martes, 8 de julio de 2014

la resistencia...

De acuerdo con Freud, la resistencia es un esfuerzo energético por preservar aquellos recuerdos que anidan nuestro inconsciente gracias a alguna forma de represión. Aquellos recuerdos que hemos destinado a algún tipo de olvido. El dolor es quizá la causa de estas represiones que salvaguarda la memoria sin conciencia: evitarlo, escapar a sus designios, olvidar el quebranto de nuestros cuerpos y nuestros corazones para no olvidar que, pese a todo, cada día es un día feliz. Para recordar la alegría en medio de nuestras más grandes tristezas, para ser fuertes en los momentos de mayor debilidad, para estar vivos sin desaliento en las mañanas en que nos faltan motivos para respirar porque hemos perdido a quienes amamos o aquello que creíamos del todo cierto.

La resistencia está vigente, cuando queremos cambiar de hábitos, cuando descubrimos nuevas alegrías, cuando revivimos alguna experiencia de tristeza o de alegría pasada, cuando estamos presos de algún tipo de sugestión, cuando descubrimos un engaño en el cual hemos vivido, tanto y como cuando llegamos a un estado de plena realización -en ese resquicio de paz que se llama felicidad es en donde la resistencia anida con mayor fuerza...

Cuando estos eventos ocurren, es decir, cuando el tiempo presente-pasado-futuro se intercala entre sí, cuando nuestros recuerdos se interpelan entre sí, cuando lo que soñamos de nuestro futuro se contradice de algún modo... es cuando habitamos una experiencia de la resistencia, queriendo despojarla y resignificarla por lo que ahora somos y queremos, pero ella, con temor, nos recuerda que todo cambio en nuestra armonía lleva consigo un aire de muerte y nuestra prevención del dolor es siempre un intento por preservarnos y vivir, a toda costa. 

Recalibrar el esfuerzo energético de la resistencia conmueve nuestros dolores, reapertura nuestros ciclos clausurados de vida, transfiere nuestra voz y nuestras conductas a los otros, al pasado, a los otros en el pasado y a nosotros también en nuestras formas pasadas. Por ello, nos resistimos, incluso, a vivir nuestras alegrías, con tal de olvidar el dolor de nuestras pérdidas: la conmoción de aquellos días felices perdidos. Lo cual, por muy paradójico que se escuche, opera en cada una de las células de nuestro cuerpo tanto cuando se trata de heridas físicas como de dolores emocionales.

Los sabores, las palabras, los lugares, los olores, los sonidos, la música, la pintura, las fotografías, los vicios y las adicciones, con la misma fuerza que nuestros sentimientos, son detonadores que nos enseñan a viajar a través de las secuencias temporales de nuestra experiencia de vida en este correlato de presente-pasado-futuro. En donde...solo el relato repetitivo de los acontecimientos nos ayuda a permanecer en unidad con nosotros mismos. De ahí que la memoria sea uno de nuestros signos primordiales de identidad. De ahí, también, que cuando es tiempo de nuestras más grandes transformaciones, nos aferramos a nuestras neurosis con mayor fervor, como forma de resistencia para adoptar las nuevas verdades puestas en escena, como signo de negación ante las evidencias de las realidad, como aliento de sobrevivencia.


Y tú... ¿reconoces los sabores de tu resistencia?


FELIZ JULIO!!
Reciban un gran abrazo con magia de tortuga.






No hay comentarios: