jueves, 4 de marzo de 2010

vida que pasa

y vuela...

Existen certezas que sólo se descubren con el paso de los años, años que parecen siglos. Días eternos que se revelan con miedo de ser, el espejo que te muestra el rostro otro de quién quieres ser, el reflejo del alma ajena que te enseña tus errores, la mirada esquiva que te interroga sobre tus defectos, el silencio sordo que grita ante la arbitrariedad de tu juicio.

En las huellas del ayer te descubres renacido e incluso pierdes un pedazo del mañana para dar cabida al umbral de tu alegría de ser.

La felicidad sin cifrar es aquella que todavía vale la pena, ese beso que borra lo que en momentos desgajados y rotos llamaste dicha, el abrazo que hace de ti un sólo sol en donde la luna llena brilla todas las noches.

Lo feliz, con magia de tortuga, no se remite ni se acota al placer de un medio día. Y el baile que acompaña esta magia perdura con vejez y ternura, a la vez que se enciende cual joven pasión.

El secreto ... esa paciente espera de amar.


Y tú ... ¿cómo descubres el sello de tu alma al envejecer?

Abrazo de sol con mágica serenidad de tortuga para todas y todos.




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