viernes, 22 de septiembre de 2023

los caminos...

 ...del infinito.



El pulso discreto del contar vuelve ilusoria la real continuidad del acontecer que significa nombrar el tiempo. Para mirar un punto en el trayecto de nuestro horizonte, nos separamos de la multitud, la completitud, el contexto, el paisaje, los linderos de nuestro ver... para situar en el centro de nuestra atención un cuanto aislado: creando la ilusión de su existencia.

En nosotros no habita la conciencia del universo. Ese concepto que siempre incompleto en nuestra mente nos remite a algo mucho más allá de nuestra percepción. Esa idea vaga que alberga un sentido de realidad fuera de nuestro propio planeta. Mientras más lejano es el suspiro de aquello que tratamos de nombrar, sin forma conocida, aparecen imágenes sugerentes de todo aquello que no podemos tocar. Tampoco comprender. Mucho menos trazar con la letra un sentido capaz de significado. Sin experiencia no hay lenguaje posible. 

Es quizás el sino de nuestra humilde capacidad de pensar: albergar con sorpresa el acontecer de un mundo desconocido ante nuestros ojos... mientras aprendemos a mirar con verdad todo aquello que sí se finca en nuestro principio de realidad. Todo aquello que nuestros sentidos sí pueden aprehender. La comprensión nuestra está siempre limitada al convenio subjetivo que, una vez que la ciencia lo contrasta vía empírica, deviene en acuerdo objetivo. Objeto limitado... a la luz del crecer de nuestra capacidad de comprender el mundo del cual somos parte: la Tierra en que habitamos. 

Infinito es todo aquello sin contorno. Sin otro límite que su existencia misma en tanto esencia acabada. Sin cuenta final... sin última unidad. El latir luminoso de la eternidad. Algo difícil de pensar por nuestro cerebro necesitado de particularizar los objetos que perciben nuestros sentidos de tal modo que se puedan nombrar.

Atravesar los caminos del abismo vital, dentro de una realidad que posee sus propios parámetros y que siempre está a merced de la leyes de la naturaleza, es navegar en una selva indomable en donde sólo podemos saber que estamos vivos si estamos despiertos. Y sólo nos queda abrazar con pasión la llama viva de la belleza que nos comulga. Entregarnos al sendero sin otra paz que la nacida de la certeza de la majestuosidad de la vida. Conscientes de que vivir es amar y nunca querer dominar.

Ni más ni menos somos. Ni mucho ni poco valemos. Somos un gran milagro... somos el corazón que puede decidir si amar o evitar escuchar aquello que simplemente es evidente y en verdad. Somos la mano que puede poner intención en un hacer, aparentemente, superpuesto al orden de las cosas mismas. Cada obra creada en nuestras propias vidas es también un orden natural que no puede interponerse a la realidad misma del tiempo. Nada en nosotros es artificial. Y lo propiamente humano es aprender a distinguir la diferencia entre la fantasía y el orden natural. Y lo único que nos pertenece como especie del reino animal es la libertad de actuar con bien y renunciar a dañar o lastimar aquello que nuestra mente no sabe pensar.


Y tú... ¿decides amar con bien... eliges los caminos del buen amor... o te conformas con renunciar al infinito y volverte una anomalía moral incapaz de vivir con bondad...sin rozar un instante la belleza: sin amar? Y tú... ¿quién eliges ser? 



Amén.
Dulce viernes...
que nace al otoño/primavera
alumbrados 
tras un verano/invierno dorados...
Amen con bien: mágicas tortugas
amigas. Gran abrazo de luz, sol, viento y mar.
Feliz fin de semana.
...Hasta que la luna llena nos llene de inspiración ancestral.
Lindo día.





"pendant la éternité"


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