domingo, 13 de julio de 2008

dioniso, la ardilla y su mona

Amanece la tortuga a su nuevo mundo cibernético, sin pérdidas y sólo con retraso. De quien no encuentra rastro es del buen ángel Dioniso... de pronto, la interrumpe un alegre pájaro carpintero... titititititi martilla en su caparazón... ¡tortuga! ¿me escuchas? titititititiiti...

La tortuga responde: sí!!! ¿cuál es la urgencia?

No te inquietes tortuga... los lazos del tiempo son como mi vuelo, no importa cuántas vueltas demos o cuán demorados lleguemos... cada ciclo retorna a un nuevo comienzo una vez concluido... confía en el sabio tiempo y en los designios de una buena amistad... tarde o temprano este ángel, generoso y lleno de nuevos secretos, aparecerá cual mágica tortuga... titititititi... termina de martillar el bello pájaro carpintero... tititititiitititi... con fuerza dentro del caparazón de la tortuga... Ella, aún así, extraña a su buen amigo Dioniso... pero sabe cuán sabias son estas palabras... Dioniso, entero y feliz, recorrerá todos sus caminos y quizá, en algún mañana, quiera el bosque volver a visitar.

La tortuga quedó más tranquila y, mientras el viento tenuemente acaricia el sol del atardecer en este domingo de paz, recordó a su amiga la ardilla.

Esta ardilla recorre rama a rama todos los árboles del bosque. Sin percatarse, deja todas las hojas sacudidas e irrumpe, con su cola, todo al pasar. Siempre va de prisa... corre corre la ardilla ¿quién la persigue? se preguntan el resto de habitantes del bosque. Ella, entre sus diminutas garritas, se la pasa tramando historias e inventando sobre la vida de todos los demás... chiquichiquichiqui... suenan sus deditos... mientras, con un poco de envidia y velada maldad, finje bondad. Un buen día, cayó este roedor de sótano en una de sus propias trampas... sin darse cuenta... Con suerte de hechizo, su chillido nadie escuchó... Cansados de sus intrigas, la dejaron caer y caer hasta olvidarse de ella. Pero la pobre ardilla no pudo sólo morir, o dormir por siempre... algo dentro de sí la raptó, vivió esclava y atormentada por el chiquichiquichiqui... de sus diminutas garras, sin guardar para sí un solo segundo de paz. Ni la tortuga mágica, al tratar de recordarla, supo cómo recuperarla... era como si la ardilla hubiera perdido la luz de su interior, de tal suerte que fuera imperceptible... aún en la memoria de quienes le habían confiado amistad y sincero cariño.

Cuando ni el recuerdo puede salvar la bondad de quienes, deliberadamente, intentan arrebatarnos lo propio, la muerte toma nuevos significados... No es la pérdida irreconciliable, ni el duelo profundo, es sólo el vacío, el vacuo y silente vacío... de un adiós plenamente reconciliado.

¿Será que alguien puede ayudar a esta ardilla para que descubra su propia luz?

A medio camino, aparece una mona mandona... abrigos y gabardinas la cubren... su peinado sin gracia, su voz con ansias de mando... comentarios burlescos y, en sus palabras, sólo expresa deseos de guerra y destrucción hacia quienes rehúsan arrodillarse a su mandato... Esta mona se apoderó de la ardilla, pues era la única capaz de acudir a su mezquino chillar...a cambio... la ardilla urga todo a su alrededor con su chiquichiquichiqui para que la mona pueda reinar. (Tal para cual... )

¿Será que alguien puede ante ellas ganar?

Definitivamente, no. No es labor de un alma digna sucumbir ante tal malignidad... su razón de ser es cosechar un camino pleno y feliz, para ella y para quienes le rodean, y dejar que el tiempo por sí mismo venza los males de cada quien... Nada es más fuerte que la distancia acumulada con el transcurrir de las horas y los días... excepto... ¡claro! la verdadera amistad que, con el pasar de los años, se fortalece, florece y crece.

Sólo las buenas amistades, acompañadas de sinceridad y buenas obras, logran acallar el chiquichiquichiqui de la ardilla y su mona.
Ojalá la magia del acontecer temporal despierte en ellas su inmensa bondad.


Y tú ¿quieres a tus amigos recordar?

Hasta mañana mis queridas tortugas y feliz feliz semana!!!



No hay comentarios: