miércoles, 13 de julio de 2022

Una galaxia...

 ... que nace.


En cada uno de nosotros habita un infinito de colores que brillan dotándonos de vida. Basta cerrar los ojos para descubrirlo. Así... ante nuestros ojos aparece el más allá de nuestra frontera espacial. Basta abrir los ojos, a través del telescopio James Webb, para maravillarnos.

Como si por ser visto por primera vez el universo antiguo y lejano... empezara a existir. Lo cierto es que la magia está presente en cada uno de los momentos de nuestra vida y, así como, la lejanía a veces nos impide percatarnos de todo lo que compone la realidad... por la cercanía con nosotros mismos, a veces, estamos impedidos de descubrir la luz que nos habita.

Cada vez que logramos mirar ahí donde la realidad permanecía oculta o fuera de nuestro alcance... algo cambia en nuestra manera de ser y pensar. Un nuevo paradigma se instaura. Y de hecho: nosotros y el mundo como lo conocemos empieza a existir. 

Nacer y renacer a una misma vida ocurre en un instante. Ocurre cada vez que algo nos maravilla y nos sorprende. Y es en este instante en donde se funda toda esperanza y habita la fe.

En este día, que fue ayer, recibimos una certeza más de todo lo que nos hace comunes y de que en medio de toda adversidad siempre hay un rayo de luminosidad que nos da aliento: el suspiro de una buena noticia en torno a la cual todos podemos deleitarnos por igual. Sabernos iguales habitantes de este planeta y compartir el nacer de una galaxia que siempre existió.

Y son estos destellos lo que no debemos olvidar cuando, por alguna razón, nos sentimos extraños unos entre otros ante cualquier diferencia que nos separe. 

Son estos destellos en donde nace el gran amor. Ese aliento que pese a toda adversidad nace y renace cada amanecer. Se recrea en el presente con vocación de futuro. Capaz de desprenderse del ayer para sólo conservar las sonrisas llenas de magia de tortuga que habitan nuestros caparazones. Dulzura y ternura que, a veces, ocultamos... un poco por temor... un poco por el intenso sentir que no sólo otro mundo es posible... también: amar sin límites es posible.

Sabernos hoy un poco más pequeños, ante la majestuosidad del universo... también nos hace saber que nuestros corazones pueden ser mucho más grandes de lo que podemos imaginar.

En cualquier caso, más allá del amor compartido, el amor suma nuestra cercanía y empatía con toda la humanidad. Y es ahí cuando crece y vive sin fin. En su sentido más amplio. Sin rostro. En todos los rostros... delineados como una estrella en el horizonte. Y con un poco de magia: un día, a veces, descubrimos una estrella a nuestra única medida. Una vez que logramos abrazar en nosotros mismos la esencia de nuestra medida.

Cuando crece el horizonte ante nuestros ojos aprendemos a interrogarnos de otra manera sobre todo aquello que creíamos cierto y verdadero. Así fue la magia renacentista... y quizá cuando sentimos que la modernidad se agotó... simplemente estamos ante el umbral de un nuevo renacer. Porque la herencia que dio lugar a la nueva ciencia lleva en su seno la idea de que siempre hay un más allá detrás de cualquier horizonte establecido como el único posible.

Mucha falta nos hace en estos tiempos de narrativas agotadas... imaginar otra manera de interpretar toda la información que aparece ante nuestros ojos. Quizás estemos muy lejos, o muy cerca... y no logremos percatarnos de la realidad que acontece ante nuestros ojos. De lo bueno que hay en todo lo que parece extraño o fuera de lo que estamos acostumbrado a valorar. Abramos los ojos sin temor a descubrir que otro mundo es posible. Abramos nuestro caparazón sin temor a descubrir que otra forma de sentir es posible. 


Y tú... ¿te maravillas ante un nuevo amanecer?


Feliz miércoles...
lleno de magia de tortuga.



La noche es buena para nosotros, constelaciones de nuestro lado
Los universos en paralelo y los planetas van conspirando
Mientras tu boca junto a la mía van convocando un pacto sagrado
Que se convergen en nuestros cuerpos y, tú y yo nos amamos
En tu boca sensual
Yo me pierdo mujer
Cuando empiezo a soñar
Cuando empiezo a caer
Eres tu celestial y divina mujer
Y me quiero quedar
Bailando apretados
Bailando pegados
Bailando dos corazones
En esta canción de amor (en esta canción de amor)
Y yo me iré contigo, donde quiera que sea
Donde me lleve el barco, la corriente, la marea
Donde haya que quedarse, por tu risa, por tu espera
Yo me iré contigo donde quiera que sea
En tu boca sensual yo me pierdo mujer
Cuando empiezo a soñar
Cuando empiezo a caer, eres tu celestial y divina mujer
Y me quiero quedar
Bailando apretados
Bailando pegados
Bailando dos corazones
En esta canción de amor (en esta canción de amor)
En el presente, desde el pasado, nos conocimos y nos aliamos
Desde otras vidas, desde los sueños, desde la alianza de nuestros santos
Desde que fuiste, desde que eras, eres la chispa y eres el rayo
Bebo la fuente de tu alegría y, tú y yo nos amamos
Y, tú y yo nos amamos
Y, tú y yo nos amamos
Bailando apretados
Bailando pegados
Bailando dos corazones
En esta canción de amor (en esta canción de amor)



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