viernes, 16 de octubre de 2020

disonancias...

...graves.



Basta escuchar las aspiraciones seudo "teóricas" filosóficas de nuestro técnico y "científico" en el campo de la salud a cargo de la atención de la pandemia, para comprender el modelo de ideologización al que nos quiere someter el gobierno federal. Es indignante que explique con tanta vehemencia lo que ellos piensan del pensamiento totalitario y de la necesidad de que todos nos sujetemos y nos sometamos a una misma verdad "cognoscitiva". Es un verdadero insulto. No sólo no sabe hacer su trabajo sino, además, cree que es responsable de dogmatizarnos (e ideologizarnos) como si no fuéramos capaces de razonar por nosotros mismos (como si no tuviésemos derecho a tener nuestros propios principios ideológicos). A este sexenio le ofende la libertad de un modo indignante para quienes votamos y les dimos nuestra confianza para que realmente construyeran algo mejor de lo que teníamos. A partir de lo que ya somos. Con respeto.

Cada día es más sorprendente el instinto colonizador y conquistador de lo que fuera el deseo de una cuarta transformación pero que ha devenido en una gestión administrativa de cuarta. Esto tiene que parar. No podemos vivir con miedo de pensar diferente. Perseguidos, cada mañana, por ser críticos. Qué no tienen suficiente trabajo con los problemas reales que afrontamos. Qué no tienen otra aspiración que llenar urnas a cualquier precio... a cualquier costo.

Llegaron con la bandera de la esperanza y ahora son el terror del Estado. Llegaron con las armas afiladas para destruir todo lo que existe y entronarse como los únicos poseedores de la verdad, del bien y de la "justicia". Al estilo de la conquista española. Sepultan instituciones para levantar en su lugar quimeras y símbolos de todo lo que quieren obligarnos a ser y pensar. Quieren decidir sobre nuestro modo de vida y se sienten impunes para insultarnos y denigrarnos por el sólo hecho de existir. De ser libres. No dialogan. Viven a la defensiva. Operan bajo los criterios de una lógica de guerra. Y todos somos sus enemigos. Sólo el auto-sometimiento, la enajenación a ultranza, la lealtad ciega y nuevas formas de esclavismo servil... se consideran prácticas ciudadanas válidas. Dividen a la sociedad. Para empoderarse ante el odio. Vivimos uno de los momentos más vergonzosos de nuestra democracia.

Construimos un momento histórico como país hace dos años y  hoy nos arrebatan todas las certezas que nos trajeron hasta aquí. Bajo el lema: nosotros somos los buenos... porque sabemos mejor que todos lo que está bien para todos. Y quienes no se agachen son malos, son adversarios, deben ser exterminados. ¡Es patético! Porque, en la realidad, el compromiso que hicieron no lo han podido cumplir. En especial en cuanto a la justicia social. No tienen una estrategia de desarrollo sostenible para que en México se erradique la pobreza y la desigualdad extrema, de una vez y para siempre.  Por el contrario, parece que quieren invertir en que seamos todos más pobres y quedemos más desamparados ante nuestra capacidad de elegir políticamente a nuestros representantes. No somos más que objetos al servicio de sus ambiciones electorales y de dominio por los recursos, el poder y el monopolio de la fuerza. Para ejecutar sus caprichos en contra de la población. Sin mencionar lo poco que han avanzado en materia de seguridad. Sin mencionar el desastre de la política de salud. ¡Qué tristeza! Pero no nos van a vencer. Somos más quienes seguimos creyendo en la pluralidad, el diálogo, la democracia, la equidad, la libertad y la verdadera justicia social. En sumar y construir. Porque el gobierno actual tiene como único correlato "cognitivo" el pasado rancio y muerto, de todo lo que no puede llegar a repetirse: ni lo bueno ni lo malo. No tienen una sola visión de futuro posible. Viven atados al rencor y la venganza. Y que no los confundan: no hay causa lo suficientemente "buena" que justifique el horror. Y la militarización del país es tal horror: la cuna de los crímenes de lesa humanidad y el fracaso del estado de derecho. 

Pero bueno. Ya no vale la pena desgastarse en tanta decepción. Quien quiera razonar: adelante... vamos a ganar el 2021 (democráticamente). Quien quiera rezar de 7 a 9 de la mañana y de 5 a 8 de la noche: que alabe el sermón y disfrute el circo. En lo personal estoy en contra del lavado de cerebro. Soy filósofa. Lo que me hace feliz es pensar. Y me niego a vivir distraída de lo fundamental ante el abismo de caricaturas que nos exhiben cada día. 

Dejemos el pesimismo a un lado. Por un momento. Y mejor hablemos de amor. Ese lugar en el cual no hay fronteras y todo es posible. El encanto y la sorpresa de ser . El espacio en el que faltan palabras para expresar lo que nos conmueve. En el que sólo el adorno de la poesía cabe para deleitarnos ante las virtudes del objeto de nuestro deseo. Enamorarnos. Apasionarnos. Disfrutar la belleza y la presencia ante todo lo que nos parece hermoso. Cuando nos sentimos ante la perfección. No porque tal existe... simplemente porque a través de sus ojos todo parece correcto. Como dos caras de una misma moneda. Sin dudas. Sin titubeos. Con alegre felicidad llena de esperanza y futuro. Y es así... como todos merecemos amar y ser amados. Y es que en tiempos de pandemia, no debemos postergar lo urgente. Porque si algo hemos aprendido en estos meses es que el mañana es un regalo mucho más grande de lo que habíamos imaginado. Ante la incertidumbre no podemos postergar la verdad... al menos para sentir dentro nuestro un poco de paz. Con valentía. Con honestidad. En tiempos como estos aprendemos a valorar lo que de verdad importa y a aventurarnos a comprender que cuando se trata de trazar el camino de nuestras vidas... todo es posible. Basta el corazón y la buena voluntad. La generosidad y la claridad. El anhelo del encuentro. La entrega y el compromiso. Y la magia de dejarnos tomar por sorpresa por la vida misma.


Y tú... ¿abrazas la concordancia?


Feliz viernes!
Inmenso abrazo...
lleno de magia de tortuga.











 

 

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