miércoles, 8 de septiembre de 2010

mudanzas

de vida...

Durante las últimas 3 semanas, la tortuga mágica ha improvisado guaridas. Una semana estuvo enferma (influenza) y fue acogida por su padre en casa de la princesa Sol. Fueron días de mucha tos, cansancio y de muchos cuidados. Recibió amor y alimento hasta que curó. Volvió al bosque para aprovisionarse antes de recomenzar sus jornadas de trabajo.

Pasó la noche del lunes en el "cuchitril", un cuarto encantado en el que habita el lagarto del tiempo cuando necesita retirarse a su pantano, pensar y leer. Si bien es un lugar bello, la tortuga no pasó la mejor noche de su vida. La fauna interrumpió su sueño, la litera a pocos centímetros del techo asfixió un poco su caparazón y el frío la hizo temer volver a enfermar. Pasó en vela la noche, afortunadamente: acompañada de la hermosa luna llena de agosto. Así que no la pasó nada mal. Ante el infortunio, buscó música, lectura y ensoñaba con ilusión próximos logros.

El martes fue una noche triste de enojos y discusiones con su medio caparazón, pero la misma luna de ayer encunó sus lágrimas y la paloma mensajera trajo perdón y reconciliación. Durmió en el sillón de su padre, definitivamente, más cómoda.

La noche del miércoles huyó a refugiarse de vuelta al bosque y, con suerte, tomó viaje con su amigo el gato psiquiatra. Tuvo un día difícil en los terrenos de la socialización laboral y, por la noche, casi se ve sin techo para dormir, por percances en casa de la princesa Sol. Así que, al llegar a su nido de paz y ser recibida con fiesta por las hermosas gatitas, mucho se reconfortó.

Ya para el jueves volvió al sillón de su padre y descanso con alegría.

El viernes regresó al bosque, feliz y llena de abrazos y ternura. 

El fin de semana fue largo y descubrió tristezas ocultas en su alma. Pero llegó el lunes y encontró un nuevo vehículo para recuperar independencia y comodidad en sus traslados entre mundos y territorios. Siguió conmovida... 

Esta semana pasó más rápido, al ritmo de su nuevo motor. Y se dividió entre el bosque y el sillón de su padre. Finalmente, el viernes llegó y recibió la llave mágica de su nueva guarida de vida. Así, pudo regresar a su nido de paz llena de esperanza y lista para empezar a mudarse de a poco.

El domingo se instaló ... y a montar casita se ha dicho: clavos, martillo, subir, bajar y cargar... cambiar los focos, tender la cama, etc etc... con ayuda de su tortuga mágica australiana y a la espera de la luz de su caparazón para empezar a habitar.

Esta semana, en cambio, ha sido extraña... la tortuga mágica se ha debatido en el túnel del tiempo. Todas sus mudanzas cruzan por su mente, recuerda todas las casas que ha habitado desde la primera vez que vivió sola. El frío la asalta por la noche. Y todavía no se reconoce en el nuevo espacio. Extrañó... muchos lugares del ayer y descubrió un gran vacío dentro de sí. Como si su camino se repitiera en círculos concéntricos. Sin darse cuenta, hizo un balance de sus carencias, de sus desaciertos y sintió dolor de no tener un compañero de vida. 

En la voz de su luz escuchó un mensaje: la soledad es un arte. Y ella pensó: ser una verdadera compañera también lo es. El arte doble es conservar el deleite de la soledad cuando se deja habitar como un territorio propio y lleno de ti, con el deleite del amor cuando se deja habitar como un territorio de dos y lleno de vida. Pues si sólo tienes tu soledad te ahogas en ti y si sólo tienes tu espacio compartido, tu territorio de dos se ahoga de ti. En realidad, lo que la tortuga mágica se pregunta es qué hay de malo en ella que no puede fincar una vida en pareja.

Pocas tristezas son tan profundas como la soledad de pareja de vida, trastoca todo en tu horizonte, te hace sentir ¡tan! dependiente de ti mismo, como si nada tuviera un verdadero sentido, salvo el de tu subsistir, tu casi sobrevivir. Las alegrías y los logros se hacen chiquitos, cuando no son compartidos. ¿Será que no habrá un milagro de vida que le regale a esta tortuga un amoroso compañero?

En medio de lluvias, inundaciones, huracanes, guerras e injusticias, ella también se contagia de este olor a Apocalipsis y se siente inútil, casi incapaz, se cuestiona sus errores y entiende que, quizá, a estas alturas de su vida tendrá que aceptar que muchas cosas, a ella, ya no le van a ocurrir. Además, la lastima vivir con la impotencia de no poder dar nada de sí para mejorar la vida de quienes están más desamparados que ella. Y somatiza en su cuerpo y en su alma el acontecer natural y humano.

Quisiera una escucha que accediera al resquicio de sus temores y encontrar dentro de sí el valor y la sonrisa que los fracasos de los últimos tiempos robaron, pero no encuentra el camino. Cuando siente que su abrazo de paz es sincero y amor verdadero, llega una nueva misiva para recordarle que sólo es un aliento amoroso de amistad que la acompaña con dedicación pero sin entrega. Aún así: este bello ser es la dicha de todo lo que soñó.

Quisiera un milagro, ella no busca riquezas, no quiere fama, no quiere pelear cada día por un espacio de subsistencia entre las cuatro paredes de una oficina, ni competir con nadie por lo que de suyo le pertence a cada quien. Ella lo que quiere es un compañero ... daría lo mejor de su vida (todo lo que ha guardado y postergado para ese día) ... si Dios le concediera este sueño. 

Quiere con quien despertar cada mañana, una voz que le regale música, ternura y secretas pasiones. Alguien que guste de los proyectos compartidos y de hacer realidad su vida acompañado. Con quien construir presente y asumir nuevas responsabilidades. Alguien que quiera sembrar futuro en su vientre. Con quien librar las batallas de la justicia y de la libertad. Con quien estar ... en paz. 

Tiene mucho que dar y se marchita de tanto esperar. Paraliza gran parte de sí, porque es mucha energía para una sola persona la que guarda su corazón. Ése es el secreto que esconde la razón por la que siempre se distrae: ella no quiere vivir sólo para sí. Ya se tiene a ella misma, por eso, quiere entregarse entera (sin temor de resquebrajarse).

Un nuevo año lunar empieza esta noche, ella lo recibe sin par como designio de su infranqueable soledad. Sonríe ... brinda con yogurt y pan dulce, a la luz de su programa favorito de televisión. Ya reconciliada con la belleza de su nuevo espacio que vacío al despertar se va llenando de cariños al andar.  Y revive el olor de la mañana, en un tenue suspiro... de dichosa paz.


Y tú... ¿qué pides a Dios para este nuevo año?

Feliz septiembre de triste soledad y necesidades renovadas... 
Mágicos deseos de luna nueva de amor.
SHANÁ TOVÁ
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