jueves, 27 de octubre de 2022

democracia...

 ... viva.



Son tiempos de sumar esfuerzos para mantener las condiciones que nos han permitido ser un país democrático. Un país capaz de transitar los espacios de libertad ideológica con base en reglas claras. Dado el orden actual, y las instituciones que nos sostienen, es posible habitar con éxito los próximos procesos electorales. Yo defiendo el INE.

No son tiempos propicios para debatir acerca de reformas electorales. Los consensos son estrechos. Pesan las mayorías que con euforia suman la voluntad en torno al discurso gratificante de una causa común en ciernes. Tanto como falta el contrapeso idóneo para un diálogo justo. 

De lo que no cabe duda es de que la sociedad alzará la voz y a nuestro favor correrán los vientos de la unidad necesaria para preservar el espíritu democrático consolidado en hechos, de la mano de todos los esfuerzos construidos por décadas. No hay virtud en ahora buscar ventajas, desde el poder de la mayoría, para verse favorecidos en las urnas sin el mérito propio de su gestión. Insistir en esta vanidad: sólo fortalece el ímpetu de quienes se resisten a reconciliar la legitimidad de los hechos en la actualidad. Impaciencia de ambas partes que impide florezcan los frutos de la democracia.

Si bien las trincheras ya no son tales. Las batallas en el seno de las diferencias legítimas y el diálogo libre: serán siempre vigentes. La lucha por la justicia y la defensa de los derechos humanos. En el marco de nuestra vocación universal como humanidad. Contextos tales en los cuales todos somos valiosos. No es un terreno de enfrentamiento entre conceptos vacíos ni aparentemente irreconciliables. En el caso que aquí  nos ocupa, se trata de garantizar tal legitimidad de la diferencia y la libertad del diálogo plural. Sin odio y sin bastión. Con voluntad y escucha. En aras del consenso por el bien común. No desde una fracción que asume su idea del bien como el bien común. Porque lo que lo hace común es que todos nos sintamos identificados con aquello que apreciamos como bueno en cada uno de nosotros y para la comunidad. No sólo la mayoría. Lo cual es casi una utopía, podría decirse. Sin embargo, para que la mayoría alcance su legitimidad necesita un sustento común, por mínimo que sea. Y lograr una base mínima (la ley, las reglas del juego, valores y anhelos compartidos, incluso: un mínimo sustrato ideológico) implica una certeza: la capacidad de comunicarnos a través del reconocimiento del otro, no como ajeno sino, precisamente, como común y, por ende, con respeto. Con lo cual damos un paso al frente en la posibilidad de estar dispuestos a cambiar alguno de nuestros puntos de vista y un paso atrás con mesura para convencer con franqueza (con argumentos objetivos). Escuchar y hablar sin violentarnos. Una mayoría sorda se deslegitima por sí misma, una minoría obtusa se disminuye por sí misma. De tal suerte que podamos dibujar nuevas tesituras a la luz de nuestros ideales compartidos y delinear los espacios políticos de verdaderas alternativas. Sin estigmas. Sin descalificaciones. Volver a nombrar el sentido de lo que distingue una opción política de otra; con base en proyectos que aspiren a dar soluciones viables a problemas específicos, de la mano de la sociedad en su conjunto. Y transitar el poder a través de justas elecciones.

Es una época para renacer desde nuestras contradicciones y reconciliar la posibilidad de que un mundo unido y en paz es posible. Sin necesidad de postular enemigos ni adversarios. Es decir, sin necesidad de depositar en el mal del otro: el bien de uno mismo. Sin procurar caminar a la sombra de escenarios fatales. Sin apelar al pasado perdido. Con vista al presente para proyectar en el futuro: una alternativa justa. Un espacio en el cual todos quepamos sin importar quién pierda o quién gane. Con altura y grandeza. Y por esto: #YoDefiendoElINE ... ¿tú?

Reunámonos en torno a todo lo que sí puede ser hecho. Renunciemos a señalar el defecto como única vía de diálogo con la comunidad. Alcemos la voz llenos de convicción en que apelando a las reglas del juego: el concierto democrático irá poco a poco alcanzando una armonía sinfónica. En la cual todas y cada una de sus partes son igualmente indispensables.

Avancemos, hay muchos temas por los cuales compete abrir diálogos francos. Y construir escenarios políticos colmados de humanidad. 


Por de pronto...una pausa: 

Este es el cuento de cinco estrellas mágicas. Cada una de ellas duerme bajo un sinnúmero de figuras épicas. Su propósito es lograr distinguirse una de la otra. Cada una posee un don, un talento, una virtud, un encanto, un destino, una buena fortuna, una melodía, el brillo de una luz, un amor. Juntas son el canto del arcoíris que atraviesa el umbral del horizonte: haciendo todo realidad. El dilema es descifrar en cada uno de sus rostros: su verdad. Para así descifrar el color que les pertenece. Son silentes. Basta su presencia para sentir el vuelo de la conmoción. Son alegría feliz. Dicha y felicidad pura. Bondad y belleza. Amistad y solidaridad. Palabra ardiente y sonriente complicidad. Y de cierta forma son una gran galaxia. No se pueden desprender entre sí. Como si habitasen un único corazón. Un alma compuesta de fragmentos inseparables que, en comunión, sostienen el hálito vital; en unidad. Constituyen la forma de una silueta corpórea, que sólo es plena, en conjunción con el esplendor que de ellas emana. El misterio que las convoca trastoca el espacio bajo un mismo tiempo. Como guardianas de todo lo que dota de sentido la nobleza de la vida. Indispensables e irrenunciables. Son paz. Son amor grande y puro. Justicia y entrega. Valentía y carácter. Entusiasmo y esperanza. Vitalidad y motivación. Connotan significado profundo y se ocultan. Son el sueño cumplido que arropa de fe cada mañana. Así, al caer la noche se entrelazan... acariciando el futuro prometido... con la certeza de su ser. ¿Cuál será la mirada que logre mostrar su faz sin simulacros? ¿Serán todas al unísono? ¿O será en ellas el reflejo de un mismo sol? 


Y tú... ¿conservas el milagro del cielo en tu corazón?



Jueves de magia
de tortuga...
hoy es un buen día
para sonreír...
y amar.
¡Abrazos
queridas tortugas!




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