domingo, 9 de octubre de 2022

niño...

 ... de miel.



Este es el cuento de una pequeña creatura de miel cuya guarida era el centro de la luna. Se nutría de un rayito de sol. Se escondía como tortuga en un escudo hecho de cal... hasta habitar el dulce canto del mar. En espera de una reina hecha de barro con quien pudiese bailar a la orilla de su órbita celestial. Junto al sol. De tanto esperar, un día travieso... la luna hizo rodar. Y de ella como plata fundida se desprendió su hogar. A la Tierra fue a dar. Y como velo de nube hizo las estrellas brillar: cada día que la luna entera se dejaba mirar. Se amigó de las ramas de los árboles cada vez que la neblina ondeaba al pasar. Se sumó a la lluvia dando a todos elíxir vital. Con silencio profundo... sólo quería su fallo enmendar. De su mano aquella tuerca alcanzar: para que la luna pudiese entera descansar. Fue así que con la fuerza del viento pudo volar y el rumbo enderezar. El sol... cambió de forma y lugar para con ocho rostros la galaxia entera iluminar. El cauce retomó su lugar y sólo un destino se pudo alumbrar. Todos los astros lograron brillar: sin más. Tan lejos y tan cerca... que de pronto la vida se hizo inmortal. Felices y bienaventurados quienes pudieron amar.


De algún modo en este mundo roto todos estamos anhelando el vuelo capaz de la paz abrazar. El acontecer no cesa. La política nos muestra el rostro de todo lo creíble e inverosímil. A la vez que también parece existir un orden sublime en cada uno de los acontecimientos que ocurren bajo el sol y gracias al brillo de la luna. Hoy llena: colmada de señorío. Hecha una majestad de la mano de Júpiter... cual grandes amigos que juntos los senderos trazaron para sus manos nunca soltar: incluso desprendidos por la fuerza de la gravedad a luces de distancia. Y en esta noche invitarnos a con ellos danzar. Cual premonición de que las cosas buenas están por ocurrir. Si bien antes de que algo sea: puede ser de un modo o de otro... puede ser o no ser. Una vez que cada evento se manifiesta: no pudo ser distinto y por definición... no pudo ser mejor. ¡Qué paradoja! ¡ésta sí del tiempo!. En ese instante en donde el futuro se modela y somos tan libres... es el instante en que la realidad se determina y somos tan escasos de otro modo de ser. Día a día el tiempo se recrea. Día a día la libertad se abre ante nuestras manos: dichosa y entera. Y en el ocaso... cada día se cierra sin poder ser más (ni menos) de lo que es. De lo que somos. Y recordamos. De lo que recreamos y soñamos. Por diminuto que sea el instante de todo sueño posible: jamás debemos renunciar. A hacer el bien. A ser felices. A amar.

Quizá entonces... la paz logremos ser. Sin miedo. Sin guerra. Sin falsos dilemas. Sin otro discurso que el de construir mundo juntos. Tan distintos y tan iguales somos. Tan necesitados de sobrevivir y vivir. Tan urgidos del otro: como de nosotros mismos. De ser íntegros y honestos. De ser.

Aprender a entretenernos sin violencia es quizá un reto ético por excelencia. Porque se abre tal distancia durante el día entre lo que es y deviene siendo. Entre quienes somos y lo que podemos o no conocer de lo real. Entre lo que aspiramos alcanzar y lo que sabemos de nosotros mismos. Que en el transcurrir... nace cierto aburrimiento o nostalgia... cierta espera o anticipación. Y es en ese vacío: lleno de vida... en donde nos volvemos susceptibles de romper con nosotros mismos, con el mundo, con la realidad, con quienes nos acompañan y surge, entonces: la violencia. El quebranto en el cual olvidamos cuantas bellas cosas podemos hacer y construir en vez de violentar o violentarnos. Tenemos el mal hábito de olvidar que no estamos solos y que todo aquello que somos afecta de un modo u otro a todos quienes nos acompañan. Cada uno de nuestro hacer atañe a eso que llamamos: ambiente. Si tuviésemos un poquito de mesura, diéramos un pequeño paso atrás, con prudencia: comprenderíamos que el futuro feliz está en nuestras manos y que sólo sin violencia es posible amar. Pensar. Crecer. Crear. Evitar el silencio de la espera con música. Y dejarnos mecer por el sonido del mar.


Y tú... ¿adivinas los susurros del sol?



Feliz luna llena...
de magia de tortuga.
Linda semana de sol.
Que sea la ocasión para
con verdad
amar.




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