jueves, 11 de abril de 2019

escasez...


Foto EE: Cortesía UNAM

... trágica.












"En una definición muy general, un agujero negro es una región infinita del espacio en cuyo interior existe una concentración de masa lo suficientemente elevada y densa como para generar un campo gravitatorio tal que ninguna partícula material, ni siquiera la luz, puede escapar de ella." #ElEconomista20190409Mx  

La expansión acelerada del universo nos es más próxima de lo que llegamos a dimensionar. En el latir de cada uno de nosotros algo se expande... también aceleradamente. Y es nuestra libertad. Pero una libertad que no sólo involucra nuestra capacidad de elegir, con base en nuestra voluntad. Cosa fácil sería saber con más precisión qué queremos, quiénes somos, qué sentido tiene la vida, cuál es el mundo ideal que queremos habitar. Y más difícil es llevar a la práctica aquello que se gesta en nuestra imaginación... a veces son sueños... y cuando el alma se expande, preferimos llamarlo: utopías.

Cuando la energía del dinamismo de nuestra conciencia, al ritmo de nuestra fisiología, se acumula sin poder desarrollarse en armonía con la naturaleza, con su propia condición de ser, con quienes nos rodean, con nuestros imaginarios sociales y culturales... nuestro campo gravitacional empieza a padecer toda suerte de tragedias con el fin de encontrar espacios para subsistir. En el límite, necesita reconstituirse para evitar desvanecerse... o naufraga en un estado de no transformación que consume todo a su alrededor. En cada uno de nosotros habita este instinto que le va dando forma a nuestros actos de voluntad. A los espacios de convivencia y a las formas sociales de organización. 

Vivimos conscientes e inconscientes, a la vez. Y entre ambas tesituras: se desenvuelve una relación de tensión dialéctica entre sí. Intermiténtemente constante (tal y como se logró el gran hallazgo de fotografiar por primera vez un agujero negro). Lo que es lúcido se sostiene de lo que está oculto, así como lo que se esconde sale a la luz.  Y en el mapa de nuestra órbita gravitacional se forja el rompecabezas de la vida humana.

Como el trazo de una escritura, develada por primera vez, en la cual descubrimos la belleza de un ritmo sin pausa y la puntuación es casi envidiable. Con fondo, dedicada elaboración, delicada forma, honesta, rebosante de sentido y robustecida de vocabulario. Una narrativa en la cual se conforma el conjunto del significado, imbricado por lo consciente y lo inconsciente, y somos capaces de comprender lo que una sola persona no es capaz de imaginar. Dialogar sueños y construir utopías. Ir más allá de uno mismo, de la mano. En fuga y en el punto exacto para vibrar en concordancia. En la frontera (siempre tácita) de la interpretación hermenéutica... en donde se intuye la verdad y se desdobla la completud del espíritu de la comunidad. Sin simulacros.

La pregunta que hoy nos ocupa es ¿cuál es la violencia infranqueable que impide que la humanidad logre esta frontera y construir una vida más justa? 

La violencia de la cual se desprenden, y desbordan, infinidad de opresiones y resistencias que nos excluyen los unos de los otros. E impiden el crecimiento en expansión de todos los espacios de nuestra voluntad. Satisfacer las exigencias de una vida digna para todas y todos los habitantes de nuestro mundo. Sin devastar nuestro planeta. La herida abierta que se nutre de la resignación cobarde con que tratamos de salvar todo aquello que sirve para sobrevivir sin llegar a vivir. La renuncia a la verdad radical de nuestra existencia cuya esencia es ser amando. Amar es la obligada forma justa de estar y poder ser llamados seres humanos. Doblegarnos ante la pugna latente por dominar toda voluntad que nos es ajena, simplemente, porque no hemos sido capaces de descifrarla con pleno reconocimiento de que somos dos voluntades iguales gracias a que tenemos identidades diferentes. Así abrazar la idea de que la suma de todas nuestras voluntades es una combinación tan aleatoria e infinita como son los latidos de nuestros corazones en cada uno de nuestros sueños. Sin probabilidad alguna de pisar tierra firme para tomar un único rumbo hacia el futuro. Y el presente transmuta en el espacio posible de toda utopía. Quizás la utopía no es una... quizás son las utopías enlazadas, sin violencia, lo que pueda llegar a maravillarnos y brindarnos, al fin, la paz. Sin rendirnos. Aprendiendo a hacer de la poesía mucho más que el espacio sublime en donde duerme todo aquello que creemos no poder alcanzar en la realidad. El logro de una vida libre. 

Porque... 


Para mi corazón basta tu pecho,
para tu libertad bastan mis alas.
Desde mi boca llegará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma. 
(Pablo Neruda)

... es mucho más que un vínculo eterno que se teje entre dos almas enamoradas. Es la maravillosa posibilidad de comprender que nos pertenecemos unos a otros, comulgando nuestra humanidad, y que sólo de este modo podemos aprender a respetarnos entre iguales.

Nos resistimos a ver que no podemos plantearnos el entramado de las relaciones humanas, y su derivación en complejos paradigmas que ordenan nuestra vida, oprimiendo en nosotros mismos todo lo que nos alienta a volar. Y volar es estar dispuesto a ser más que una cultura bajo el escrutinio de la Ley. Percatarnos de que todas estas partituras son, solamente, la composición de una melodía que se entona con la reminiscencia del pasado como la clave que nos permite inventar, cada día, una nueva sinfonía. Una energía renovada que brilla sin necesidad de consumirse a sí misma... que nunca yace bajo el designo de devorar todo lo que gravita a su alrededor.

La economía se equivoca al modelarse a sí misma bajo el presupuesto de que los recursos son escasos. Lo cual implica que sólo un acto de destrucción permite transitar hacia el mañana. Se extravía en pensar que lo valioso no es otra cosa que la razón entre la menos costosa de las ventajas. Obligando a cifrar la plenitud en la renuncia de todo aquello que vale la pena ser vivido. Se asfixia al colocar en el dinero una condición de realidad ontológica inmutable, cifrada en un otro sustento al cual también se toma como cierto. Lo cual nos lleva al olvido de que de la suposición de una idea no emana otra realidad más que la mental y que, si además, la tomamos como cierta, bajo el reflejo de un objeto real o virtual, corremos el riesgo de morir consumidos por una quimera. Estos tres agravios... constituyen la trampa que le impide a la humanidad acariciar sus utopías.

La tragedia se define cuando olvidamos que todo aquello que simulamos sólo existe; en el marco de referencia paradigmática que lo hace posible para hacer factibles otras realidades, supuestas y efectivas, al interior de un horizonte de significado dado; por un breve espacio de tiempo. Cuando insistimos en atrapar tal brevedad en una camisa de fuerza perpetua, terminamos consumidos por la fatalidad.

Volver al sentido de la realidad para construir nuestras verdades se vuelve preciso si no estamos dispuestos a salvarnos... y nos rendimos, siendo omisos al hecho de que la táctica y la estrategia de todo simulacro no es más que el espacio lúdico en el cual entretenemos el silencio de la distancia temporal que engendra el acto de conciencia que nos regala el don de la palabra... en el signo de la letra.



Y tú... ¿amas trágicamente?



Amadas y maravillosas
tortugas...
no olviden vivir amando
colmadas de magia 
...eterna.
¡Feliz jueves!





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