jueves, 2 de febrero de 2017

lamentos...

...del misógino herido... de quienes ahora sí alzan la voz ante el horror del nuevo presidente de los Estados Unidos...


Cuando las mujeres ocupamos el lugar de la vida pública nacen los "peros" por doquier. Nos piden cualidades que a los hombres, en igualdad de condiciones, jamás les exigirían. 

A nosotras, nos juzgan con el exhorto de que tenemos que ser santas y perfectas. A ellos... hay siempre que excusarlos. Finalmente, ellos sí tienen permiso de decir lo que sea, cometer exabruptos, no tener una vida moral consecuente ni consistente. 

Ellos, los hombres, pueden no tener experiencia, no estar educados en las competencias para ejercer el poder, no haber construido una carrera profesional para desempeñar un cargo de responsabilidad pública. Basta que un hombre sea hombre para que se le otorgue a manos llenas, y sin juicio de por medio, los beneplácitos que, en cambio, con mezquindad se conceden "a veces" a las mujeres: si demostremos que de verdad valemos, que de verdad sabemos, que de verdad merecemos reconocimiento... porque nos supimos ganar ser respetadas, nos esforzamos desinteresadamente, con honor, bondad, humildad, recato y ocupando nuestro lugar. 

Hombres y mujeres nos esforzamos por igual, es el valor, que la sociedad le da a cada uno de nuestros esfuerzos, lo que no es igual.

Y para quien todavía tenga dudas de que esto sea cierto, basta ver qué pasó entre Hillary Clinton y Donald Trump.

En el margen, el juicio ante las debilidades de la candidatura de Clinton fue exponencialmente más severo que la tenue indignación ante la evidencia de los agravios de Trump. Sólo por el hecho de ser mujer.

Sí, quizá es tiempo de repensar nuestras democracias, sí, quizá ya existían vicios de poder en el partido demócrata, sí, quizá es tiempo de opciones independientes, de nuevas voces con mayor representación para velar por nuestras necesidades y que den voz a nuestro voto... Sin embargo, cuando de elecciones se trata, no se vota por aquello que soñamos que llegue a ocurrir, se vota entre opciones reales, limitadas, imperfectas y estamos obligados a optar por una posibilidad de lo real... de otro modo, en pos de lo perfecto, dejamos el lugar al oprobio de lo trágico.

La única razón por la que ganó Trump... fue por su género. Una mujer que hubiese dicho la quinta parte de lo que él dijo no habría sido tomada en serio ni respetada por elector alguno. Y en cambio, Hillary era demasiado fuerte para otorgarle el beneplácito de la duda del cual han gozado los hombres gobernantes por décadas.



Y tú... ¿cómo justificas tu misoginia?









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