viernes, 24 de noviembre de 2017

una ocasión...

... para dar gracias.



Sin importar el ánimo ni los acontecimientos que ocupen nuestro vivir cotidiano, siempre hay motivos infinitos para agradecer las bendiciones que nutren nuestra vida. De un modo o de otro, hay destellos de luz que acompañan nuestros días.

El tiempo de agradecer es el tiempo presente. Es la reconciliación entre todas las dimensiones de nuestro ser. Los anhelos que se concretan y los nuevos proyectos en puerta. Los cariños que nos abrazan. La amistad. El amor verdadero. Las sonrisas. Incluso la melancolía nos brinda motivos de gratitud.

La plenitud se acaricia con pausa. Mirar atrás y descubrir con orgullo el triunfo sobre nuestras batallas. Vislumbrar un futuro todavía con razones por vivir. Sentirnos vivos al despertar. A veces, son éstos sentimientos incomunicables que necesitamos compartir. 

No siempre encontramos las palabras ni las personas para socializar el latir de nuestra alma. No por ello es menos intensa la vivencia de nuestra existencia. Quizá el reto es vencer la injusticia que atrapa nuestras posibilidades de compartir. Reconciliar el tiempo de nuestro corazón con el tiempo de todos los corazones que nos acompañan.

La humildad profunda que se expresa en todo acto de gratitud y arrepentimiento, la comunión durante la eucaristía y la certeza de nuestra fe son la llave para que las dichas transmuten nuestras desesperanzas en enseñanzas de vida. En crecimiento. Las tormentas no son eternas. El sol que brilla tras cada tempestad... sí lo es. 


Y tú... ¿das gracias?



Abrazo lleno de
magia de tortuga.
Lindo día!! 





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