martes, 18 de noviembre de 2025

paz...

 ...del corazón.



Basta contemplar un momento de paz de la naturaleza para sentir que los seres humanos no somos llamados a la violencia. ¿Cómo se tuercen los caminos cuando un ser humano se concibe a sí mismo como un ser violento? Es casi incomprensible. Pero el mundo está necesitado de comprender estas manifestaciones de la vida humana que tanto nos lastiman. Insisto, quienes elegimos la paz, en estos tiempos revueltos, no podemos más que cultivar un nido propio de armonía y brindar lo mejor de nosotros. Con gratitud.

¿Por qué con gratitud? Porque se vuelve un privilegio estar vivos y poder vivir en paz. Poder estar con seres queridos y tener una sonrisa que brindar. Brindar también aliento y solidaridad. Tanto como recibir amor. Encontrar en nuestros corazones consuelo. Reconocer nuestra capacidad de reconciliar lo incomprensible con nuestros anhelos de un mundo mejor. Con esperanza en que hay soluciones venideras que nos brindarán paz social. Por muy difícil que ahora todo aparezca ante nuestros ojos cuando tratamos de mirar hacia el mundo y comprenderlo. 

Es en nuestra vida cotidiana que hacemos la diferencia cada día. Sin fanatismos. Privilegiando las prioridades del alma. Cultivando un buen carácter. Con generosidad. Con ahínco en las bendiciones que recibimos cada día. Y deseando lo mejor para la humanidad. Hacer un oficio de nuestra voluntad por contribuir a una mejor manera de vivir. No sentirnos presos de nuestra circunstancia, por adversa que sea. Con fortaleza. Porque problemas tenemos todos. Levantarnos cada mañana con la certeza de estar vivos por una buena razón. Y dar lo mejor de nosotros en nuestras tareas cotidianas. En nuestra relación con otros seres humanos. Ser. No permitamos que el miedo se apodere con terror de nuestra visión de la vida y del mundo. Sostengámonos con fuerza unos a otros en la batalla por preservar intactos nuestros corazones. Por vivir en paz.


Y tú... ¿duermes tranquilo?

Lindo día
lleno de magia
de tortuga
para ustedes.
GRACIAS.


lunes, 17 de noviembre de 2025

compartir...

 ... es vivir.



¿Qué sería de nuestras vidas sin el compartir? Somos seres llamados a la vida común. A convivir. Es en la sorpresa del encuentro con el otro que descubrimos nuestra vocación vital. Nos gusta estar informados y saber de la presencia de otras vidas en nuestra vida. Sentirnos escuchados y comprender otras voces. En comunidad. Pertenecer y sabernos parte. El milagro de la convivencia se logra al menos entre dos. Se superan las diferencias porque hay algo común que nos reúne. Desde lo afín. El respeto. Desde objetivos que se comparten. Desde el compartir.

Es triste constatar que muchas personas no lo viven cual incentivo de paz. Muchas veces las personas se reúnen bajo alguna afiliación para confrontarse entre sí con otras personas, sin importar la causa. Dicen que la unión hace la fuerza. Pero hay de uniones a uniones. Compartir no es un llamado a que el fin justifica los medios. Hoy en día la competencia por verdades absolutas, de la mano de la propaganda y las redes sociales, es una constante en los países. Así como las guerras no cesan. Y vemos amenazas del surgimiento de nuevos conflictos bélicos. El deterioro de la vida también es el deterioro del compartir: en paz. 

Parece existir un malentendido entre unir experiencias y vivir en pie de alguna batalla, al menos, en contra de la opinión de otro ser humano. En México vivimos una gran incertidumbre. Por más que uno se esfuerce en estar bien informado. Hay dos narrativas, disímiles y en paralelo, que cubren todo el entramado de comunicación mediática. Cómo saber qué está pasando en verdad. Sólo se puede saber de la vida personal de uno mismo. Y tener percepciones al respecto de la vida común. Sólo podemos hacernos cargo de nosotros mismos y de nuestras opiniones. Sin terminar de forjar una opinión definida. Porque en cualquier caso sería tomar partido por una u otra causa en pugna. Qué gran dilema. Yo prefiero no pronunciarme al respecto y recibir la información con mesura. Reconociendo que no sé lo que pasa en realidad. Es triste que una manifestación no cumpla su cometido pacífico. Sin importar la causa. Cuando un grupo de ciudadanos deciden alzar la voz y hacer presencia en las calles, cada quien puede sumarse en solidaridad, o no sumarse en solidaridad... libremente. La libertad es fundamental para la vida en sociedad. Con igual respeto a todas las partes. Soy muy ingenua e idealista: lo sé. 

Yo ahora, a mis 52 años, prefiero observar a lo lejos. Porque no entiendo lo que pasa. Sólo se evidencia violencia y más violencia. De todos tipos. Y me pregunto cuál será el evento que hará voltear a México, y al mundo, hacia los caminos pacíficos en todos los ámbitos vitales. Tenemos problemas serios en esta materia. Quizá debiésemos unirnos en torno a soluciones. Todavía no alcanzadas. No son sólo las marchas...parece que sí hay descontento. Y no es sólo la narrativa oficial... parece que sí hay contento. ¿Por qué no convivir en paz? Con derecho a estar en descontento por los resultados de gobierno y con el mismo derecho a estar contento por los resultados de gobierno. O sin pronunciarse al respecto. Sin batalla mediática mediante. Parece imposible. Vemos cómo en otros países atraviesan realidades similares. Divide y vencerás parece ser la estrategia de las distintas élites mundiales. ¿Por qué los liderazgos, oficiales y no, en todo el mundo anhelan cosechar un mundo partido por la mitad: entre supuestos buenos y malos? Entre la pugna por verdades absolutas. Sin paz y sin respeto. Cultivando el miedo como forma de vida.


Y tú... ¿sientes que puedes estar informado?


Buen inicio de semana
queridas tortugas.


sábado, 15 de noviembre de 2025

hábitos...

 ... de serenidad.



Cultivar la calma es una labor cotidiana. Una elección. El hábito es la costumbre de hacer lo que nos es propio. Pertenecernos a nosotros mismos a través de nuestras costumbres. Es una forma de construirnos moldeando nuestros actos. Con perseverancia. 

Para alcanzar el recinto de nuestra paz interior nos es dado el hábito de la serenidad. Un lugar en el cual las emociones no se desbordan. El punto medio en nuestro actuar. Un modo de ser ecuánime. Un justo medio modo de ser. Con paciencia.

La amabilidad y la dulzura. El buen ánimo y la ternura. La generosidad y la entrega. Acompañado de un sereno compartir. El caminar de la mano con camaradería. El apreciar la soledad en paz. Todas emociones que se plasman como un mosaico de gran solidaridad. Incluso con uno mismo. Todos valores que inculcan la calma de nuestros días. Con acierto.

En conclusión, una vida con moderación y bondad. Lo cual finca mejores decisiones de vida. Con madurez.

El ahínco del cual dotamos nuestra vida pone énfasis en emociones de satisfacción propia que nos permiten alcanzar bienestar. Con mesura.


Y tú... ¿aceptas la serenidad en tu vida?


viernes, 14 de noviembre de 2025

amor...

 ... es convicción.



Cuando preservamos en nuestros corazones la certeza del amor nos fortalecemos para llevar a cabo grandes esfuerzos y logros. Hay una fuerza particular que sólo la brinda la convicción en que el amor es una realidad. El amor sana. Brinda alegría. Y aunque el mal de amores también implica dolores...nunca podemos lamentar habernos entregado a la fuerza del amor. Es un sentimiento único. Que nos permite ir más allá de nuestros propios límites. Nos recuerda el valor de nuestra vida y nos acerca a nuestros seres queridos. El amor vence barreras inimaginables. Aparece como milagro ante la simpleza de la existencia. Dotando de un carácter extraordinario a la vida humana. El amor nos sostiene. 

¿Por qué una convicción? Porque el amor se vive y se acrecienta en la medida que somos conscientes de su carácter indispensable para la felicidad en plenitud. Las alegrías del amor no son simples ni cotidianas. Son excepcionales. Descubrirlas cada día es un acto, también, de convicción. No podemos darlo por sentado ni olvidarlo. Pero lo hacemos a voluntad propia para acrecentarnos a nosotros mismos. Por muy heridos que nos encontremos en el camino de nuestras vidas: el amor es irrenunciable. 


Y tú... ¿te entregas a la fuerza del amor?

¡Feliz viernes
lleno de magia
de tortuga!


jueves, 13 de noviembre de 2025

bondad...

 ... es en el alma.



Una de las grandes interrogantes de la vida: es poder definir la bondad. Definitivamente es un sentimiento que nos habita. Un acto de consciencia. Y también una forma de actuar. El alma tampoco es un concepto sencillo. Inclusive es un cuestión de fe. Cada ser humano tiene sus distintas creencias al respecto. Como también existe más de una religión y quienes no profesan alguna. ¿Será por eso que hoy el mundo está inmerso en un profundo caos?... Es decir: la disputa sobre la bondad y la falta de escrúpulos (el cinismo)... nos condenan a los horrores del presente. ¿Es acaso una virtud renunciada por más de una persona? O es un acto de arbitrariedad el adueñarse de su potestad. Compitiendo por el bien cual contienda electoral. ¿Cuándo las disputas sobre la moralidad socavan la vida pública para enfrentarnos unos entre otros en aras de causas sociales? ¿O siempre ha sido así la arena de lo común? 

Sin pretender entrar en su contraparte y una discusión igualmente añeja sobre qué es el mal. Parece notorio que enfrentamos problemas en donde estamos sujetos a la mala voluntad de otros seres humanos. O, al menos, a la ausencia de bondad. ¿Cuáles son los límites del libre albedrío que no deben jamás trastocarse y mucho menos transgredirse? Parece que vivimos en un mundo en que cohabitamos con personas que han renunciado a la bondad. Supongo que tal renuncia a sí mismos y a una parte importante de su alma, o vida anímica y psíquica, en más de un caso se trata de sustentar en alguna suerte de argumento. Porque debe ser difícil renunciar a ser humano de tantas formas posibles. Permitirse como seres humanos el deterioro ético hasta cometer crímenes violentos. ¿Qué caminos son esos ante los cuales quienes no renunciamos a la bondad estamos expuestos? ¿Y por qué proliferan de más de un modo? A la par de un mundo próspero. Porque no todo son desgracias y agendas del miedo que inculcan incluso terror. Estamos ante realidades en paralelo. A medida que, desde más de una realidad, parecería que todo se desmorona y cae a pedazos. Hay quienes todavía pueden inculcar en su vida: lo bueno. Y vivir en paz sin enfrentar precariedad o sin estar expuestos a imperiosas necesidades. Lo cual es una buena noticia. Es una esperanza para encontrar mejores senderos sociales. 

Se vuelve difícil distinguir la bondad de muchas formas. A la vez que cada día es una ocasión para hermanarnos entre humanos, compartir dichas bondadosas y ser generosos. Enfrentamos más de una paradoja. Pero los problemas son serios. Yo me pregunto si desde las altas esferas mundiales del poder, desde instancias con medios para actuar, existen reflexiones profundas al respecto. O lo único posible es ir sorteando los embates en el día a día con la esperanza de, con el tiempo, construir un mundo mejor. Todos los esfuerzos son loables. Menos la ideologización de la vida moral. Debemos ser seres éticos capaces de distinguir la diferencia entre lo común y lo personal. Porque los problemas serios se politizan y se vuelve una batalla de opiniones que pugnan por una verdad más fidedigna y eso nos separa de nuestra propia humanidad. Fomenta la indiferencia hacia el hecho real en su proceso de mediatización. Y luego nos violenta entre seres humanos en aras de entronar una sola posibilidad de comprender la realidad, fabricando una falsa rivalidad que sólo contribuye para los fines de acumulación de simpatizantes. Ser humano es ser más que un voto o un simpatizante. O ser parte de una red social tecnológica o en la práctica. Las manifestaciones sociales sufren una escala de violencia. Y en contraposición las calles se blindan. Es una tristeza no poder manifestarse en las calles en paz y sin causar disturbios... es decir: cívicamente. Con respeto. En un espacio de diálogo libre para tomar todos consciencia de la necesidad de soluciones. El apoyo solidario. Incluso el inconformismo. 

En la práctica, hablar de bondad nos queda ya muy lejos. La vida, en su inmediatez, obliga a actuar con pragmatismo. Y cada quien vive las desgracias e infortunios globales a su manera. Procurando un lugar de bien, de paz, de certeza, de seguridad. A pesar de que vemos que esos espacios se agotan cada vez más cerca de nuestras casas. Y no es que por eso se vuelve relevante un problema. Simplemente es la dimensión de las dificultades las que se cercioran a medida que faltan soluciones. Se trate del país que se trate. ¿Cuál es el objetivo de los líderes? ¿Qué está a nuestro alcance? Además de dar gracias por cada día de vida. Es triste conocer con tanta efectividad y eficiencia lo que ocurre. Gracias a la tecnología, hoy somos ciudadanos más conscientes de los problemas que nos aquejan y de lo impotentes que somos ante las soluciones. Dependemos de nuestros gobiernos y de la cooperación internacional para ver con esperanza el futuro. Ojalá el trabajo que se hace dé cada día más frutos. Y veamos también en las noticias: el mundo cambiar. Sabiendo que quienes no renunciamos a ser humanos y nos entregamos a la bondad, procurando ser mejores personas cada día y forjando un carácter, también somos muchos y no estamos solos.


Y tú... ¿sientes la bondad?

¡Feliz jueves
mágicas tortugas...
no pierdan la bondad
ni la fe
en sus caparazones!