lunes, 22 de junio de 2020

la fatalidad...

... del engaño.




La transformación en México resultó ser una de las más grandes farsas de la historia de nuestro país. Ni por dónde empezar a nombrar sus equívocos. Ni hacia dónde hacerse para conservar nuestras instituciones. Realmente estamos ante una situación del todo trágica. No sólo nos quedan a deber a quienes votamos y apoyamos el proyecto durante la campaña. Incluso con fervor. Incluso a costa de nuestra propia cordura. Es al Estado, con mayúsculas, al cual insultan cada mañana. Sin ofrecer nada bueno: sólo odio... nada nuevo: sólo venganza. Volviéndose la imagen de todo lo fallido, de todo lo roto, de los mismos vicios y vacíos de siempre. Ignorancia, incompetencia, negligencia, nepotismo, cuotas, favores, conflicto de interés y sí, les cueste lo que les cueste escucharlo a quienes todavía tienen los ojos vendados: corrupción. Y la cereza oscura de este amargo pastel: el idealismo trasnochado que pretende que el mundo regrese a una fingida guerra fría y se alcen de nuevo, con crueldad, los muros ya derribados.

Nos mienten todos los días y a todas horas. La mentira es la única práctica congruente en este sexenio. La censura... el mayor de los horrores presentes en todo acto de este gobierno.  

Y sí, lo sé, no debemos ser tan pesimistas. Menos en tiempos en los que ya tenemos suficientes incertidumbres para alimentar múltiples angustias. Tratar de ver el vaso medio lleno... como se dice coloquialmente. En este sentido, no cabe duda que no todo será saldo negativo. Finalmente, la democracia triunfó y ningún viso autoritario nos arrebatará lo que juntos todos los mexicanos logramos alcanzar. Porque en el 2018 triunfamos todos... y eso es algo que, con un alto costo, Morena no logró comprender. El próximo año tendrán que devolver lo que les entregamos y asumirse como una fuerza más de todo el entramado político de nuestro país. ¿Y de lo bueno? Haremos el balance en el 2024 y, sólo entonces, podremos alabar virtudes construidas en este sexenio. Porque, por mucho que sólo se intente destruir, siempre existen obras y buenas voluntades cuyo trabajo deja algo para conservar. México es más que un sexenio. Mientras tanto, lo que nos compete es la crítica consciente y nuestro derecho a opinar. A construir alternativas.

Lamentablemente, quienes hoy ostentan los poderes han sido ciegos y sordos a la comunidad, se encerraron en un discurso monolítico en donde sólo ellos existen como país y como ciudadanía. Desechando con violencia a toda la población. Esto no significa que los diálogos no siguen vigentes. Habemos voces de todos colores. Todos tenemos el mismo derecho de participar y de seguir siendo parte de nuestra vida política. Para decidir rumbos y caminos. Para seguir abonando esperanza y que México logre resolver los problemas que urgen de soluciones. Escuchando juntos. Sumando.  

Este engaño fatal, la peor de todas las estafas maestras, no nos define. Somos más grandes y fuertes que un cúmulo de equívocos que sólo procuran la acumulación del poder, en todas sus manifestaciones: poder político, económico, mediático, social. Tuvieron la oportunidad histórica de ser lo que fueron llamados a ser. Sin ocuparse de campañas ni de tiranías ni de preservarse incluso por la fuerza, por encima de la ley, porque decidieron que son los únicos que saben lo que debe ser México. Olvidaron incluso sus propios orígenes. Y en muy poco tiempo destruyeron todo por lo que tantos años trabajaron. En muy poco tiempo hicieron de la esperanza: desengaño.

Su mayor error: pensar que habían logrado todo solos. Olvidarse de quienes los acompañamos durante años, en las buenas y en las malas. De todas las voces que se sumaron para hacer de la campaña electoral un espacio justo. De quienes creímos en su palabra. De quienes confiamos nuestro voto para hacer la diferencia. La diferencia en materia de calidad de vida para toda la población (no votamos por caridad alguna). La diferencia en materia de seguridad y paz (no votamos por la militarización). La diferencia en materia de no simulación y no corrupción (no votamos por encumbrar una nueva clase política de élite). En materia de regularización del consumo de drogas y una política integral de amnistía para revertir la escalada de violencia (no votamos por un nuevo pacto de partido con el crimen organizado). Y ciertamente, no votamos para que se desmantelaran instituciones. Tal agenda no estuvo sobre la mesa en campaña alguna. Como tampoco contábamos con el machismo y el clasismo que nos sermonea cada amanecer.

No votamos para que nos enseñaran cómo vivir nuestra vida privada (ética y moral), menos aún regularan nuestros hábitos de vida (consumo, alimentación, aspiraciones, valores, creencias...). Ni para que nuestras libertades fueran coartadas en aras de legitimar un discurso de sometimiento en el cual el ideal es el espíritu de la familia de los años 40. Tampoco elegimos, democráticamente, un gobierno que quiera callar todas las voces con trampas y estratagemas sólo porque no tienen un verdadero proyecto que ofrecer. 

Francamente, enloquecieron por completo. Perdieron el rumbo. Y perdieron la oportunidad de que creamos que podemos volver a confiar en ustedes. Sus ambiciones regresivas en todas las materias... son un atentado contra la humanidad. Como lo fue condenar a las empresas pequeñas y medianas a la quiebra. Sin empatía alguna por el empleo de las y los mexicanas. Castigando el ingreso de la ciudadanía para aniquilar adversarios, empobrecer al país y beneficiarse electoralmente de la desgracia mundial. No hay punto de retorno. La frase "primero los pobres" es una más de las mentiras que nos cuentan. El desprecio que sienten por la población es incompatible con cualquier proyecto que tuviese por vocación erradicar la pobreza. 


Y tú... ¿aprendes de tus decisiones?



Feliz verano...
mágicas tortugas.
Abrazo!



No hay comentarios: