jueves, 17 de julio de 2014

el poder de lo inadmisible...

es el poder que quiebra nuestro entendimiento.


¿Estamos autorizados a reafirmarnos apelando a lo inadmisible? No lo sé. Salvo y cuando, aquello que llamamos inadmisible no sea susceptible de disputa alguna. Acorde con mi punto de vista, el entendimiento se funda, precisamente, en acrecentar nuestro horizonte de lo posible y como tal admisible. Ante lo cual, me parece difícil trazar una clara línea (consenso objetivo mediante) que pueda dividir el límite entre lo admisible y lo inadmisible. Quizá la vía de solución no sea tal.

Me inclino a creer que un honesto examen de conciencia es lo que puede dotar de sustento nuestro rechazo a situaciones inadmisibles, sin recaer en la prepotencia de la fuerza de un entendimiento extraviado en el capricho de su vanidad. Sin apelar a lo inadmisible como barrera de protección emocional ni como consuelo moral. Sin necesidad de refugiarnos en la autosatisfacción de postrarse como razón última. Sin apego a la costumbre del chantaje como método de transacción socio-afectiva. Porque cuando dos voluntades se sienten confrontadas no se trata de que uno conceda la razón al otro, en aras de una convivencia pacífica. Se trata de que ambas partes comprendan que no es una cuestión de razones, ni de quién está en lo correcto o quién está equivocado. Es un ejercicio de pleno reconocimiento de nuestras diferencias, una convicción de respeto común, una vocación de hermanarse no porque pensamos igual (y eso nos hace "supuestamente" más fuertes): hermanarnos porque somos igualmente sensibles y en este sentir (compartido) radica nuestra única fortaleza: amar con el corazón, gozar con la piel, pensar con interrogación.

¿A qué me refiero? A cuando encontramos las razones no en nuestro entendimiento, más bien, en nuestro corazón, en nuestra piel. Territorios en donde destronamos el poder en aras de nuestra plenitud. Virtudes que nutren la posibilidad de también destronar el poder de nuestro entendimiento virtuoso. Porque si lo analizamos con un poco de cuidado, observamos que el límite de lo inadmisible nos remite a nuestra relación con nosotros mismos, no a un estado de confrontación con los demás. No es a los otros a quienes "debemos" poner límites para que nos "respeten" (cualquier cosa que sea esto). Es a nosotros mismos a quienes necesitamos brindarnos pautas para valorar aquello que es bueno para nosotros, aquello que nos daña y reconocer nuestras propias limitaciones, de las cuales no podemos hacer responsables a los otros que nos acompañan. 

Cuando tomamos una decisión porque una situación nos parece inadmisible, no es en contra de alguna cosa o alguna persona, o a causa de los actos de una u otra persona. Es porque encontramos en nosotros limitaciones para enfrentar tal situación. No se trata de una medida de fuerza, por el contrario, se trata de un acto de humildad. Por lo cual, no necesitamos violentarnos para asumir una postura de total intolerancia (es decir, total incomprensión) a una práctica específica, un modo de ser, una forma de actuar, una creencia, una elección de vida, una idea, una palabra, una situación social, etc. Es importante reconciliarnos con la incertidumbres e impotencia ante nuestras limitaciones, para no depositar en los otros la responsabilidad de confrontar nuestros propios límites. Y en este esfuerzo, también distinguir que tampoco nuestros congéneres pueden imputarnos culpa alguna al respecto... solo pueden comprendernos y brindarnos solidario respeto. Porque así como los otros tienen derecho a ejercer sus libertades sin ser oprimidas por juicio alguno, cada uno de nosotros, en su fuero interno, está obligado a vivir tales libertades, sin miramiento alguno, sin lastimar a nadie y sin ofender la condición o situación de otros seres humanos, sin destruir los órdenes sociales, sin necesidad de negar diferencia alguna. Porque de tales intransigencias se nutren todos los horrores. Y una causa, no por parecer más justa, nos autoriza a denigrar nuestra humanidad en forma alguna.


Y tú... ¿respetas tu diferencia?


Un abrazo con magia de tortuga.



PD: Este texto es posterior al que está publicado a continuación y en él retomo algunas referencias del mismo. Por razones técnicas del formato de la plataforma de blogger, aparecen en orden inverso, presentándose primero el texto más reciente. En este caso, puede ser confuso porque por ser publicados el mismo día, parecería que aparecen en el orden en que fueron escritos, sin estar separados por la pauta de la fecha. Espero sea útil esta aclaración de contexto y que, a medida que retome la disciplina de publicarlos diario, no se pierda la secuencia lógica. Gracias!!!! Y bueno... espero sus comentarios, pues en honor a las diferencias anhelo haber suscitado muchas interrogantes en su pensar y en su sentir.


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