jueves, 1 de junio de 2017

la humedad...

... caricia suave del mar.

Existe un equilibrio entre el calor y el frío de nuestra temperatura. Una conjugación latente que nos brinda el estado de nuestro ser cada día. La forma en que nos relacionamos con nuestro cuerpo, nuestro entorno, la naturaleza, el modo en que nos contienen nuestras relaciones afectivas y, en general, las relaciones con otros seres humanos, suman el conjunto de circunstancias de nuestra temperatura. Nuestro tiempo interno. 

De esta manera, la calidez de un rostro amable, el entusiasmo del enamoramiento, la intensidad del amor, la alegría de la amistad, o el témpano de la distancia, el frío de la indiferencia, el vacío de la violencia, el titilar de la soledad... nos llevan a través de viajes en donde habitamos tormentas, días de sol, calores y humedades, la lluvia leve que no cesa, el viento que nos refresca, el desierto que nos quema. Como si fuéramos los habitantes de un navío o un aeroplano. Como si nos lanzáramos en paracaídas o nadáramos sin salvavidas las inmensidades de los ríos. O simplemente nos tumbáramos a la intemperie en un jardín apacible. 

Todavía no decido si somos una temperatura hecha de tiempo o un tiempo hecho de calores y humedades. En donde el frío es el balance que nos permite permanecer... y en exceso: desaparecer.


Y tú... ¿eres el dueño del termómetro de tu tiempo... o te dejas llevar por el reloj de tus humedades?




Abrazo de junio...
que el sol llene de magia
los días de lluvia y 
las aguas llenen de frescura
los días de sol
con un poco 
...de hechizo de tortuga.









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