lunes, 17 de octubre de 2022

sol...

 ... ardiente.



La semana empieza todavía con el brillo esplendoroso de la luna llena de octubre. Siempre la más hermosa. De pronto un halo gigante la rodea... como si fuera poco ya el brillo colorido en cada uno de sus contornos sumados a la luz de su plenitud. En el bosque en donde los senderos son sendas mágicas llenas de romanticismo existencial, el sol se regala tras el viento agradecido que hace bailar y cantar a los árboles en su camino... al ritmo suave de grillos colmados de alegría. Son días de ánimo renovado. La segunda primavera del año: el otoño de nuestra latitud. Las lluvias empiezan a despedirse y todo se anticipa a la llegada del invierno con la anunciación de un cálido fin de año. 

Mientras tanto Rusia no deja de sorprender y ofender al mundo. Un espejo... eso es lo que necesita este necio insistir en la guerra. A estas alturas del partido es una mezcla de desencanto, asombro, lamento y total desaliento el ver pasar los días ante nuestros ojos sin que llegue la paz. Tal parece que los seres humanos nos aferramos a la conflictividad. Nos negamos a ser amados. Preferimos disentir y dirimir nuestra existencia entre el ir y venir del simple poderío.

Quizá la gran enseñanza de la aberración de todas las guerras es que logremos sensibilizarnos ante la debilidad humana. El agravio sobre quienes deben defenderse para existir. Lo cual les debe ser dado por derecho propio. Así también... el no renunciar a la indignación ante el abuso de los más fuertes. Porque en sentido estricto es quien es débil quien recurre a la fuerza y es quien se asume entero ante sí quien se logra sostener en pie.

Queridas tortugas, tenemos mucho mucho de qué comentar en cuanto al acontecer nacional. Destape tras destape... se alza la voz. Lo cual es muy saludable para nuestra democracia. 

Me detendré en la nueva unidad. Brevemente. Detecto una serie de mensajes contradictorios en lo que todavía no podemos comprender como una propuesta. Por supuesto: la algarabía de un "nuevo amanecer"... echar a MORENA de palacio... avivando la inteligencia popular. Sólo hay dos vías para elegir el rumbo correcto y rescatar a México, la gran disyuntiva: la precariedad material y espiritual o el nuevo y mejor camino de inclusión democrática hecha carne. Ya no más sueños...  ¡Bueno! ¡Cuánto desbordamiento romántico! Ya llegó, ya llegó: la hora de la ciudadanía. Potencialidades, éxito, acción, unidad. Sin quejas. Así se instaura la nueva marcha de la humanidad del nuevo camino por venir. En concreto: o sobrevivimos unidos o separados nos colmará la fatalidad. Por eso: derrocar al actual gobierno se hace indispensable y así acariciar el triunfo porque la derrota es segura... "¡que se oiga!".

Entonces, recopilando: amplia unidad opositora, candidatura única, método de selección, candidatura de unidad, gobiernos de coalición. Y "vamos por más." Por si acaso: mayoría en el Congreso de la Unión. Por aquello que te conté.

En conclusión: ¿Qué vamos a hacer para resolver los problemas que enfrenta nuestro país? Interrogante inconclusa. Nada menor el trabajo que tenemos ante nuestra vista. 

Quizá las coordenadas pueden ser revisadas. En México, una república vigente, hay un Presidente Constitucional democráticamente elegido. El triunfo de la esperanza: 2018. Perdió lo raído y decadente de una vía no más próspera. No perdieron a causa del contrincante. El ganó a causa de sí y del apoyo, en consenso, de la ciudadanía. Perdieron porque no tenían nada que ofrecer. Y estamos hartos. Háganse cargo de una vez por todas. Y piensen... ¿cuál es su proyecto? Porque no hay huapango que alcance para ser Nación. Nice touch.

Sí, hemos tenido "problemas en el paraíso": como se dice coloquial e irónicamente. Más de una piedra en el camino. Yo he atravesado amargos desengaños. Decepciones. A mi favor: tengo una voz muy crítica. Y mientras más cerca se siente uno de algo que aprecia: más exigente es. Y yo aprecio la izquierda. Sin resquemor alguno. Lamentablemente: ¡hay ya tantas distorsiones ideológicas! Antes era más sencillo ubicarse uno mismo en el espectro político. Hoy sé, soy más moderada, centro, social demócrata, incluso simpatizo con el centro social cristiano. Liberal y demócrata, sin duda alguna. Lo que sí es que no simpatizo con el fascismo de derecha. Que con una mano señala a las fuerzas armadas y con la otra arde de urgencia por tenerlas a su servicio. Fuera máscaras. El seudo fascismo autocrático de izquierda con tintes conservadores es un dilema... una interrogante. Incluso sociológica. Es la utopía no cumplida. Es el reto desde la izquierda. No será la derecha,  "los conservas", quienes vendrán a darnos clases de moral política resurgiendo del oasis aquél que nos tiene en tales embrollos. Encumbrados en el margen de una coyuntura globalizadora; con virtudes... sí; pero sin sensibilización alguna ante el mérito de vida de lo que la realidad de nuestro país inculca; sin virtud alguna: la falta de empatía social. Para ser más clara: a un líder sindical no se le humilla. No se trata de la persona en particular. Sino de lo que representa. No hay puntos medios, cuando se trata de la garantía de los derechos de quienes han vivido desprotegidos al margen del desarrollo económico social y que, aún así, sostienen una parte importante del entramado socio-político de este país, con la fortuna de gozar sí, porqué no, de "privilegios". Así también alzo la voz por la élite empresarial, a quienes respeto y admiro. La justicia debe ser la medida para la interlocución en la que tratamos de dirimir nuestras diferencias de enfoque en la toma de decisiones. 

En fin. Alianzas veremos... corazones no sabemos: todavía. Por de pronto, consejo para todos y todas los aspirantes de todes los colores: por favor ¡basta de refundar, cambiar, transformar, renacer, amanecer, despertar, iluminar, conscientizar! Lo que se necesitan son soluciones. Permitan que seamos nosotros, la ciudadanía, quien elija con libertad. Este país ya se fundó, siglos atrás. Somos una república democrática legítima y vigente. Basta de socavar nuestra nación para tener una narrativa con la cual motivar. Ahora que las lágrimas empiezan a ponerse de moda. Empecemos con reconciliarnos con nosotros mismos, asumamos todo lo que nos compone. De lo que somos, más o menos, parte. Somos la parte de un todo que se conjuga en unidad, si cada quien cumple consigo mismo.  

Aprendamos a respetarnos todos por igual. Seamos críticos y analíticos pero con la mesura del sabio. Sin menoscabar la integridad de ninguna persona. Aprendamos a ganar y a perder a la altura de las circunstancias. Exijámonos mucho más que el regodeo del impacto mediático, la victimización y la furia de la falaz indignación que sólo proyecta el odio hacia la figura pública como una forma de sanar nuestras propias neurosis y frustraciones. Disfrutemos del diálogo abierto y mediático que nutre de vida política nuestra democracia. Con el ánimo de quien festeja el logro de la comunidad. Hay quienes están tan encerrados en ellos mismos que siguen sin disfrutar cuán lejos hemos llegado. Lo cual impide ver con la urgencia debida el gran trecho que nos falta por alcanzar. La violencia se impone y el odio civil sólo alimenta más tal cultura de desensibilización ante la vida humana. 

Son tiempos de remangarnos la camisa y ponernos todos a trabajar. Para algunos un poco de canción en harapos, para otros un poco de  agárrense de las manos y para todos un mucho de fiesta en América... ¿por qué no? Aprendamos a dialogar y construir en conjunto. Que este país merece más. Somos tantos y tan valiosos que no vale la pena conformarnos con la superflua mediocridad de sólo querer recuperar los pasados perdidos. Lo cual no es sólo fútil e inútil: es físicamente imposible. Entreguémonos a nuestra vocación de futuro. Inventemos el mañana con base en lo que somos en el presente. No temamos a afrontar nuestras realidades y dejémonos sorprender por la capacidad creativa que nos comulga con dignidad como seres humanos.

Sí, el pasado nos muestra "la senda que nunca se ha de volver a pisar"... al mismo tiempo que es el único espejo en el que nos podemos reflejar para saber quiénes somos, quiénes queremos ser y cuáles nuevos senderos podemos construir. La dialéctica de la historia es implacable. Por eso, no depende de nosotros que se cumpla. Se entreteje por sí misma y sólo llegamos a comprenderla una vez que podemos situarnos un paso adelante del presente. Honrándola y dándonos la oportunidad de hacer las cosas de modos diferentes, o no. Forjando identidad y cultura. Aceptemos que hay cosas ya fincadas: para bien. Y mejor concentremos nuestros esfuerzos en las asignaturas pendientes del presente para no clausurar la posibilidad de un futuro feliz.

Estemos muy atentas mis queridas tortugas mágicas porque serán dos años maravillosos. Nos veremos crecer: eso es un hecho. 

Una breve acotación sobre la responsable decisión de prolongar la estadía de la Guardia Nacional como cuerpo civil al abrigo de la arena de las Fuerzas Armadas: los legisladores no pueden darse el lujo de aceptar públicamente que no confían en sí mismos y que su trabajo no se cumple a cabalidad (porque su trabajo en comisiones no se hace). Un poquito de vergüenza y congruencia. Si creen en sus alegatos, alisten su trinchera para dar la batalla en nombre de los derechos humanos, ser garantes y contrapeso de que no haya rumbos indeseados en la necesidad palpable de que las cosas están como están. Asuman su responsabilidad y ocúpense ustedes también de cumplir su mandato constitucional. Sin ventaja política. Sin dramatizar. Con respeto y compostura. Con responsabilidad y diálogo. Y por el bien nuestro. Gran parte de su trabajo es no estar conformes. No sean llamados a sorpresa. Asuman sus posiciones y enriquezcan el mosaico de la vida pública que nos comulga a todos por igual. Insisto, construyamos futuro. ¿Dónde están esos análisis y diseños de políticas públicas en ciernes que ofrezcan alternativas para garantizar la seguridad pública? Ya más en el terreno de las alternativas políticas, bien es cierto que el poder legislativo no se ocupa de la política pública. Se ocupa de las leyes. 

Exhorto a estar atentos de toda la información a nuestro alcance. Sigamos de cerca el trabajo de nuestros representantes, más o menos afines. Para poder ser críticos y cuando seamos convocados al voto saber cuáles son nuestras verdaderas opciones. Qué sí se ha hecho y qué puede mejorar. Qué preferimos y porqué. Sin odio ni agresión alguna. Abramos nuestro caparazón de tortuga a la escucha atenta. Apeguémonos a lo que nos produce paz. No nos conformemos con la ira. Ninguna emoción pasajera puede ser el parámetro con el cual podremos constituirnos con más fortaleza como la ciudadanía que ya nos constituye. Entendamos mejor el contexto para darle sentido a lo que a veces parece ser sólo un capricho. No perdamos la esperanza. Hay tantos diálogos que podrían enriquecernos, mientras más escuchemos a quienes son más diferentes. De parte y parte: la escucha es el camino. Sin perder el respeto y sin renunciar al sentido del humor.



Y tú... ¿ardes al ritmo del sol?


Feliz semana...
llena de magia
de tortuga.
 Y que la paz
llegue.





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