jueves, 21 de septiembre de 2023

hablemos de...

 ...la oposición.



Poco suave es constituirse como "Frente" (https://dle.rae.es/frente). Más certero es hablar de frente: ser franco. Con el rostro descubierto. Decir con verdad... sin necesidad de ocultarse; menos aún: enfrentarse. Una contienda electoral por la presidencia de la República no puede entenderse como una batalla invencible. El diálogo y la razón, la ley y el orden, la democracia y la libertad: son tres mancuernas suficientes para dirimir la justa competencia entre dos opciones políticas en aras del bien común. En tiempos modernos no existe mando alguno: se llama Gobierno. Tales jerarquías sólo son propias de los mandos armados... por motivos obvios: preservar la vida de la ciudadanía. Lo antiguo y originario es sagrado. Y la potestad arquetípica de todo lo que conjuga la historia de la humanidad no está al alcance de caprichos de gabinete.

Contamos con dos precandidatas en franca confrontación: en oposición. Sin consulta y con encuestas verificables, llegan ambas al arribo de una larga cuesta. Si tomamos en cuenta que han gastado ya gran parte de sus baterías al anticipar el escenario del imaginario social como si hoy se estuviese dirimiendo quién es la persona a cargo de este país. El presidente en funciones se sigue llamando Andrés Manuel López Obrador. Grandes retos les proponen, a las actuales esquelas presidenciables, las expectativas previas, la precampaña y la, todavía lejana, campaña electoral. El voto ciudadano sigue siendo, en estricto sentido, un espacio vacío y abierto a disposición de la única voluntad propia de cada individuo empadronado por el INE. Y esto es lo único cierto. Una encuesta no es una urna. Una preferencia de opinión pública no es un voto. Y una vez concluida una elección no se abonan votos en una cuenta bancaria hecha de falsas canicas.

Cada día de elección se abre una nueva partida dentro de la cual nadie conoce a ciencia cierta el resultado legítimo. Y ésta es la legalidad que nos constituye como Nación. Tenemos una Constitución vigente. Carta Magna que exige se cumpla con el deber ante la población que asumen todos nuestros gobernantes, administradores públicos y representantes. Por lo demás... la suma amplia de candidatos en disputa el próximo año tienen una sola prerrogativa: ser honestos con quienes tenemos la voz, el veto y el voto; en plena libertad con una voluntad propia y distinta en cada uno de nosotros. La sociedad pide respeto. Pide medios de comunicación al servicio de la verdad y con pertinencia: voces independientes y sin incentivos en la vida pública y/o política. Gracias... La Democracia vive y la Constitución está vigente. 

El tablero no se ha abierto y todavía no conocemos nuestras opciones reales. ¿Serán sólo dos candidatas? ¿Habrá más participantes en la palestra? ¿Las actuales elegibles, ya ratificadas y nombradas (suponemos registradas en tiempo y forma ante el INE) cumplirán con todos los requisitos legales debidos para ser quienes lleven su nombre en la boleta? Vivimos un proceso... sin resoluciones claras todavía. Son tiempos de renunciar a las fantasías y apegarnos al principio de realidad con base en la legalidad. Líbrennos de verlos hacer el ridículo, de constatar que ignoran el Estado de Derecho, de desilusionarnos ante el hecho de que poco sirven al pueblo y mucho escatiman en el futuro tan sólo para arrancar las mieles de la esperanza en aras de agendas mezquinas dentro de las cuales sólo aspiran a sus propios propósitos, a su ambición, su ego y su vanidad. A su beneficio personal. México es más y merece mucho más de todos quienes se procuran a sí mismos como futuros gobernantes, administradores públicos y representantes.

Dejen de confrontarse entre ustedes, entre los poderes y entre sus opositores. Insisto: diálogo, ley y democracia... son la única clave para garantizar el artículo primero constitucional y para asumir un compromiso colectivo con la libertad. Y que la procuración de justicia se vuelva costumbre sin estar más a debate político. Así sea.

La gran ausencia es la agenda de trabajo, los proyectos de desarrollo, las propuestas viables, las soluciones, las alternativas. Ideas aisladas. Conceptos vacíos. Arenga verbal. Romanticismo político... sin altura de miras. Sin objetivos claros. Sin diagnósticos loables de abrir análisis serios de política pública. La economía tambaleándose: sin certezas financieras para la garantía de un proyecto de vida feliz para la población. El terror: la carta bajo la manga como aliento para llenar urnas. La vaguedad: el espacio en el cual se niegan a comprometer su palabra ante el electorado. La emotividad: nostalgia de un tiempo perdido y un futuro siempre prometido pero nunca cumplido en paz. La violencia: cortina de humo y nicho de disputa entre las fuerzas opuestas que pretenden ser dueños de un país al que ni siquiera saben amar. Porque amar es con respeto. Somos individuos, personalidades jurídicas, personas de carne y hueso: conciencia de sí con voluntad y deseos por cumplir. Sentimos y pensamos. Escuchamos y reflexionamos. Somos seres con memoria y con evidencia también de la memoria histórica. Pedimos respeto. Y con honestidad esperamos poder confiar en que son capaces de ser sinceros con quienes invitan a brindarles su voto de confianza el día de la elección y que están dispuestos a asumir la responsabilidad por la que arrebatan con tanto ahínco el puesto elegible. Ser Presidente de una República es antes que otra cosa: una gran responsabilidad.

La rendición de cuentas va... y la historia juzgará quiénes son héroes y quiénes fueron sólo truhanes.


Y tú... ¿sabes que la campaña presidencial 2024 no ha empezado?




Qué viva la Paz
en este su día...
llena de Magia de tortuga.
Amén.




"pendant la éternité"

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