viernes, 11 de marzo de 2022

licencia...

 ... musical.



Queridas tortugas, en medio de una nueva era bélica que nos estremece a todos por igual, es preciso descubrir un pequeño espacio para sentir la belleza de la vida. Y para mí esta belleza sólo es posible gracias al amor. El amor en su más amplio sentido. También el amor más puro: el que nace en nuestro corazón cuando descubrimos un alma afín... un ser que se corresponde con nuestro ser. 

Probablemente, cuando nos vemos en manos de tiranos inmaduros que, todavía conciben el mundo como un territorio de conquista y dominio, nos sentimos obligados a valorar el sentido del amor real y profundo que nace entre las personas, nos hace más humanos y nos revela los milagros de nuestra capacidad libre. Porque el amor es la única fuerza capaz del perdón, de los nuevos comienzos, de la generosidad fraterna y desinteresada, de la entrega vital a una causa. Del compromiso leal e inquebrantable entre dos seres humanos.

Si bien es tiempo de concentrar todo nuestro espíritu en que los acontecimientos atroces se reviertan. Se detengan todas las guerras. Lleguen a su fin todas las violencias. Se trate del país que se trate. Se trate de la situación que se trate. También, o por lo mismo, es tiempo de pensar en los momentos de paz que conforman nuestras vidas. Sin menospreciar ni un instante de dicha. Sin dar por sentado a quienes nos habitan: estando presentes. Porque así como en los tiempos más inciertos de la pandemia debimos abrazar con fuerza aquello que sí estuvo a nuestro alcance, ahora, de la misma manera es preciso consolarnos en la solidaridad que podamos brindar tanto como en la alegría que podamos atesorar cada día al despertar. Sin escatimar en forma alguna.

Justo cuando parecía que avanzábamos hacia el fin de estos dos largos años, la ira de un ego desbordado y necesitado de atención narcisista nos sorprende y abofetea. Sin importarle la humanidad en lo absoluto. Sin importarle sus conciudadanos ni su propio país. Provocando todo tipo de efectos perversos en lo que dejó de ser la normalidad del mundo tiempo atrás. Justo cuando empezaba el tiempo de la reconstrucción. De retomar nuestras actividades de lleno. Cuando todavía no termina el recuento de los daños y secuelas. Esta invasión que sucede ante nuestros ojos es un claro ejemplo de lo que la palabra "egoísmo" entraña. Parece que los seres humanos somos inmunes a la historia, en sentido estricto. Es decir, para hacer de ella la brújula de los caminos que no se volverán a recorrer. Por el contrario, sólo nos aferramos a ella para justificar las aberraciones del presente, seguir reproduciendo una cultura fallida y alimentar el odio irracional. Preferimos el fantasma de la historia para excusarnos de ser incapaces de construir una mejor manera de vivir felices, sin exclusión. En paz. Elegimos hacer de ella un remedo de causas perdidas que somos incapaces de hacer realidad. El refugio para no cambiar nuestros códigos mentales. Y no el regalo de la memoria que nos ofrece la posibilidad de perdonar para edificar con conciencia nuestra humanidad. Nuestra posibilidad libre de no vivir sometidos a ningún otro referente que la vida misma. Seguimos sin atrevernos a ser dueños de nuestra propia voluntad. Sin necesidad de castigo alguno. Sin venganza. Sin tiempo marcado por ningún reloj. Sin otro impedimento que el alcance de nuestro corazón. Con amor.

Y hablando de amor... hoy es más vigente que nunca recordar la valentía que éste nos exige. Amar es una invitación a salir de nuestro lugar común. De nuestra rutina acartonada. De nuestras creencias más férreas. De nosotros mismos, de nuestro egoísmo. No hay excusa para negarnos a nosotros mismos sentirnos tocados por la vida de quienes nos acompañan. No hay pretexto para no regalarnos un momento preciado, único e irrepetible que marque la diferencia en nuestras vidas. Y descubrir en una canción todo lo que no encuentra lugar. 

Como mujer conmemoro, festejo y levanto la voz el día nuestro y sólo nuestro. En honor a quienes nos antecedieron, con alegría ante el hecho de que hombres y mujeres somos igualmente libres, humanos y compañer@s y por todas quienes nos faltan o viven con miedo por el sólo hecho de ser. Y me siento entera para elegir lo que para mí este día significa. Como un testimonio de que nadie, ni la cultura, ni un hombre, ni tampoco una mujer... tienen derecho a decirme cómo es correcto sentir y qué debo expresar. Es tiempo de que todos y todas entendamos que romper el patriarcado es comprendernos fuera de cualquier forma preestablecida sólo por el hecho de ser mujeres. Y que debe parar la mala costumbre de que el mundo se sienta dueño de lo que somos y representamos. Renunciar al mal hábito de que la sociedad tiene el poder de decidir cómo debemos comportarnos y asumirnos a nosotras mismas. Comprender que no somos un objeto a disposición del bien común. Merecemos ser amadas tal y como elegimos ser. Sin juicio. Sin condiciones. Sin fuerza y sin resistencias. Con respeto. Merecemos, con más énfasis, amar a plenitud y elegir los términos de todas nuestras relaciones sociales y personales. Vivir con base en nuestra voluntad. Atrevernos a no estar sujetas a los otros para descubrir nuestra propia valía. Asumir nuestra humanidad y dejar de escudarnos en otra voz que no sea la que nace dentro de nuestra alma. Conocernos a nosotras mismas como una persona que no tiene ningún otro rol que ser humana. Sin miedo. 


Y tú... ¿A quién le dedicas tu amor?


Feliz viernes...
amadas y mágicas tortugas.
Abrazos.




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