martes, 19 de enero de 2010

felicidad

Siento que ante la violencia estructural que se vive de manera institucionalizada, fuera y dentro de nuestros ámbitos cotidianos, la felicidad está sumamente subestimada e incluso ridiculizada.

Ser feliz suena a comercial de televisión como si se tiñese de vanalidad la sola pretensión de un estado de alegría perdurable.

Considero que aunado con la fe, la esperanza y el amor, el ser feliz no debe perderse en el lenguaje de lo mundano. Y tampoco debe confundirse su sencillez con su profundidad.

Precisamente, la felicidad se trata de un estado que nos acompaña, o que somos, dadas ciertas condiciones de bienestar, tanto internas como externas, es un equilibrio, una armonía que genera un hábitat posible de compartirse sin violentarnos unos a otros.

Curiosamente, se le atribuye cierta ingenuidad a la sola pretensión de este bienestar en un mundo en el que la lucha mínima por la sobrevivencia ya no sólo se debate en la esfera socio económica, entraron a la batalla la seguridad y los abusos de la fuerza pública, así como la irrupción de las fuerzas armadas en la lucha contra el crimen organizado.

Considero que, precisamente, hoy más que nunca debemos priorizar la búsqueda de la felicidad como un reto tanto teórico como práctico. Pero sobre todo, como una realidad posible. Pensar en qué futuro queremos y luchar por que éste se logre con paz.

Por mi parte, si alguien me invitara a ser feliz, me bastaría con compartir mi vida de la mano de mi amado y juntos caminar. Si tuviera que enlistar los componentes principales de este estado de armonía y bienestar, para mí serían: la música, el baile, la risa y la sonrisa como prácticas cotidianas de vida y solidaridad. El abrazo tierno y la tenue caricia que sólo una mirada logra cuando te pudo conquistar.


Y tú ¿cómo describes tu felicidad?

Felices días amigas tortugas.

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