domingo, 4 de junio de 2017

música...

...hecha de tiempo.


Solo la música logra detener el tiempo en cada uno de sus movimientos. Permitiéndonos revivir, una y otra vez, a través de ella, los latidos de nuestro corazón... atrapados en un momento que parece logramos contener. 

La música, con su efímero tiempo, nos regala un pedacito de la eternidad. Un espacio del pasado, una promesa del futuro, un olor perdido en nuestra memoria, una alegría renovada o la liberación de alguna de nuestras tristezas. Con la esperanza de hacer realidad todo aquello que soñamos, y sentimos, cada vez que escuchamos una canción. De cierta manera, cada uno habita una melodía única, que logra grandes sinfonías o disonancias, de acuerdo con quien nos acompañe. 

No todos gustamos de dejarnos enamorar por la música. Hay quienes prefieren relegar en ella el lugar de la nostalgia, de la tragedia... esa melancolía que lleva por nombre: resignación... la renuncia de todo lo que podemos llegar a ser... por miedo a arriesgar la persona que nos hemos acostumbrado a ser. Sin valor de confrontar a quienes nos aprueban y se satisfacen con valorarnos conforme al espejo de su propia vida, sin respeto ni generosidad. Finalmente, si ya estamos cómodos... cuál es el propósito de arriesgarnos por algo diferente. Porqué crecer más si ya somos suficiente para lo que nos exige nuestro entorno. 

Hicimos un mundo que se satisface con la obediencia... la discreción... el silencio... la complicidad del poder... la mentira... la ventaja... la competencia... la arrogancia y la soberbia solapadas de estándares de eficiencia... Sin placer... sin tiempo para la vida... No termino de lograr imaginar quiénes seremos en 20 años... quiénes habrán sobrevivido a la voracidad que nos arrastra. ¿Los mejores? ¿los más aptos? ... ¿A qué precio? ¿cuánto tiempo más durará la ilusión de las redes sociales que opaca la infinita soledad que nos habita? ¿seremos capaces de volver a conversar viéndonos a los ojos? ... ¿Lograremos dejar de ser esclavos del dinero? ¿aprenderemos a ser libres? ¿amaremos?...

La música también puede ser un resguardo de felicidad en ese nuestro cómodos estar. Sin embargo, no debemos desdeñar la posibilidad de interrogarnos y acrecentarnos. Pues la vida guarda tesoros y sorpresas que pocas veces logramos imaginar. Vivimos en un mundo que nos repite una y otra vez que no existe otra manera de vivir... sería sabio preguntarnos si esta forma en que nos hemos acostumbrado a habitar la vida es la única posible, la mejor para nosotros... la más virtuosa... la más feliz. Hay tantas señales de que estamos lejos de haberlo logrado, entonces, porqué... porqué... nos es tan difícil salir de nuestro caparazón y simplemente amar... amar la vida, amarnos a nosotros mismos, amar a otros seres humanos, dar de nosotros un poquito más... guardar un espacio para solo vivir. Sin más exigencia que el regalo de una sonrisa.


Y tú... ¿quieres construir un mundo mejor: un mundo realmente feliz para todos...?




Feliz Pentecostés
amadas tortugas...
no permitan que nadie
les impida seguir
el llamado de su deseo.
Que el Espíritu Santo
vierta sobre nosotros
la luz de la esperanza y
la fuerza para reinventar
nuestro presente.
Amén.





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