viernes, 21 de septiembre de 2018

paz...

... y comunicación. #DiaInternacionalDeLaPaz #DíaDeLaPaz



La paz es una experiencia colmada de cada una de nuestras vivencias, emociones y significaciones. En su sentido más abstracto... hablamos de la "paz mundial" como estado idílico sin conflicto bélico alguno (o cualquier otro tipo de violencia social). Lo cual sí nos brindaría la oportunidad de vivir en un mundo construido de armonías. En su sentido más íntimo... hablamos de la "paz interior" como revelación mística sin conflicto externo (causal) alguno. Lo cual sí nos brinda la oportunidad de vivir en tranquilidad con nosotros mismos. En su sentido más sublime... hablamos de la "paz universal" (... cósmica... si se quiere) como éxtasis en donde todo ocupa el lugar que le corresponde. Lo cual sí nos brinda la oportunidad de vivir en reconciliación plena con todas las circunstancias de nuestra existencia. 

Habitar la paz... como un modo de ser... de vivir: como un modo de amar. Es probablemente... la mejor forma de habitar el mundo, habitarnos a nosotros mismos... y ser habitados por el universo.

Sin embargo, en cualquiera de estos espacios hablamos solamente desde nuestro punto de vista. Y si bien, la paz es una experiencia individual, personal y trascendental... No hay sentido de paz que logre concretarse, expresarse ni manifestarse sin la presencia del otro... Ese rostro fuera del espejo que siempre nos trastoca, nos trastorna y nos arrebata de todos nuestros espacios de paz. Esa otra voz que cuestiona cada uno de nuestros actos, que increpa nuestra voz, que nos observa bajo su lupa y nos señala todas y cada una de nuestras inconsistencias. Esa misma voz que nos recuerda que no estamos solos, que nos identifica, nos comprende, nos acaricia y nos abraza. Y en un su sentido más humano y real... necesitamos también hablar de la "paz efectiva" como un ejercicio de comunicación que se nutre del respeto y del pleno reconocimiento del otro, ahí en donde "el otro" es radicalmente diferente a nosotros. 

Ser diferentes no nos justifica a matarnos unos a otros. Ser diferentes no nos excusa por anular al otro en el solipsismo de nuestra tranquilidad íntima. Ser diferentes no nos da licencia de volvernos indiferentes a las demás personas para que nada altere nuestro bienestar "superior" reconciliado. Ser diferentes nos exige aprender a sentir tal estado de ánimo (abstracto, íntimo, sublime) en comunidad (humano y real). De la mano de otro corazón. En la sonrisa del rostro de los otros. 

En los defectos y debilidades que observamos en los demás... y olvidamos observar en nosotros mismos. Reconocer la "negatividad" de otras personas como parte de nosotros mismos. Y ser capaces de sentir empatía sin juicio de por medio, pero no como postura formal: como experiencia radical, con conmoción. Superar la represión de nuestros propios errores y defectos: sin resistencia. Sin soberbia. En estricto sentido: sin intolerancia.

Comprender que la comunicación es mucho más que las palabras pronunciadas o los "decretos". El lado más vacío de la palabra es aquello que se pronuncia. Es sólo lo que se recupera en la experiencia, aquello que no se puede nombrar, lo que hace real nuestro estado de ánimo. De ahí que la catarsis, y con mayor impacto: la catarsis compartida, sea fundamental en el ejercicio de la comprensión humana y del diálogo entre seres humanos. Temer la catarsis es temer la vida misma. Sin la suposición vacía de la expresión (verbalizada) no hay posibilidad humana de verdad realizada en nuestro modo de ser efectivo (así como: sin la letra muerta de la ley no hay posibilidad de legalidad efectiva, pero no bastan ni la palabra ni la letra para que algo se vuela verdad... para que algo se vuelva real). Así también, el conformarse con la catarsis es un renunciar la experiencia misma de vivir (si nos conformamos con la forma emotiva de nuestra expresión, o con el exhorto a la letra muerta de la ley, simplemente nos regocijamos en la imposibilidad de poner en práctica aquéllo que decimos valorar). Sin la superación de la enajenación, inherente a todas nuestras expresiones verbales, no hay posibilidad humana de libertad. Y esa palabra: aquella que brota de la experiencia de la verdad y de la expansión de la libertad que derrumba, una a una, nuestra resistencias, es la palabra que se torna real. No por ser pronunciada...por ser palabra viva. Éste es el peso de la determinación de nuestros actos hechos historia: narrativa susceptible de ser conceptualizada (con verdad y libertad). Esta es la palabra que logra que dos corazones se toquen sin poder desprenderse, más allá de todas las distancias.

Cuando pretendemos estar más allá del sufrimiento (por nuestra necesidad de estar en paz con nosotros mismos y en paz con las circunstancias que nos determinan, lugar en el que necesitamos situarnos para tomar las riendas de nuestra vida: espacio fundamental de nuestra madurez... el lugar en donde nuestras heridas dejan de ser un impedimento para vivir y crecer), tememos (e incluso censuramos) la expresión del dolor de otro ser humano... precisamente, porque tal herida abierta es también nuestro dolor. Aquel dolor que tememos afrontar y reconciliar. Aquella verdad que no estamos listos para aceptar. La libertad que renunciamos abrazar. Y precisamente, ahí en donde hay enojo... se expresa el dolor. Así nace el odio de la incomprensión. De nuestra incapacidad de reconocer nuestras propias heridas nace la necesidad de aniquilar las diferencias que los otros expresan a través de sus heridas.

Si no logramos ir más allá de nosotros mismos... no alcanzaremos la paz efectiva: como un estado real de nuestra experiencia vital. La paz es el trascendernos (abstraernos, intimarnos, sublimarnos, humanizarnos y realizarnos) a nosotros mismos a través de la experiencia de poder comprender a los otros, sin necesidad de violentarnos y sin necesidad de violentar a otro ser humano. Es dar de sí. Ser capaces de mirar dentro nuestro y estar dispuestos a cambiar todo aquello que no nos es propio. Es amar.



Y tú... ¿cómo celebras el día internacional de la paz?




Fuerte abrazo...
lleno de paz de tortuga
mágica.
¡Feliz viernes!


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