viernes, 17 de septiembre de 2010

pros

y contras...

Esta mañana, la tortuga mágica dio un paseo por el jardín de las reflexiones y fue interrogada por sus amigas las sabias mariposas.
La primera, la mariposa de la libertad, preguntó:

"Querida tortuga pero ¿cómo sabes que no te cansarás de tener un compañero? ¿no ves que estando sola tienes la libertad de disfrutar de una compañía ocasional, sin tener que aburrirte de él, sin tener que ir a todas partes acompañada y depender de su voluntad?"

La segunda, la mariposa de la individualidad, en cambio, quizo saber porqué la tortuga mágica idealizaba tanto el amor, cuando, en realidad, la convivencia, el estar cada mañana con la misma persona, vuelve doble el peso de tu piel, ya no sólo es tu cansancio, ahora es el mal genio, el agotamiento y el egoísmo de alguien más, sumado al tuyo. "Debes entender que no todo es miel sobre hojuelas, no siempre habrá música y la ternura se puede perder en el camino" -enfatizó.

Finalmente, la mariposa de la sensualidad, insistió:

"Además, amiga tortuga, la conquista y la pasión no se perpetúan con el tiempo, por el contrario, los compañeros desdeñan tu cuerpo con el tiempo y siempre encuentran nuevos cuerpos para conquistar tras olvidarte y reemplanzarte. Por eso, los hombres casados se jactan de sus infidelidades y sus compañeras finjen no enterarse, sólo para sentirse triunfadoras, porque al final siempre vuelven a ellas (quizá no por amor y, muchas veces, sólo por cobardes)".

La tortuga tardó días en encontrar respuesta a estos tristes y realistas cuestionamientos. Sin mencionar a las y los entrometidos. Sí, esas personas que siempre que una pareja nace (amigas y amigos de uno o de los dos) se esfuerzan por impedir que el amor crezca y que la felicidad brille, aquellos a quienes la envidia cega y que disfrutan con dañar la vida ajena: los entrometidos... 

O he de decir: los ociosos, pues debe ser muy vacía la vida de un ser humano que tiene tiempo para estropear la dicha de los demás. Al final del día, estos seres son los más miserables de todos, son mezquinos y vulgares, triunfan las más de la veces, pero tarde o temprano encuentran justicia ante su maldad, con sólo escarabar un poquito la superficie de su alma se pone en evidencia su penar. 

Sin duda, es ésta realidad la que más asombra a la tortuga mágica, una y otra vez redescubre que son una plaga estas personas, siempre intrigando, fabricando chismes, adueñándose de las historias de la vida de las personas para difamarlas y desaprobarlas, a menos ¡claro! que cedas ante su poder. Es decir, como si fuera poco, además, son corazones perversos que se creen con derecho de juzgar y opinar sobre los demás, en vez de ocuparse de sí mismos, y aprender a respetar la vida y la dignidad humana de quienes sí creen en que la vida puede ser algo más que un infierno de calumnias y luchas mediocres de poder.   

Sin embargo, ante tales almas no hay mucho que hacer, resistirse es empequeñerce, ceder es corromperse, sólo queda ignorar. Pues uno de los más bellos secretos de la felicidad es ignorar todo aquello que no está en tus manos cambiar. Para trabajar con todas tus energías en aquello que sí puedes mejorar. Ésta es la única manera de asumir verdaderas responsabilidades, pues no podemos hacernos cargo de lo que hacen otros, sólo de quienes somos nosotros.


Y es así, como la tortuga mágica encuentra respuesta para las sabias y bellas mariposas. A la sensualidad la acaricia y le susurra al oído, si él ya no me quiere amar y mi cuerpo no le es suficiente para gozar... seré yo quien parta, no puedo hacer que mi compañero sea fiel, pero un compañero infiel no podrá conservar mi amor. A la individualidad la confrontó sin temor y le recordó que es, precisamente, porque la tortuga no cree en esta individualidad, vacía y ficticia, que quiere con tanto anhelo un compañero de vida, de carne y hueso, imperfecto pero entero en su lecho. Si ella quisiera una fantasía de amor, se conformaría con soñar con un hombre imposible. Y ¡claro! que sabe que la convivencia tiene otros tiempos que los de la mente, quien cree que todo lo que piensa es perfecto; son los tiempos de la verdad los que, con bendición, descubres en la imperfecta cotidianidad. Y a la libertad la abrazó fuertemente y le dijo: "no temas: compartir te hará más fuerte y más libre". 


Agradecida esta tortuga por haber sido invitada al mágico jardín de las reflexiones, retornó a su caparazón con la esperanza de que en alguna galaxia de sol alguien escuche su rezo de amor.




Y tú ... ¿asumes responsabilidades o simplemente dejas que las cosas te pasen?


Lindo puente de tortugas enamoradas... abracen fuerte a su caparazón y recuerden que sólo el amor fiel crece fuerte como el bambú: suave pero duradero. El amor cobarde...siempre muere.




...el amor cuando no muere mata
amores que matan nunca mueren...
Joaquín Sabina

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