sábado, 23 de mayo de 2020

un poco...

... de amor.




Parece que a todos nos es ajeno el curso exacto que va tomando la emergencia sanitaria en la que nos encontramos. Cifras van y vienen... estadísticas... medidas de confinamiento... etapas de desconfinamiento... semáforos y colores... curvas que suben, bajan y se enroscan. Cada quien, desde su intimidad se habita... y deshabita el imaginario colectivo tratando de encontrar una salida: una forma de entretenimiento, un compás, un hacer, un quehacer. Un acercarse. Parece lejano el día en que volvamos a abrazarnos. Más lejano parece llegar a sentir que, de algún modo, tomamos control para atender la situación en mejores condiciones para quienes se han contagiado, quienes atraviesan cuadros de gravedad, quienes fallecen. De la mano del personal sanitario que se juega a sí mismo al frente de la trinchera. Junto con el dolor que ahora nos hermana. Y tendría que ser la prioridad de los líderes (y no tan líderes) del mundo acrecentar esfuerzos y sumar soluciones. Conmoverse con más conciencia de la enorme responsabilidad que hoy tienen en sus manos. Nada los excusa de cualquier distracción a la cual se entreguen para compensar la frustración de sentirse fatigados e incluso asustados. Nada los exime. Es tiempo de tender puentes. Abrir puertas. Usar todos los recursos disponibles. Postergar los caprichos. Dialogar. Acrecentarnos. Sin disputa alguna. Y recemos porque la ciencia médica encuentre el camino de regreso a nuestra vida común. Y que Dios nos prive de vivir atados al riesgo del contagio. Para recuperar nuestros territorios con júbilo.

Pero bueno... demos un descanso a nuestra propia angustia. Entreguémonos un poquito al amor. Dediquemos un pequeño espacio a nuestra pasión. 


¡Quién puede saber
cuáles son
las certezas del amor!
Si hubiese
forma de sentir
con exactitud
si realmente 
es amor...
me apegaría
a los latidos de mi corazón.

Pero, entonces, preguntarían...
¿y si no basta? 
¿si acaso
algo confundiese
tu alma?
¿Si hubiese alguna
suerte de espejo
que engañase
tus sentidos?

Y yo simplemente... diría:
es mejor sucumbir
ante
un falso espejo
que dejar escapar
el aliento
de su voz.
Ese compás
que hace temblar
mi pulso
y me regala... al oído
la certeza del amor.

Finalmente...
la única manera
de saberlo
es asomarse 
a esa sombra
que nos llama
y descubrir
a contraluz
el color de su piel.

El amor brilla
ahí 
en donde
la oscuridad
se hace más profunda.

Amamos lo oculto
porque sentimos su luz
amamos su brillo
por el dolor que oculta.

Y nace
el conjuro
de la dicha
en un beso.
La melodía
del sol
en un par de ojos
que se despiertan
cómplices.
El vaivén
de una ola
al bailar
y juntos amar.
Sin llanto.


Y tú... ¿te estremeces a contraluz?



Gracias
queridas y mágicas
tortugas!!
Feliz día.





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