miércoles, 20 de junio de 2018

45 años...

... y contando.


Los años, como los kilos, se suelen acumular con el paso del tiempo. Por alguna razón extraña, esto ocurre de forma cada vez más acelerada. Y conforme esto ocurre, más cerca podemos acariciar la persona que seremos mañana. No siempre nos es fácil reconciliarnos con nuestro futuro, porque mientras más jóvenes somos, más erramos en dibujar con acierto la forma del porvenir. Solemos ensombrecer con la luz de nuestros sueños los claroscuros de la realidad. Y solo, al mirar la vista atrás, logramos descifrar la forma exacta de nuestro destino.

La dicha del tiempo es que la única certeza que logramos rescatar, siempre, es la felicidad. El aprender a disfrutar cada uno de nuestros momentos vitales. Cada una de nuestras batallas. Incluso bajo la lluvia y sin dejar que el sol nos queme. Y ¡claro! la vida no es solo un sendero de días felices. Es decir, de alegrías y sonrisas. Sin embargo, sí es posible desarrollar el arte de aprender a sonreír incluso en medio de los días más oscuros, así como, no renunciar al disfrute de los quehaceres cotidianos, incluso en los días más sombríos.

Todos guardamos en el alma un lugar solo nuestro, al cual solo cada quien puede mirar, en su intimidad. Para alcanzar la certeza de nuestra vida, la incuestionable realidad de ser quienes somos, incluso cuando nadie nos mira. El cobijo de nuestro fuero interno. En donde se guardan todos los secretos... y los sueños. Ese rincón inédito de paz que renace con cada amanecer. La voz interior que nos recuerda que, a pesar de las férreas batallas, todo valió la pena... La voz que nos alienta a abrazar cada mañana sol como si fuera la primera vez que admiramos el cielo. Y dejarnos sorprender por un rayo de luna por la ventana, en medio de niebla y cenizas... en medio de lluvias torrenciales y volcanes en erupción.

Siempre hay una ocasión para que una mariposa blanca aparezca ante nuestros ojos y recordarnos que aquello que más soñamos, siempre, es posible... El vuelo de las aves que nos convidan de su libertad... junto con su canto sublime. Una rosa... una orquídea. Un jardín frondoso. Y un cielo que promete abrir sus caminos hacia el lugar en donde solo la música de las trompetas se logra escuchar.

Esos momentos en que descubrimos en unidad las dualidades y contradicciones que nos componen... y somos uno en plenitud... sin enajenación alguna y en total reconciliación.

El espacio sagrado de la vida. La profecía cumplida. El retorno del bien. La edad de oro. El renacimiento del espíritu humano. El misterio de la vida. El motivo y la razón de nuestras vidas. Quiénes somos... y cuál es la leyenda que nos raptó del elixir de la juventud... que nos separó del élan vital... Cuál el fuego que se convirtió en agua... Ese momento feliz en que todo cobra su sentido. Ese aliento en que podemos abrazar todo lo que somos y volver a respirar. Volver a amar. Amén.


Y tú... ¿cuántos años tienes?


Feliz semana!!
Abrazo lleno de magia
de tortuga...

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