lunes, 25 de abril de 2011

equidad y perdón

Baila la sirena por las sendas del océano encantado, como cualquier otro día, al ritmo de una alegre salsa, mientras piensa en el delfín de sus sueños. 

De pronto a lo lejos lo ve brincar contento, ella se asoma, se asombra y descubre que le ha dicho mentiras. Aguarda hasta estar segura y como si tuviera un hacha en el pecho despierta de su eterna ilusión, ahogada, casi asfixiada de tanto querer. Son tantas las dudas en un instante: la furia, la decepción, la triste y vacua espera. Repasa en su mente cada día, cada silencio, cada engaño y todo lo que sigue sin adivinar siquiera. Mientras él, feliz, habita su único hogar, sonríe y se regodea bajo la sombra de su jardín. 

En realidad, ella descifra que su delfín no es un ser de mares y soles, es un alma de tierra y viejas raíces. Sólo visita el caudal y la dicha de los maniantales por accidente, de paso, con prisa y para probar el efímero gesto de una tenue sonrisa que se diluye de su memoria cada vez que, en la orilla, su vida lo aguarda.

Ella vuela entre las olas hacia su guarida, como si hubieran profanado su lugar sagrado, herida, rota. Encuentra aliento y consuelo en un hada y amiga de mar. Se sumerge en el vino amargo de su propia voluntad y comprende la verdad con justicia.

Cómo pudo la sirena de plata confundirse ante la presencia de su amado y albergar un nido para compartir con el más hermoso delfín. Ahora se pregunta ... "¿Por qué soy así? ¿No era obvia la verdad? ¿Por qué acepté un idilio cosechado de silencio y minutos que nunca podrían ser? ¿Fue un error confiar en mi corazón y amar sin condición alguna?" Ella no lo comprende aún, se hace cargo de las consencuencias y cada noche consulta con su tortuga mágica el camino hacia su luz, pero la magia todavía guarda un profundo silencio de consternación.

Les contaba hace poco de la justicia y su vocación de no violencia. Sin embargo, los seres humanos somos presa fácil de la ira y, entonces, sólo nos queda el perdón. 

La idea de que, de alguna manera, se pueden equilibrar los sucesos hasta encontrar la equidad suficiente para, con perdón, retornar a la justa naturaleza de ser. Es algo que debe alentar nuestras esperanzas de vivir. La vida te roza y a veces lastima, sin embargo, es sólo cuando te atreves a sentir que la vida puede herirte. Por eso, no debemos reprocharnos la dicha, la ilusión ni el amor. Sólo debemos aprender a no engañarnos mañana para crecer en el camino hacia quien elegimos ser.

¿Qué es lo más bello de amar? La gratuidad, la ingenua y devota entrega, el exceso y el placer. La certeza de haber roto el designio de tu irremediable soledad y la fe de que Dios todo lo recompensa. Una vez que entregas el corazón, estás a salvo. Confía.

Muerta la sirena, se avecinan las mariposas azules para enterrarla con el rostro de más de una bella planta y conservar su espíritu, hasta que el tiempo le regale nueva vida, si es que acaso la princesa encuentra agua en su corazón cada mañana. 

Delfín y sirena se abrazan, sin embargo, la princesa y el guerrero ni siquiera se conocen. Por ello, el hechizo de la amistad con paciencia se cumplirá. Y quizá la pasión retorne.


Y tú ... ¿eres de tierra o de mar?



2 comentarios:

FRANCISCO PINZÓN BEDOYA dijo...

Me gustó leer tus reflexiones

Un saludo desde Colombia

... dijo...

Muchas gracias por tu comentario.

Un saludo para la bella Colombia.