... en el encuentro.
Hay cierta magia que nutre las relaciones humanas. Dos personas que se encuentran, mutuamente y la una en la otra, entrelazan sus destinos. Dejan una huella en su memoria. Hay más de un modo de coincidir con otro ser humano. A veces, basta un punto de vista. Es así como nace el cariño. Es así como se descubre el amor. Es así como se nutre el apego profundo de la familia.
Con toda naturalidad somos llamados, desde que nacemos, a un sin número de relaciones vitales que le dan sentido a nuestra existencia. El apego, el cariño y el amor son las emociones más felices que un ser humano experimenta. Nos conforman y se conjugan. A la par que abren nuestro horizonte a la vida común. Son regalos de vida.
Existe más de un apego, más de una forma de sentir cariño y más de un amor en nuestras vidas. El amor es inmenso. Empieza con el vínculo más profundo del hogar, indisoluble, y llega a al cúspide en el encuentro amoroso de la pareja, por breve que sea. Afortunados somos.
Cuando nos concentramos en los sentimientos nobles y puros, en las verdaderas emociones profundas, descubrimos no sólo cuán sencilla es la bondad de la vida, también experimentamos la plenitud: sin necesidad de mucho más que la simple convivencia humana. Es así como la verdadera complejidad se abre ante nuestros ojos. Porque aprendemos a ver, a través de otros ojos, la gran riqueza de vida que es cada ser humano. Con prudencia, mesura, humildad, modestia y generosidad. Cualidades excelsas.
Y tú... ¿coincides con entrega sincera al encuentro?
Buen descanso
estimadas
tortugas.