jueves, 13 de diciembre de 2018

#DDHH ...

... ¡70 años!




Largos han sido los caminos de la humanidad para conciliar el hecho de nuestra condición común. Y todavía subyacen misterios en lo que a comprendernos a nosotros mismos, en tanto seres humanos, se refiere.

Sin importar tales enigmas, hay cosas que no necesitan comprenderse: porque simplemente son... y son verdad. La irreductible dignidad humana que nos comulga es una de estas certezas infranqueables. Ese territorio en el cual no se aceptan excepciones. Ni pretextos. Sólo el amor se asemeja a la experiencia del pleno reconocimiento de nuestra igualdad. Tan iguales como diferentes somos, precisamente, porque somos capaces de amar.

El amor tiende a equilibrar las tensiones del mundo cuando éstas impiden recordar que nuestra condición humana no nos autoriza a excedernos en el uso de nuestras fuerzas y nuestros poderes. Más ahí en donde se presentan situaciones asimétricas. Ahí en donde nuestros caminos no coinciden y nos es más difícil entendernos entre seres humanos. Justo en donde la desigualdad y el abuso de cualquier forma de autoridad lastima nuestros corazones.

Y quizá la interrogante pendiente es ¿por qué nos sentimos autorizados a odiar?... Ojalá tuviéramos tantas buenas razones para amar como argumentos instrumentamos para fundamentar odios de toda naturaleza. Cuál es la furia que alimenta nuestra necesidad de destruir todo aquello que difiere con lo que consideramos correcto. Cuál la cuna de todos los prejuicios que nos impiden sorprendernos ante lo inexplicable. Cuál la trampa de los dogmas que limitan nuestra capacidad de imaginar un mundo diferente. Cuál el desatino de los fanatismos que nos autorizan a abusar del uso de cualquiera de nuestras expresiones. Cuál el temor que nos impide cambiar nuestra forma de pensar.

Ha sido largo el camino andado hasta aquí. Y más largo aún parece lo que nos resta por atravesar y construir. Sin embargo, no debemos subestimar el logro comunitario de coincidir en la prioridad que hoy tiene la toma de conciencia de nuestra humanidad a la luz de los derechos humanos. Incluso si no acabamos de comprender los misterios que nos componen... incluso si no hemos descubierto cómo combatir los odios que nos oprimen. Porque así como la dignidad humana: el amor es irrenunciable. 


Y tú... ¿conoces tus miedos?



Feliz jueves...helado y
lleno de magia de tortuga.
Fuerte abrazo
que anticipa una
feliz navidad:
un tiempo para abrir el alma
y entregar nuestro corazón...
con verdad.
¡Un tiempo para amar!








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