domingo, 21 de abril de 2013

noticias en retroceso y una cruzada en entredicho

Hace unos días les contaba, felices tortugas, que en Guatemala estaba ocurriendo un hecho histórico al enjuiciar a Ríos Montt, sin embargo, las noticias han cambiado de rumbo y dicho juicio se ha anulado por motivos jurídico administrativos. Así que antes de salir del túnel, se han cerrado las puertas. Es triste ver inercias institucionales e históricas replicarse sin posibilidad de justicia. Más allá de los estigmas hay protagonistas y partituras que no parecen revocarse. Quizá el arte de la justicia sea, no solo la toma de conciencia de estos estigmas, protagonistas y partituras, sino, y en mayor medida, la libertad de definirnos sin estigmas, reinventar protagonistas y recifrar nuestras partituras. Ya que las mayores violencias ocurren cuando el símbolo es más fuerte que la realidad que lo representa. En nombre de símbolos se han cometido las más graves agresiones a la realidad.

Al mismo tiempo vemos confrontaciones políticas en torno a la cruzada contra el hambre. Una vez que empiezan los trabajos, llega Lula desde Brasil, Rosario Robles es puesta en cuestión y llamada a comparecer ante las autoridades legislativas. El PAN con su acostumbrado modo de revancha y ventajas se visibiliza en la coyuntura de este propósito denunciando irregularidades en los procesos electorales del Estado de Veracruz; en donde se pretende hacer mal uso de los recursos de la cruzada, lo cual es injustificable. Llama la atención la desesperación de la oposición panista al ver sus espacios disminuidos y dan visos de empezar a descolocarse ante la afortunada conciliación de ser parte del pacto por México. Esta nueva postura, no encontrar en el pacto las vías para denunciar estas ilegalidades, también les restará buenos ojos; ya que en política no se puede tener contentas a todas las opiniones por igual. Lo interesante es que en vez de empezar en casa y vigilar sus propias prácticas de "compra" de votos y ver sus propios nexos con el "narco", han elegido, con claras miras electorales, atacar de improviso y por la "espalda", cual es el sino individualista de sus convicciones sociales y políticas. Será importante ver cómo se esclarecen estos hechos, si se logra ir más allá de los rincones de la impunidad y si estigma, protagonistas y partituras logran caminar hacia pugnas electorales legales, honestas y transparentes. Ofreciendo garantías de que todos los recursos invertidos en la cruzada serán utilizados legítimamente y sin desvío alguno de sus loables fines.

Todo este revuelo es bueno y saludable para el diálogo político. Sin mencionar que las fuerzas panistas acaban de reconocer la ventaja y la fuerza de la vuelta al priismo, una vez que deciden atacar con tal alcance mediático. De haber actuado de otro modo, habrían podido consolidarse en igualdad de fuerzas, pero prefirieron dar la cara con el lema "seguimos perdiendo votos" y en una actitud de franca desesperación. Habrá quienes culpen al pacto por esto, de ahí esta necesidad de deslindarse. A pesar de que ésta no es la única lectura. Ya que, en tan poco tiempo, no pueden aspirar a legitimar todo aquello que durante 12 años no fueron capaces de construir y esperar verse favorecidos en las urnas; es muy pronto para esto. Pero siempre es más fácil culpar a otros de nuestras propias derrotas. Así como el PRI seguirá enfrentando los resabios de sus propias prácticas mediante la confrontación interna con quienes se niegan a sumarse al futuro. O asumiendo los costos de insistir en la corrupción y la coacción de fuerzas como lenguaje social para  lograr su fortalecimiento político. Hay un momento en donde la filiación partidista pierde vigencia, a saber, cuando se trata de dar cuenta de los actos individuales de cada uno de sus integrantes y es cuando la ley es el único parámetro, ya que más allá de cualquier preferencia, todos somos iguales ante la ley. Así como la Iglesia Católica tendrá que deslindarse de quienes han pervertido sus cimientos en contradicción con todo lo que ella misma representa y dar a paso a que quienes hayan violado la ley afronten las debidas consecuencias conforme a derecho. En ambos casos no hay necesidad de una caza descarnada motivada en derrocar símbolos sin más; si lo que buscamos es fundar la búsqueda de justicia en aras de restaurar los daños en realidad cometidos, sin necesidad de cometer nuevas injusticias.

Escuchar a Lula fue en todo conmovedor, la conciencia clara que tiene de la pobreza como realidad de vida y no como concepto de estudio sociológico, político e histórico, hace imposible que la piel no se ponga chinita. Su invitación a ir por todo en este esfuerzo es casi impostergable así como las reflexiones que nos deja al recordarnos el lado humano de la carencia. Junto con hacernos mirar hacia la fortuna y la responsabilidad que tenemos de no vivir en condiciones de tal necesidad y la posibilidad que debemos darnos de ayudar con nuestras propias manos. Habremos de ver si las acciones se corresponden con los objetivos y se logra esta gran misión que se ha propuesto el gobierno federal.

