martes, 6 de junio de 2017

sueños...

y deseos...

Una parte de nosotros, la que despierta mientras dormimos, muchas veces conoce mejor que nosotros: el destino de los días por venir. No siempre logramos comprender el significado del relato de nuestros sueños, probablemente, porque nuestro ser de vigilia interfiere con el símbolo onírico de nuestra conciencia. Ese signo de verdad no revelada que se descubre a sí mismo, una vez que logra derrumbar todas nuestras resistencias, permitiéndonos observar quiénes somos; más allá de lo que estamos dispuestos a reconocer de nosotros mismos.

La relación de nuestra psique con nuestros sueños es un espacio en el cual la reconciliación habita la posibilidad de vivir en el presente, liberados del pasado y dispuestos a la apertura de un futuro infinito.

Solemos expandir tales símbolos a nuestra vida, o viceversa, con el propósito de enriquecer la experiencia de nuestra conciencia en su aventura en pos del discernimiento. Distinguir, entre la verdad y la realidad, es el hito que compone nuestro acto de conciencia, es la posibilidad misma de la conciencia.

Existe una brecha infranqueable entre lo real y lo verdadero: la apertura a la interpretación, el camino de la relatividad, los senderos de la libertad, el espacio propio de la creatividad. El mundo humano, en sus distintas manifestaciones, se desenvuelve en este resquicio que se cifra como un punto detenido en el infinito que, a su vez, puede ser en sí un infinito colmado de posibilidades. 

La magia de la verdad, aquélla que se interroga incesantemente a sí misma, consiste en el reto de lograr acercarnos a lo real de tantas formas como seres humanos existen. Sin por ello, tener que confrontarnos entre sí. Es el suave instinto de la intuición lo que nos da la clave para reconocer qué tan cerca, o qué tan lejos, están nuestras construcciones mentales de la realidad. 

Sostenidos por un estadío intermedio en el cual los consensos generan el falso ser ahí de lo real que se legitima por el falso ser ahí de lo verdadero. En un breve lapso de tiempo. Si prolongamos la suposición de tales consensos, olvidamos que solo son una acotación de nuestra imaginación y sucumbimos ante la enajenación de nuestras facultades inteligentes. Muchas veces motivados por el vivificante sentimiento de sentirnos seguros ante el acontecer de nuestras vidas.

Mediaciones que nos permiten construir sentido en comunidad, construir un mundo común, movernos, hablar y existir sin la ansiedad de nuestro vacío de inmediatez, al ser seres mediados por el hito de nuestra conciencia. Las leves certezas que nos permiten despertar cada mañana. Seres limitados por la dialéctica de la experiencia de la conciencia. No carentes... ricos en posibilidades pero impedidos de acceder a lo real sin alguna de nuestras mediaciones. Elegir con justicia tales mediaciones es lo que nos permite aprender a discernir qué es lo correcto. 


Y tú... ¿reconoces el límite de tus verdades?


Un breve anticipo de mis reflexiones, a partir de Hegel, sobre qué es la conciencia y cómo la podemos explicar a partir de nuestras funciones cerebrales... si es que así fuere. Quedando latente una interrogante que me planteó uno de mis más amados seres: al morir... si aceptamos que quienes mueren logran manifestarse en modo alguno, hacerse presentes expresando intencionalidad alguna, cómo lo hacen si su cerebro ya no está funcionando... La cual sigue rondando mi cabeza... Claro! habría, primero, que admitir que las personas fallecidas pueden comunicarse de algún modo consciente con nosotros: los aún no fallecidos... lo cual, soy honesta, no puedo descartar por completo, con base en experiencias propias. Las cuales están más cerca de la mística. Sin embargo, no podemos negar los misterios que nos habitan y se nutren de la certeza de nuestra experiencia intuitiva y sensible. El saber es el arte de reconciliar tales misterios con la elocuencia del significado que otorguemos a la realidad. A saber: la aspiración de toda ciencia y la motivación de la filosofía en sí. Se aceptan comentarios!!! No sean tímidas tortugas mágicas, compañeras de aventuras y de reflexiones vívidas. Ya que estoy en los albores de lo que será uno de los libros más largamente esperado y acariciado por la voluntad de mi corazón... Gracias.

Felices día de lluvia queridas tortugas amigas!!!





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