viernes, 26 de mayo de 2017

lluvias que desnudan el bosque por la noche...

al amanecer... el sol regresa y la luciérnaga alza su vuelo.

El tiempo de sol nos regala sus últimos suspiros... se adelantan las aguas... el cielo es gris, la neblina se empieza a entretejer entre los árboles. Y con cierta timidez... brillan rayos de luz evocando el lamento de una nube que necesita salir de sí y entrelazarse con un cuerpo nuevo. 

Entre melancolía, nostalgia, música suave y tenues recuerdos de dichas pasadas... emerge un breve olor a romanticismo, inspirado por los años de distancia y soledad. La interrogante constante sobre el incierto futuro en pareja. La certeza de que el tiempo se agota y de que no hay otra alma que la mía para compartir la felicidad de mi bello hogar. Como si los espacios estuvieran satisfechos de sí y el tiempo no encontrara el ritmo adecuado para un nuevo encuentro.

Latentes ilusiones despiertan y se adormecen... sin llegar a convertirse en una voz amiga. Sin llegar a ser más que un fugaz recuerdo de todo lo que pudo ser. Las heridas del horror y la traición sanan por completo...dejando en su lugar la sonrisa de un alma entera...que sobrevivió a sí misma cuando todo se desmoronó dentro de sí. 

No hay palabras para expresar la verdad revelada tras una llaga de amor. Ni siquiera la muerte puede robarnos el aliento más puro del corazón. La vida que se arriesga entera por aquello que ama, por aquello que cree, por aquello que quiere forjar de sí misma... es una vida dispuesta a entregar todo de sí y volverse a inventar. Es una vida que renace. Es un corazón que vuelve a latir sin saber aún la melodía que lo despertará por siempre.

En el camino... la amistad y la soledad realizan formas sublimes... en donde aprendes a crecer dentro de ti... incluso si nadie se percata de quién eres y qué significa tu vida. A lo lejos... las personas idean teorías y juicios generosos de lo que necesitas... porque en la distancia están en resguardo de sentir contigo, de realmente aventurarse a descubrir el alma que te habita. Aquella verdad que los pueda conmover de sus certezas. A cambio, conmueven las tuyas con su abrazo y también te regalan nuevas razones para sonreír... sin adivinar cuál es ésa dicha que te acompaña.

La luz de nuestro corazón es como el brillo de la luciérnaga... siempre titila en medio de nuestras sombras para recordarnos que quizá exista alguien en el horizonte... lo suficientemente distraído para notar nuestra presencia. 



Y tú... ¿titilas entre tus sombras?



Feliz viernes...
mágicas y amigas tortugas.

Canción por primera vez escuchada...
 la composición de Aute siempre es un deleite y 
se suma a una lista de reproducción con 
una que otra de las favoritas de los últimos... 
y no tan últimos tiempos.
Gracias.
Con sabor a nostalgia de futuro...
y como una plegaria al cielo para evocar 
el alma que le pertenece a mi caparazón.
Amén.


un millón de cicatrices... Dani Martín





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