sábado, 25 de noviembre de 2017

sonrisas...

... que acarician nuestra piel.



Con el paso de los años parece que amar pasa de moda. Amar con pasión, con entrega, con cierta locura y magia. Aceptar el riesgo de un futuro incierto en pareja. Renunciar a nuestra vanidad. Comprometernos. 

Descubrir en una bella amistad un destello del recuerdo del amor profundo. Construir una nueva amistad sin importar los caminos por los cuales nos llevará. Reconciliar nuestro presente con nuestro deseo y no renunciar a la posibilidad de completar nuestra alma con el rostro y la mirada del enamoramiento. 

Ir más allá de nosotros mismos. Aceptar con valor los augurios de nuestro corazón. Es cada vez más complicado. Si preferimos vivir de las apariencias, esclavos de los tiempos de un reloj y con la aspiración de satisfacer las expectativas sociales sobre la persona que debemos ser. El amor no entiende de estas cosas. Por eso es tan mágico.

El amor se saborea con calma pero lleno de intensidad. Es el roce que nos emociona y nos despierta del letargo de nuestras cobardías. Y siempre llega en el momento adecuado. No estamos autorizados para postergarlo, controlarlo o administrarlo. Es una conmoción que nos exije poner todo en el lugar que es debido y con base en sus propios designios. Con fidelidad y en total plenitud.

Esta alevosía se va subestimando con los años. Como si se tratase de caprichos. Si es capricho no es amor. Si es amor... no puede ser negado. Hay una persona exacta en todas sus proporciones para cada uno de nosotros. Y el camino hacia ella no siempre es tan obvio como quisiéramos. Afortunados quienes duermen acurrucados junto a la persona que les corresponde. Más afortunados, aún, quienes tienen el valor de reconocer que no la han encontrado y no cesan en su ilusión por descubrirse en el rostro del amor verdadero. Y desnudarse libremente con las caricias de la sonrisa que les pertenece. 

Así nació, por ejemplo, ese breve encuentro en un baile, una mano entrelazada en tu cintura con firmeza, quien despertó un amor que nunca imaginaste que eras capaz de sentir. Esa voz inconfundible (a veces... sólida y fuerte, otras veces... evasiva y cómplice... distraída y un tanto apasionada...) que hace latir tu corazón. Junto con la interrogante de no lograr comprender porqué sigue oculto en las sombras todo aquello que merece crecer a la orilla del mar.



 Y tú... ¿vives con quien te corresponde?




Feliz fin de semana
mágicas tortuga...
Que el amor
siempre las descubra
al desnudarse
bajo la luz de la luna.
Amén.


robarte un beso... 
... deja que te bese.


No hay comentarios: