien elija con libertad. Este país ya se fundó, siglos atrás. Somos una república democrática legítima y vigente. Basta de socavar nuestra nación para tener una narrativa con la cual motivar. Ahora que las lágrimas empiezan a ponerse de moda. Empecemos con reconciliarnos con nosotros mismos, asumamos todo lo que nos compone. De lo que somos, más o menos, parte. Somos la parte de un todo que se conjuga en unidad, si cada quien cumple consigo mismo.  

Aprendamos a respetarnos todos por igual. Seamos críticos y analíticos pero con la mesura del sabio. Sin menoscabar la integridad de ninguna persona. Aprendamos a ganar y a perder a la altura de las circunstancias. Exijámonos mucho más que el regodeo del impacto mediático, la victimización y la furia de la falaz indignación que sólo proyecta el odio hacia la figura pública como una forma de sanar nuestras propias neurosis y frustraciones. Disfrutemos del diálogo abierto y mediático que nutre de vida política nuestra democracia. Con el ánimo de quien festeja el logro de la comunidad. Hay quienes están tan encerrados en ellos mismos que siguen sin disfrutar cuán lejos hemos llegado. Lo cual impide ver con la urgencia debida el gran trecho que nos falta por alcanzar. La violencia se impone y el odio civil sólo alimenta más tal cultura de desensibilización ante la vida humana. 

Son tiempos de remangarnos la camisa y ponernos todos a trabajar. Para algunos un poco de canción en harapos, para otros un poco de  agárrense de las manos y para todos un mucho de fiesta en América... ¿por qué no? Aprendamos a dialogar y construir en conjunto. Que este país merece más. Somos tantos y tan valiosos que no vale la pena conformarnos con la superflua mediocridad de sólo querer recuperar los pasados perdidos. Lo cual no es sólo fútil e inútil: es físicamente imposible. Entreguémonos a nuestra vocación de futuro. Inventemos el mañana con base en lo que somos en el presente. No temamos a afrontar nuestras realidades y dejémonos sorprender por la capacidad creativa que nos comulga con dignidad como seres humanos.

Sí, el pasado nos muestra "la senda que nunca se ha de volver a pisar"... al mismo tiempo que es el único espejo en el que nos podemos reflejar para saber quiénes somos, quiénes queremos ser y cuáles nuevos senderos podemos construir. La dialéctica de la historia es implacable. Por eso, no depende de nosotros que se cumpla. Se entreteje por sí misma y sólo llegamos a comprenderla una vez que podemos situarnos un paso adelante del presente. Honrándola y dándonos la oportunidad de hacer las cosas de modos diferentes, o no. Forjando identidad y cultura. Aceptemos que hay cosas ya fincadas: para bien. Y mejor concentremos nuestros esfuerzos en las asignaturas pendientes del presente para no clausurar la posibilidad de un futuro feliz.

Estemos muy atentas mis queridas tortugas mágicas porque serán dos años maravillosos. Nos veremos crecer: eso es un hecho. 

Una breve acotación sobre la responsable decisión de prolongar la estadía de la Guardia Nacional como cuerpo civil al abrigo de la arena de las Fuerzas Armadas: los legisladores no pueden darse el lujo de aceptar públicamente que no confían en sí mismos y que su trabajo no se cumple a cabalidad (porque su trabajo en comisiones no se hace). Un poquito de vergüenza y congruencia. Si creen en sus alegatos, alisten su trinchera para dar la batalla en nombre de los derechos humanos, ser garantes y contrapeso de que no haya rumbos indeseados en la necesidad palpable de que las cosas están como están. Asuman su responsabilidad y ocúpense ustedes también de cumplir su mandato constitucional. Sin ventaja política. Sin dramatizar. Con respeto y compostura. Con responsabilidad y diálogo. Y por el bien nuestro. Gran parte de su trabajo es no estar conformes. No sean llamados a sorpresa. Asuman sus posiciones y enriquezcan el mosaico de la vida pública que nos comulga a todos por igual. Insisto, construyamos futuro. ¿Dónde están esos análisis y diseños de políticas públicas en ciernes que ofrezcan alternativas para garantizar la seguridad pública? Ya más en el terreno de las alternativas políticas, bien es cierto que el poder legislativo no se ocupa de la política pública. Se ocupa de las leyes. 

Exhorto a estar atentos de toda la información a nuestro alcance. Sigamos de cerca el trabajo de nuestros representantes, más o menos afines. Para poder ser críticos y cuando seamos convocados al voto saber cuáles son nuestras verdaderas opciones. Qué sí se ha hecho y qué puede mejorar. Qué preferimos y porqué. Sin odio ni agresión alguna. Abramos nuestro caparazón de tortuga a la escucha atenta. Apeguémonos a lo que nos produce paz. No nos conformemos con la ira. Ninguna emoción pasajera puede ser el parámetro con el cual podremos constituirnos con más fortaleza como la ciudadanía que ya nos constituye. Entendamos mejor el contexto para darle sentido a lo que a veces parece ser sólo un capricho. No perdamos la esperanza. Hay tantos diálogos que podrían enriquecernos, mientras más escuchemos a quienes son más diferentes. De parte y parte: la escucha es el camino. Sin perder el respeto y sin renunciar al sentido del humor.



Y tú... ¿ardes al ritmo del sol?


Feliz semana...
llena de magia
de tortuga.
 Y que la paz
llegue.





domingo, 9 de octubre de 2022

niño...

 ... de miel.



Este es el cuento de una pequeña creatura de miel cuya guarida era el centro de la luna. Se nutría de un rayito de sol. Se escondía como tortuga en un escudo hecho de cal... hasta habitar el dulce canto del mar. En espera de una reina hecha de barro con quien pudiese bailar a la orilla de su órbita celestial. Junto al sol. De tanto esperar, un día travieso... la luna hizo rodar. Y de ella como plata fundida se desprendió su hogar. A la Tierra fue a dar. Y como velo de nube hizo las estrellas brillar: cada día que la luna entera se dejaba mirar. Se amigó de las ramas de los árboles cada vez que la neblina ondeaba al pasar. Se sumó a la lluvia dando a todos elíxir vital. Con silencio profundo... sólo quería su fallo enmendar. De su mano aquella tuerca alcanzar: para que la luna pudiese entera descansar. Fue así que con la fuerza del viento pudo volar y el rumbo enderezar. El sol... cambió de forma y lugar para con ocho rostros la galaxia entera iluminar. El cauce retomó su lugar y sólo un destino se pudo alumbrar. Todos los astros lograron brillar: sin más. Tan lejos y tan cerca... que de pronto la vida se hizo inmortal. Felices y bienaventurados quienes pudieron amar.


De algún modo en este mundo roto todos estamos anhelando el vuelo capaz de la paz abrazar. El acontecer no cesa. La política nos muestra el rostro de todo lo creíble e inverosímil. A la vez que también parece existir un orden sublime en cada uno de los acontecimientos que ocurren bajo el sol y gracias al brillo de la luna. Hoy llena: colmada de señorío. Hecha una majestad de la mano de Júpiter... cual grandes amigos que juntos los senderos trazaron para sus manos nunca soltar: incluso desprendidos por la fuerza de la gravedad a luces de distancia. Y en esta noche invitarnos a con ellos danzar. Cual premonición de que las cosas buenas están por ocurrir. Si bien antes de que algo sea: puede ser de un modo o de otro... puede ser o no ser. Una vez que cada evento se manifiesta: no pudo ser distinto y por definición... no pudo ser mejor. ¡Qué paradoja! ¡ésta sí del tiempo!. En ese instante en donde el futuro se modela y somos tan libres... es el instante en que la realidad se determina y somos tan escasos de otro modo de ser. Día a día el tiempo se recrea. Día a día la libertad se abre ante nuestras manos: dichosa y entera. Y en el ocaso... cada día se cierra sin poder ser más (ni menos) de lo que es. De lo que somos. Y recordamos. De lo que recreamos y soñamos. Por diminuto que sea el instante de todo sueño posible: jamás debemos renunciar. A hacer el bien. A ser felices. A amar.

Quizá entonces... la paz logremos ser. Sin miedo. Sin guerra. Sin falsos dilemas. Sin otro discurso que el de construir mundo juntos. Tan distintos y tan iguales somos. Tan necesitados de sobrevivir y vivir. Tan urgidos del otro: como de nosotros mismos. De ser íntegros y honestos. De ser.

Aprender a entretenernos sin violencia es quizá un reto ético por excelencia. Porque se abre tal distancia durante el día entre lo que es y deviene siendo. Entre quienes somos y lo que podemos o no conocer de lo real. Entre lo que aspiramos alcanzar y lo que sabemos de nosotros mismos. Que en el transcurrir... nace cierto aburrimiento o nostalgia... cierta espera o anticipación. Y es en ese vacío: lleno de vida... en donde nos volvemos susceptibles de romper con nosotros mismos, con el mundo, con la realidad, con quienes nos acompañan y surge, entonces: la violencia. El quebranto en el cual olvidamos cuantas bellas cosas podemos hacer y construir en vez de violentar o violentarnos. Tenemos el mal hábito de olvidar que no estamos solos y que todo aquello que somos afecta de un modo u otro a todos quienes nos acompañan. Cada uno de nuestro hacer atañe a eso que llamamos: ambiente. Si tuviésemos un poquito de mesura, diéramos un pequeño paso atrás, con prudencia: comprenderíamos que el futuro feliz está en nuestras manos y que sólo sin violencia es posible amar. Pensar. Crecer. Crear. Evitar el silencio de la espera con música. Y dejarnos mecer por el sonido del mar.


Y tú... ¿adivinas los susurros del sol?



Feliz luna llena...
de magia de tortuga.
Linda semana de sol.
Que sea la ocasión para
con verdad
amar.