martes, 19 de febrero de 2019

Reconciliación...

... y esperas pendientes.



Ojalá fuera sencillo desentrañar los caminos de la reconciliación en nuestros corazones. Ese lugar en el cual todo toma el lugar que le corresponde, con generosa justicia, y descansa la paz. Muchas veces mal entendemos justicia con castigo. Compensar el daño con un daño equiparable. Lo cual es algo mucho más cercano al amedrentamiento. 

La justicia es el poder mirar y aceptar las cosas como en realidad son. Es una verdad que se asemeja lo más posible a aquello que nombra. De ahí que sea ésta la herramienta más poderosa de todo estadío de paz: la intensión verdadera de la realidad y, al mismo tiempo, el sustrato más real de la verdad. 

El perdón y el olvido de todo aquello que ha logrado quebrantar nuestro carácter, rompernos el alma, herirnos el corazón, fracturar nuestra ilusión, arrebatar nuestra fe, disociar nuestra psique, violentar nuestra temperamento, enfurecer nuestra paz, hacernos dudar de todo... incluso de nosotros mismos. Es una tarea que acompaña la vida misma, en mayor o menor medida... es un proceso que se alimenta cada día. Algunas horas con más acierto, otras noches con menos generosidad. De ahí que la reconciliación sea, por excelencia, un espacio de complicidad con nosotros mismos. La continua negociación con nuestro dolor que nos obliga a recordar que si algún valor le podemos atribuir a la vida: es la posibilidad de la plenitud y la felicidad.  

Los caminos para encontrar el punto exacto entre la realidad y la verdad son los caminos en los cuales el alma se apropia de sí, entera. El corazón resplandece sin mácula. El carácter se acrecienta, fuerte. La ilusión brilla con el sol. La fe se desnuda a la luz de la luna. La psique se vuelve una. El temperamento se abraza a sí mismo. La paz nos cobija. Nos sentimos ciertos de todo en lo que creemos y nos aceptamos a plenitud. Éstos... son... los caminos de la reconciliación.

Podemos no siempre perdonar. Hay cosas que jamás logremos olvidar. Pero siempre podemos libremente amar.

Que los acontecimientos no resulten como lo deseamos... no significa que no llegaremos a sorprendernos de cuán mejor pueden resultar las cosas para nosotros. Muchas veces descuidamos percibir el verdadero sentido de aquello que deseamos. Olvidamos disfrutar lo que de verdad estamos experimentando y sintiendo... Descuidamos vivir... simplemente vivir. 

Aquello que soñamos está siempre mucho más cerca nuestro de lo que imaginamos... mientras más cerca: más el temblor de desmoronarnos por completo ante el milagro de una promesa cumplida. Porque todo anhelo celosamente cultivado se vuelve la promesa, hecha por y para nosotros mismos, de aquello que esperamos que sea nuestra vida.

Ojalá seamos lo suficientemente valientes para encontrar los caminos de reconciliación que no sólo sanen nuestra sonrisa... nos enseñen, además, a amar sin mezquindades ni cobardías. Nos enseñen... a reír a carcajadas.


Y tú... ¿tiemblas al amar?


Feliz mes del amor y la amistad.
Dichosa luna de nieve.
Virtuosos días de sol radiante.
Amorosas noche de piel.

Fuerte abrazo queridas tortugas...
no olviden amar, reír y sonreír.








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