Estaban tic y tac en los columpios. Hablaban un poco de todo y de nada. Llevaban largo tiempo sin verse ni saber de sí. Cada uno se columpiaba a su manera, a su ritmo y, por momentos, estaban tan distantes que no podían escucharse. Era como si fueran extraños pero invadidos de emociones de vida que los unían. Cariño, quizá. Sobretodo, desconfianza compartida y desconsideración mutua. Hasta que llegó el día en que, de tan fuerte columpiarse, ambos salieron volando a territorios lejanos y, mágicamente, se olvidaron para siempre el uno del otro.
Y tú ¿te columpias con tus hermanos?
Buenas noches!
Y tú ¿te columpias con tus hermanos?
Buenas noches!
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