... de largo aliento.
En el mundo actual, vivimos sujetos a la inmediatez de la velocidad de las tecnologías que forman parte de nuestra vida cotidiana. Poco espacio queda para el largo plazo. La velocidad consume el presente e instaura el futuro inmediato como si el tiempo se diluyese. Eso deja un margen enigmático para los planes de largo aliento. Las metas a futuro. Las cuales son fundamentales cuando de racionalizar nuestra vida se trata. Por lo que se vuelve importante precaverse del mañana con paciencia inusual.
La inteligencia artificial está diseñada para disminuir el raciocinio autónomo y encontrar soluciones prontas al curso de cualquier acontecimiento. Confiando incluso decisiones vitales a un entramado de circuitos y a las artes de la programación. Lo cual no nos exime del ritmo de la vida. Ojalá no redundemos en alguna contradicción al entregar incluso la escritura y más de una dote de nuestro pensamiento a la inteligencia artificial. Yo pertenezco a otra generación. Me apabulla sentir la prisa con que cambia nuestro imaginario. Pertenezco a una época en la que hacer planes de largo aliento implica dedicación y esfuerzo. En particular cuando se emprende un nuevo objetivo de vida. Al margen de la inteligencia artificial.
¿Por qué estamos obligados a vivir sujetos a la velocidad de los cambios tecnológicos? Sin puntos medios, que nunca al margen, en donde podamos gozar de lo que ya sabemos y ser felices. Lo cierto es que la vorágine nos arrastra a la actualización constante. Al cambio inminente. Como la anunciación de nuevas eras más prósperas y mejores. No tengo realmente respuesta alguna. La brecha tecnológica es una nueva fuente de precariedad, desigualdad y pobreza cada vez más tajante. ¿No hay otra manera de hacer realidad dichas nuevas eras? Ahora que la innovación siempre está en boga... ¿no podríamos también innovar en nuestras estructuras económicas? ¿Qué diría la inteligencia artificial si le preguntamos cómo sanar las carencias del mundo? ¿llegará el día en que los gobernantes guíen su actuar con base en herramientas tecnológicas depositando en algoritmos sus decisiones de Estado? Son asuntos inconclusos. ¿Cómo mitigar la violencia?... ¿habrá una aplicación que tenga la solución?
Dirimir asuntos éticos y morales. Otro gran ausente en la innovación: el carácter ético. La amoralidad de la ciencia se confunde y se deja de lado la imperiosa necesidad de preservar la ética con o sin inteligencia artificial. ¿Se diseñará algún día un programa para saber distinguir el bien y el mal?: tal vez ya lo haya. Yo no soy muy enterada. Como mencioné me siento apabullada ante el futuro del mundo. Si de por sí el presente es poco alentador... ¿Será sólo que somos perezosos? ¿Son contramedidas de control social?: vivir atados a las nuevas tecnologías. ¿En realidad son nuevas fuentes de empleo y el esbozo de nuevas formas de subsistencia? ¿Por qué no hay estrategias generacionales para que todos contemos en la balanza del mundo? Los esfuerzos ahora son más sucintos, incluso feroces, de corto aliento y sin cesar. Todo debió ser hecho desde ayer y parece que siempre llegamos con retraso.
Y tú... ¿añoras pensar por ti mismo?
Buen martes
lleno de magia
de tortuga.