martes, 23 de abril de 2013

una rosa y un dragón...

Y la convulsión no cesa, temblores, pedazos de estrellas que caen del cielo, el pacto por México en franco reacomodo, periodistas amenazados, juicios políticos, la irracionalidad quebrantando ciudad universitaria a manos de unas cuantas voluntades capaces de dañar nuestro patrimonio y el trabajo de nuestro sublime Siqueiros sin vocación universitaria alguna, sin comprensión de la ley, sin cultura de paz, sin educación crítica, sin escucha y sin cuidado de sí. 

Violentar la vida de la universidad es herir el corazón de la verdad. Porque todo el propósito de nuestra educación, inmersa ésta como un eslabón que hace posible la cultura a través del tiempo histórico, es la necesidad de no tener que recurrir a la violencia para comprendernos, comunicarnos y trascender nuestras diferencias, así como cualquier dificultad en el camino de este diálogo obligado para la vida de los seres humanos.

Y mientras las violencias nos atormentan, llega el día de San Jorge, más hermoso: el día del libro y la rosa. Nunca había comprendido el significado completo de este día y es una historia mítica realmente inspiradora. Porque para toda princesa hay un dragón y para todo dragón hay un buen amor capaz de liberar a nuestro ser mujer.

Así que sin más feliz Sant Jordi... lectoras tortugas y que cada una vea florecer la rosa que habita su caparazón ... gracias a las letras de su pasión.


una rosa y un dragón...

... El dragón duerme contento, la brisa de un viento lejano lo logra despertar con un suave bostezo ... al abrir los ojos se descubre rodeado de luz, no alcanza a distinguir si es el sol, la luna o alguna suerte de hechizo. Solo se deslumbra y entre las sombras de este reflejo se desvela un bello rostro que duerme a su lado.

... Ella es una princesa de mar, plácidamente descansa, cubierta de un manto de estrellas, la visitan siete ángeles que han viajado con ella a través del tiempo para anunciarle que cuarenta mariposas protegen sus sueños, en espera del caballo blanco que le traerá el latir  de su alma y despertará su corazón.

... El dragón inquieto por el fuego que lo enceguece, se enoja, ruge, siente angustia y temor... pero nada de esto logra despertar el alma en espera de la princesa azul. El dragón trata de acercarse, antes de que llegue el caballo blanco y le robe su aliento. Finalmente... él la ha cuidado cada día, cada noche y guarda bajo siete llaves una rosa que lleva su nombre. Siente que algo lo aprisiona, como si estuviera atado de manos, como si alguien jalara su cuello obligándolo a mirar en otra dirección.

... Ella siente un fuerte calor y al fin abre los ojos. No sabe dónde está ni quién es ese dragón que la tiene aprisionada. Cada vez que trata de acercarse a su rosa, el dragón la aleja con fuerza como si no la reconociera.

... El dragón ve un manto blanco rodeado de blancas mariposas, como el signo de aquella alma galopante que promete despertar a la princesa, así que mientras más se acerca, más protege la rosa de sus sueños, para que el caballo nunca logre su cometido. Y el fuego lo ciega, mientras la princesa escapa de su vista.

... La princesa trata de correr... de ver el rostro de quien la ha despertado, de tocarlo, de abrazarlo, de tomar la rosa de sus sueños de amor... pero el fuego crece y crece y los ángeles no pueden sostenerla más.

... El dragón agotado, trata de acallar los gritos de la princesa y guarda silencio por un instante. Entonces se apaga la luz que enceguece... y ve que es ella quien se acerca a sus brazos y que el fuego no era más que las llamas que de él mismo brotaban.

... La princesa descubre entonces el rostro de este caballo blanco que hace fuego con la fuerza de su corazón y puede al fin tocarlo sin arder. Él descubre que huye de su fuego y que es su propia ira lo que aleja el viento de la princesa. Y cuando el manto que protegen los siete ángeles logra cubrirlo, todo el fuego que lo consume se hace sangre y aliento de vida.

... El dragón se ve a sí mismo y ve que no es ni caballo ni dragón, es el alma de un hombre que, ni santo ni demonio, convertirá en cuerpo a la princesa, con un abrazo de rosas que la cubra de piel... y las mariposas podrán volar y descubrir el manto de estrellas en que ellas, hechas de seda, guardan el alma de la princesa para que pueda recibir el fuego que la convierta en mujer.

... Desde entonces ya no luchan, han dejado de correr sin más, olvidaron el grito, no temen esas sombras que confundían la luz de su amor y cegaban la grandeza de su brillo juntos. En pausa y con prudencia se abrazan: se ven a los ojos y recuerdan que toda la vida han dormido uno al lado del otro... en espera de un feliz amanecer.

... Y al ver esa rosa hecha de sueños y piel... descubren que son ellos entrelazados... porque no puedes correr tras tu propio destino de amor: es él quien todo el tiempo te posee a ti, aún cuando parece que es una rosa enfrente de ti...


 

Y tú... ¿cómo despiertas a tu dragón?


Un abrazo de tortuga.


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