jueves, 4 de septiembre de 2014

¿cómo saber si es verdad?

Como nube de tormenta llegan las dudas que albergan los caparazones de tortuga cuyas certezas se evaporan.

Cada tortuga habita, al menos, una tristeza, una gran dicha, una sonrisa, una lágrima, un amor, un odio, un agradecimiento, un rencor, un secreto, una verdad, un hábito ético, una sana costumbre, una perversión, una virtud, una creencia, una palabra propia, un sueño, una meta, una realización, un fracaso, una fantasía, una realidad, un poema, una canción, un grito, un enojo, una amistad, una desavenencia, una fobia, una gallardía, un temor, un vicio, un imposible, un recuerdo, una vergüenza, un orgullo, un acto generoso, un deseo, un gesto egoísta, un mal humor, un buen ánimo, una esperanza, una decepción, un designio, un don, un defecto, una mentira, una agresión, un abuso, una responsabilidad, un deber, una obligación, un descanso, un delirio, una duda, una certeza y un espacio de paz.

Y cuando dos tortugas enamoradas se encuentran, todo lo que era uno se vuelve dos. El inmenso infinito de combinaciones posibles hace de toda historia de amor algo único e irrepetible. Quizá de ahí que existan tantos relatos, películas, poemas, novelas que tratan de atrapar tales sincronías como un evento que podemos controlar y reiterar de acuerdo con nuestro deseo. Lo cierto es que tal deseo, el aliento amoroso, es completamente libre y aleatorio. Y sumar dos voluntades en tal esfuerzo es una tarea casi titánica, un compromiso ineludible, una entrega generosa. Por eso, la magia de esta duplicidad esconde secretos que solo cada pareja conoce en el seno más profundo de su intimidad. Y, a veces, nuestro sueño nos arroja lejos y nos niega ser capaces de ser dos.

En lugar de confianza se siembra el recelo y la duda. En vez de verdades, nos sumergimos en simulacros. Sin lograr comunicarnos, sin sentir la caricia que anhelamos, un extraño aparece ante nosotros y nos cuesta distinguir quién es la persona con quien no logramos congeniar. Ese desconocido que evade nuestra mirada, oculta secretos y esconde la vida que vive a pleno sol de día y ante los ojos de todos las miradas. Esa persona que nunca nos invita a su casa y que siempre que nos visita nos recuerda que no somos parte de su vida. Un sueño itinerante. Una fantasía no correspondida. Un fantasma. El tenue suspiro de una amistad entre líneas y llena de restricciones. Una puerta cerrada. Un mundo que jamás podremos explorar. Una vida otra que nos quita todo lo que somos y nunca vuelve cuando lo estamos esperando. El inmenso vacío de alguien que pasa por nuestra vida como si no existiéramos o como si lo que somos no tuviese valor alguno. Un nombre sin rostro, un rostro sin historia. Un espacio en el cual no hay nada que cosechar, que no nos da tiempo para sembrar. Una entrega a medias, sin compromiso. El amor no puede habitar tales lugares precarios y lejanos. El amor necesita dos voluntades. Dos espacios vitales que se abren por completo a la posibilidad de ser un corazón compuesto por dos almas de tortuga.

Si esa persona que amas... siempre está lejos, quizá sea porque ella no te ama a ti. 


Y tú... ¿cómo sabes si tu sueño de amor es correspondido?



FELIZ SEPTIEMBRE


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