martes, 17 de noviembre de 2009

la furia

que todo lo encejece es como una fuerza en tu interior que, al verse amenazada en su valía, hace implosión... golpeando lo que verdaderamente anhelas, como si, de ese modo, te protegieras de perderte a merced de otra voluntad.

El secreto de la furia es que cuando entra en ti... con magia de tortuga, debes intentar recordar que, al marcharse, volverás a percibir tus certezas como eran antes de su estallido. Aun cuando, parafraseando a Hegel: el falso ser ahí de la conciencia furiosa se viva a sí misma como toda realidad. Ya que, en cuanto pasa, la conciencia desdobla su verdad y recupera su primera verdad, pero ya no como un simple para sí apetente... ahora, al despertar a la autocociencia: es capaz de reconocerse como "nosotros" y el yo se vive realizado espiritualmente en el amor al prójimo, en la representación de Dios, en el amor a la vida y en la plenitud del amor libremente correspondido.

La necesidad de la furia es expresarse, tratar de comprenderse de alguna manera, liberarse de sí misma y con desesperación arrancar todo lo que la provoca. Pero sólo cuando nos hemos serenado, podemos actuar sobre aquéllo que nos despertó tan feroz frustración: descubrir su falso ser ahí y recuperar para nosotros nuestra legítima verdad.


Y tú ¿quieres vivir la verdad de la realidad?

Hasta mañana amorosas y mágicas tortugas... que la noche las colme de sueños y el día de anhelos cumplidos.


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