Rosario merece más de un voto de confianza en este esfuerzo. Evidentemente, la ley debe cumplirse en todos los casos en que existen irregularidades legales o algún desvío en las intenciones que dan vida a este proyecto. Aunque creo que es desmedido pedir su renuncia así como negarle la posibilidad de lograr resultados con los cuales evaluar su trabajo y dialogar las asignaturas aún pendientes en materia de desarrollo social; las cuales no se agotan en lo absoluto en este contexto de emergencia alimentaria.

La emotividad del evento en Chiapas no le quita seriedad a los propósitos, aunque tampoco es noble apelar a lo simbólico o utilizar las causas de las personas en situación de vulnerabilidad para otro tipo de beneficios mediáticos. Lo que sí es cierto es que el trabajo de tejido y telar de la comunidad indígena Navenchauc, anfitriona de los primeros pasos de esta cruzada, es admirable y hermoso. 

Ojalá se logré la meta!


Y tú... ¿te sumas a la cruzada nacional contra el hambre?




Feliz domingo queridas tortugas.



Les dejo estas letras... para compartirles una breve reflexión de apertura que no llegó a crecer y que en realidad tuvo una suerte de conclusión.

Población callejera… estigma, modo de vida y desamparo.

Si tratamos de analizar conceptualmente la pregunta ¿qué es una población callejera? Hay una precisión primera que no podemos pasar por alto. Desde el enfoque de derechos humanos, cuando nos referimos a personas que han construido su vida en el territorio de la calle, como único hábitat de subsistencia, nos referimos a personas que viven en situación de calle. El término “callejero” implica un desdén propio de la cultura moderna con el que se implica que en la calle habita todo lo que está fuera de lo familiar, de lo conocido, de lo normalizado, de lo comprendido como bueno, de lo protegido, de lo seguro, de lo legítimo, de lo legal, de lo moral, de lo indistintamente aceptado como forma próspera de subsistencia, de la ciudadanía, es decir, del Estado.

La calle, sin embargo, no es un invento moderno. Podemos mirar a través de la historia, observar las ruinas de pueblos antiguos, documentar datos sobre su cultura y comprender visos de un ámbito de su vida social: la vida de lo común, que se desarrolla en el exterior, puertas afuera, en la “calle”. El mercado, como trueque originario de subsistencia. La vida de la polis, como el lugar de los asuntos públicos. Los templos, como culto de lo divino. Lo ceremonial y lo religioso, en sus manifestaciones más populares. El espacio de tránsito de todo lo que va y viene mientras y para que ocurra la vida misma de la “ciudad”. En este sentido, la calle es un componente comunitario de los ámbitos que conforman la ciudad. Y en correlación con cómo se conceptualice cada ciudad, será que podremos comprender la vida de sus calles.

Lo que sí es propio de las ciudades modernas es la desnaturalización de la vida a través de los códigos del “capital” (desde una mirada un tanto anacrónica), del liberalismo del mercado (desde una mirada amoral), de la desigualdad económica (desde una mirada social), de la diversidad homologada o de la estandarización de las diferencias (desde un análisis de frontera).

Las ciudades, entendidas contemporáneamente, se representan a sí mismas tanto como el lugar del exterior, el afuera visible y social (incluso riesgoso), como el lugar donde vive la ciudad misma (incluso con un propio rasgo de personalidad). La vida comercial en las calles se hereda desde épocas ancestrales, la vida de la plaza pública y los mercados. El lugar de lo común y el espacio que juntos protegemos.

En las calles habita también el desamparo, el hambre, el abandono, la necesidad, la precariedad, los vicios, la ilegalidad, la basura, el polvo, el viento, el humo, la noche, la decadencia, lo prohibido, la corrupción, el poder descarnado, la sobrevivencia salvaje, la ley del más fuerte, lo excluido, lo negado, lo no valorado, lo peyorativo, lo no visto, lo que no se quiere ver. Y es en esta dimensión de lo perdido, que miles de seres humanos se ven obligados a subsistir sin medios a su alcance, a la deriva de las calles de todas las ciudades del mundo.

¿Cómo llega el adentro seguro y calmo de la vida de las paredes cerradas al afuera de lo que parece que no existe, desde la mirada de casa? ¿Cómo se instaura un modo de vida que se confunde con la voluntad libre en medio de una economía sin libertades? ¿Cuándo este modo de vida es un derecho de identidad? ¿Por qué este modo de vida es una injusta necesidad? De esto, solo podrán hablarnos quienes valientes habitan este otro mundo de la calle, este otro modo de ser que es (quizá)… el más real de todos.







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