lunes, 23 de julio de 2012

el sentido de la culpa

como afirmación de la vida a través de la victimización...

Una forma de comprender el sentido de la culpa es a través de la vida de pareja. Con el paso de los años se da y se toma del otro, a veces con justicia y dicha, a veces con más egoísmo. Ninguno de nosotros es un ser perfecto. Sin embargo, cuando miramos atrás resulta más fácil culpar a los demás o culparnos a nosotros mismos que mirar los hechos con objetividad y abrir un poco la mirada hacia la verdadera reconciliación y reconocimiento entre las personas. Nos resulta más difícil descubrir de qué manera podemos ayudarnos para juntos comprender en qué nos hemos equivocado y cómo crecer a partir de las experiencias que compartimos. En especial, cuando se trata de las experiencias que nos imponen retos de carácter y voluntad, muchas de las cuales sólo son posibles una vez que nos relacionamos con otro ser humano y cuando el vínculo amoroso determina nuestro acercamiento a otra alma.

La culpa, el poder de acuñar en el otro el mal actuar, la responsabilidad de la falta de confianza, el castigo o revancha, consolidan todo tipo de dependencias emocionales y malos hábitos amatorios. Nos atamos a las deudas con el otro en una suerte de poderío insoportable e irresistible a la vez. Evadimos el esfuerzo de nuestro propio interrogar y la generosidad de dialogar. Renunciamos los trabajos de la libertad. 

La confianza es una suerte de paradoja, porque nunca tendremos buenas razones para confiar en quienes nos acompañan, quizá si las tuviéramos tampoco podríamos obtener garantía alguna sobre el futuro. De ahí el temor, el reclamo, la demanda, el reproche y la ineludible reconciliación y aceptación. Porque si no cedemos a trascender nuestro inmediato punto de vista, no nos es posible expresar y entregar nuestro amor. La confianza se otorga sin condición, es un riesgo que forma parte de la vida. Cada día al despertar confiamos en que el sol saldrá. 

Por eso, nos es difícil restaurarnos cuando la certeza de nuestras confianzas se quiebra a causa de cosas que pasan, pero sobre todo, a causa del relato con que queramos cifrar las experiencias que ponen en evidencia que no contábamos con que pasara una u otra cosa y los miedos que esto nos despierta por descubrirnos desprotegidos. La cosa es que siempre estamos desprotegidos y lo que nos hace fuertes no son las certezas que depositamos fuera de nosotros, lo que nos hace fuertes vive dentro nuestro y es la serenidad con que seamos capaces de abrazar nuestros mayores temores, arraigar nuestras dichas cumplidas y prometer nuestro amanecer cada mañana. Es por esto que la confianza en nosotros mismos es lo que nos vuelve certeros ante el encuentro con nuestro verdadero amor. Pues es lo único que podemos ofrecer: la honestidad con nosotros mismos es la llave de toda relación de verdad.

Es difícil distinguir el amor, cada quien tiene una expresión propia, acompañada de una idea y un sentimiento asociado en donde distingue aquello que llama amor. De una u otra manera comprendemos entre todos la misma emoción, pero es una experiencia indescriptible. Ya que se repite como nueva en cada uno de nosotros. De ahí que una parte importante de la configuración de nuestro ethos tiene que ver con reconocer el amor y encontrarlo. 

Hasta ahora había pensado que esto era suficiente: distinguir en mi corazón el amor y distinguir a esa persona que lo calzaba. Pero me faltaba algo muy importante... ¿cómo distinguir que alguien te ama? quizá me lo puedo preguntar ahora porque descubro por primera vez el otro rostro del amor: recibir la entrega sin palabras, inspirar el latido, escuchar en el silencio, recibir sus manos, distinguir su voz no sólo como la voz que amo, sino también escuchar en ella otro amor, que va mucho más allá del mío, que puede incluso ponerse en el lugar del mío para expresarse. Ahora entiendo que la pareja es en realidad una danza de corazones que aprenden a que el amor de la persona que amamos entre a la escena y dote de nuevos significados tu entrega, así como, le regale otros ritmos a tu voz. 

Me invade un sentimiento extraño. Confieso que hasta me incomodó, por un instante, descubrir este otro lugar en el que puedes estar a causa del amor que recibes. Un lugar sin certidumbres porque no es tuyo del todo, es el lugar que el otro te ha obsequiado y en el que no sabes cómo habitar, más si has estado acostumbrado a nunca tener ese lugar. Descubro una nueva gratitud... me admira descubrir la belleza de dos amores que en la intención por fundirse parecen casi encontrados uno frente al otro, cuando en realidad están aprendiendo a dar cabida uno en el seno del otro a una nueva dimensión de la vida en cada uno de ellos. 

Hay momentos en que el corazón se desgaja al reconocer que, en esta danza mágica por un nuevo sonido, sus propios actos ahuyentan a su ser amado, se rompe ante el temor de que su compañero caparazón no se reconcilie con el perdón que mira dentro suyo para reconocer con justicia en que falló cada quien. El corazón no puede alcanzar la interioridad de su ser amado ni imponer restricciones a la libertad de ninguna otra alma que no sea la suya. Sólo podemos retornar nuestra mirada dentro nuestro, consolarnos a través del autoexamen, el arrepentimiento, la enseñanza y el perdón, si acaso algo interrumpe los caudales de nuestro canto compartido. 

En estas fisuras que acompañan los encuentros entre dos corazones, el amor verdadero es capaz de restaurarse sin culpa, sin reproche, dejar de mirar atrás, no perder de vista el horizonte y esforzarse feliz por seguir caminando en la dirección que eligió. Siempre habrá días en que nos sintamos lastimados o defraudados, en los que podremos olvidar por instantes la certeza de haber elegido al ser que nos corresponde para crecer y de la mano caminar... Pero cuando hemos escuchado con honestidad la voz de nuestra alma para sonreír a través del rostro del amor compartido, nada de esto cuenta. Sólo cuenta la paradójica certeza de que confiamos en nuestro ser amado sin condiciones, precisamente, porque confiamos en nuestros propios sentimientos. 



Y tú ... ¿confías en ti?


Un gran abrazo de tortuga para ti... amiga tortuga que acompaña con confianza las letras de la filósofa de la nueva conciencia.
GRACIAS 


No hay comentarios: