miércoles, 21 de julio de 2021

paciencia...

 ... y silencio.



Las tragedias se suman cada día. Se desmorona nuestro frágil estado de derecho ante la violencia que no cesa. Aparejada la pandemia que va dejando devastación a su paso. Parece imperceptible todo el esfuerzo que hemos realizado. Y nos acostumbramos a una normalidad en la que todavía no podemos sumar más ocasiones para abrazarnos libremente. Sin embargo, la vida gana las batallas y lucha por vencerse incluso a sí misma en este esfuerzo por recuperar la posibilidad de vivir sin sentirnos al acecho de mal alguno.

La esperanza se renueva también. Casi inexplicablemente. Quizás debido a nuestra vocación de amar intensa y plenamente. Con verdad. La vacuna avanza lentamente y nos arroja a la posibilidad de volvernos a encontrar... de dejar de temer pisar las calles y volver a los lugares que solíamos frecuentar.

En medio de la conmoción de los tiempos que compartimos aparece ante nosotros la posibilidad de sumar causas y emprender nuevos viajes comunes para que el futuro se transfigura en una promesa feliz para toda la humanidad.

Estamos cansados e incluso agotados. Ahora el esfuerzo nos llama a no perder el ánimo. A que la única huella de esta dura prueba comunitaria sea la valentía para revalorar lo que de verdad importa en nuestras vidas y crecer en aras de convertirnos en quienes soñamos. De ser mejores en lo común y más felices desde el fondo de nuestros corazones.

En silencio observar el acontecer a nuestros alrededor y aguardar en las respuestas... cosechar interrogantes. Como una pausa a mitad de camino en la que llega el tiempo de emprender el nuevo rumbo. Sumar voces para remodelar nuestra realidad con certeza y consenso. Sin perder la indignación. Sin dejar de alzar la voz: pero con suavidad... asertivamente. En el seno de cada pregunta nace cada una de las soluciones que nos apremian. A partir de ahora nacemos a un nuevo ser común y los frutos serán bellos. Si con paciencia nos entregamos al verdadero amor. Y dialogamos.

Empieza un nuevo tiempo y nos llama a aprender. A sentir. A ser empáticos y justos. Con generosidad y compromiso. A volver realidad lo que ahora podemos imaginar. A corregir lo que ya no nos satisface para vivir en comunidad. Incluirnos todos dentro de nuestros imaginarios sociales y garantizar la posibilidad de vivir sin violencia. La tarea no es menor, pero paso a paso, podemos alcanzar buenos resultados. Con fe.


Y tú... ¿sabes que nada es imposible?


¡Feliz feliz feliz miércoles!
Fuerte abrazo...
lleno de magia de tortuga.






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