... es vivir.
¿Qué sería de nuestras vidas sin el compartir? Somos seres llamados a la vida común. A convivir. Es en la sorpresa del encuentro con el otro que descubrimos nuestra vocación vital. Nos gusta estar informados y saber de la presencia de otras vidas en nuestra vida. Sentirnos escuchados y comprender otras voces. En comunidad. Pertenecer y sabernos parte. El milagro de la convivencia se logra al menos entre dos. Se superan las diferencias porque hay algo común que nos reúne. Desde lo afín. El respeto. Desde objetivos que se comparten. Desde el compartir.
Es triste constatar que muchas personas no lo viven cual incentivo de paz. Muchas veces las personas se reúnen bajo alguna afiliación para confrontarse entre sí con otras personas, sin importar la causa. Dicen que la unión hace la fuerza. Pero hay de uniones a uniones. Compartir no es un llamado a que el fin justifica los medios. Hoy en día la competencia por verdades absolutas, de la mano de la propaganda y las redes sociales, es una constante en los países. Así como las guerras no cesan. Y vemos amenazas del surgimiento de nuevos conflictos bélicos. El deterioro de la vida también es el deterioro del compartir: en paz.
Parece existir un malentendido entre unir experiencias y vivir en pie de alguna batalla, al menos, en contra de la opinión de otro ser humano. En México vivimos una gran incertidumbre. Por más que uno se esfuerce en estar bien informado. Hay dos narrativas, disímiles y en paralelo, que cubren todo el entramado de comunicación mediática. Cómo saber qué está pasando en verdad. Sólo se puede saber de la vida personal de uno mismo. Y tener percepciones al respecto de la vida común. Sólo podemos hacernos cargo de nosotros mismos y de nuestras opiniones. Sin terminar de forjar una opinión definida. Porque en cualquier caso sería tomar partido por una u otra causa en pugna. Qué gran dilema. Yo prefiero no pronunciarme al respecto y recibir la información con mesura. Reconociendo que no sé lo que pasa en realidad. Es triste que una manifestación no cumpla su cometido pacífico. Sin importar la causa. Cuando un grupo de ciudadanos deciden alzar la voz y hacer presencia en las calles, cada quien puede sumarse en solidaridad, o no sumarse en solidaridad... libremente. La libertad es fundamental para la vida en sociedad. Con igual respeto a todas las partes. Soy muy ingenua e idealista: lo sé.
Yo ahora, a mis 52 años, prefiero observar a lo lejos. Porque no entiendo lo que pasa. Sólo se evidencia violencia y más violencia. De todos tipos. Y me pregunto cuál será el evento que hará voltear a México, y al mundo, hacia los caminos pacíficos en todos los ámbitos vitales. Tenemos problemas serios en esta materia. Quizá debiésemos unirnos en torno a soluciones. Todavía no alcanzadas. No son sólo las marchas...parece que sí hay descontento. Y no es sólo la narrativa oficial... parece que sí hay contento. ¿Por qué no convivir en paz? Con derecho a estar en descontento por los resultados de gobierno y con el mismo derecho a estar contento por los resultados de gobierno. O sin pronunciarse al respecto. Sin batalla mediática mediante. Parece imposible. Vemos cómo en otros países atraviesan realidades similares. Divide y vencerás parece ser la estrategia de las distintas élites mundiales. ¿Por qué los liderazgos, oficiales y no, en todo el mundo anhelan cosechar un mundo partido por la mitad: entre supuestos buenos y malos? Entre la pugna por verdades absolutas. Sin paz y sin respeto. Cultivando el miedo como forma de vida.
Y tú... ¿sientes que puedes estar informado?
Buen inicio de semana
queridas tortugas.
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