martes, 26 de septiembre de 2023

otoño...

 ...de LUZ.



Al llegar la plenitud del año, el aumento de todo lo cosechado, con desapego... nos acompaña un sentimiento de balance; cual viento fresco: con alegría, ternura y complicidad; en el tiempo justo que nos permite desprendernos de la huella del ayer para abrazar la cautela del buen pensar sobre la honestidad de nuestras vidas y el regocijo espiritual de un crepúsculo sereno. La clara confianza en que el equilibrio entre el día y la noche nos alumbra para caminar ciertos hacia el hogar que alberga nuestro corazón. En cada uno de nuestros caparazones (de mágicas tortugas) duerme el silente amor valiente que abre su latir con verdad. El aliento de Perséfone: quien abrirá el umbral del inframundo... una vez más; de la mano de la catrina bendecida; une en un solo mundo la dicha del eterno vivir. Bajo el sino de Venus: estrella de la mañana. El festejo de la Luna: abundante gracia. Radiante prosperidad. Fuerte salud. Emotividad sabia. La era de la creación preexistente y de su perpetuidad. Como quien se hace a sí mismo: llega el día en que libra con encanto, elegancia, diplomacia y buen gusto... la belleza en su acontecer. Al aparecer de las escalinatas se abre el gran fuego eterno y con su verdor incandescente: brillan las plumas coloreadas de la serpentina. En el punto cardinal en donde el aire despierta. La magia se desprende de la piedra céltica. Se funda el Sol en su quinta estación. Cual ave libre que pasa y enamora con armonía al encarnar en su piel amada. Así... se consuma el orden divino. Lo celeste materno: invencible trinidad. El arado que hace del desierto un mar de consuelo. Con arte y con ciencia. Desde el páramo los cráteres forjan el hierro de la amalgama matrimonial cual seno que abriga en harapos el cristalino río que vuela a través del cielo rocalloso. Imán de jade que hace visible lo invisible cual Artemisa olímpica que yace dormida sin prisa y con paz. Manos galantes entrecruzan la corona en oración y hacen brotar la vid con el oro seco cuyo resplandor adorna el altar de la comunión. Con asombro. Fraseo sagrado del hallazgo legendario. 

Los bosques se visten de colores mostrando sus mejores emblemas. Los 7 árboles... destacados son: El Roble y padre; el Avellano y prudente; el Castaño y generoso; el Abedul y flexible; el Fresno y venerable; la Haya y fecunda; el Arce y Serbal, los encendidos. Sueltan su pelaje abriendo la alfombra para ver a los dioses volver. Su cántico se colma orquestando las brisas originarias del océano. Albergan nuevos comienzos, anuncian la pureza tornasol en terciopelos: que se evapora en el manto salino y conserva la fuente del salto que encumbra en cascada las aguas del caer de las montañas. Despojándose de la suave lluvia que despierta el olor de la tierra para secar lo que en el invierno será esponja en cuyas raíces podrán albergar. El Encino abre su bellota y cura todo dolor. Su voz es abrazo y en su forma duerme, con misterio, el grande antaño. Así... se surcan los troncos de Temis... Atlas... Cronos... y Zeus. El gran reino feliz de la edad dorada: el mundo animado. La dicha sublime del Edén. Bendita la floresta: cuyo arco es el faro del sendero de la humanidad. Cuyo aliento es latir infinito. Guardianes son de la miel en flor. Dotan el oxígeno vital. Respiran mientras duermen y navegan entre nubes en sus sueños de vigilia. Acarician nuestro rostro con frescura plena como si quisieran anunciarnos con gracia la imagen de la felicidad. Y nos regalan el otoño en consonancia con la majestuosidad del astro solar. Sabios son. Sagrada belleza en comunión. Ancestrales y celestiales. Son hogar. Son navío. Son recuerdo de la memoria. De sus frutos nos acrecentamos. De su follaje nos alimentamos. De sus selvas nacimos. Al contemplarlos: nos nutrimos. En su corteza envejecida (nacida madera): labramos y habitamos nuestro ethos. Y, en su silencio... encontramos nuestra verdadera paz sin soledad. Son amor.



Y tú... ¿recibes los vientos fecundos cuando ves en ti el añejo reflejo de tus cualidades?








Gran inicio de semana...
tortugas de ayer,
vigías de hoy,
vísperas del amanecer:
de la mano del susurro
de los vientos mágicos
cuyo otoño despiertan.



"pendant la éternité"


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