domingo, 18 de noviembre de 2007

príncipe, guerrero y ángel

Buenos días mis lectores, esta mañana, que el sol ya atravieza ramas y ventanas, comienzan mis quehaceres de terapia filosófica... con lo cual espero inicie una práctica de vida y un medio de sustento. Pero no es de eso que me ocuparé en este relato.

El cuento de hoy narra la historia de tres caballeros que, en su andar por el planeta azul, conocieron a una niña, una princesa y una reina.

El príncipe era un hombre con anchos hombros, de tez clara, muy conversador, un poco conservador... devoto a su religión, creencias e ideas. Este príncipe había crecido en medio de una familia muy unida, un cálido hogar y una madre que, como si fuera porcelana, lo acariciaba y protegía del mundo, los vicios, las malas influencias e incluso las rivales anticipadas. Pues el príncipe ya tenía su destino trazado por la letra de sus padres y hermanos... y su voluntad sólo tenía cabida en ese trazo, cualquier intención por cambiar el rumbo o escoger otros caminos era cuidadosamente desarticulada y desmotivada. Su familia buscaba para este hermoso príncipe el reino más feliz del planeta azul. Y la mujer que lo haría rey tendría que ser el retrato de su madre, el anhelo de su hermana, el capricho de su hermano y la obediencia de su padre. Él vivió y creció siempre feliz, nunca conoció las carencias, todo se le fue entregado a sus pies, incluso su mujer. Así, él tuvo que engañar a la niña, escapar de la princesa y quedarse con la reina para procrear al heredero.

El guerrero, en cambio, nació con todas las privaciones... su familia era muy humilde, tenía 9 hermanos y el pan apenas alcanzaba para comer en la estrecha mesa a la que por turnos acudían para compartir los frijoles y el arroz. No conocía el mar ni las destrezas de la civilización. Sólo tenía un calzado, un pantalón y una camisa, cada noche él mismo lavaba sus prendas y se atendía. Contribuía en su hogar y emprendía batallas día a día en pos de sus revolucionarias y románticas convicciones y con la consigna de construir un mejor día para el futuro. Para él su familia no tenía plan alguno... sólo la fe de que lograra de algún modo sobrevivir, el rezo a un santo que alumbraba la entrada de la casa y la estampa protectora de quien en la cruz por todos murió. Su madre, cual porcelana, también lo acariciaba y cuidaba del desamparo y abuso de su situación, le inculcaba la dignidad y ahuyentaba sigilosa a las rivales. Pues, cual casta, sólo una mujer de su misma condición sería aceptada a la mesa y querida como igual. Así, el guerrero, gracias a su valentía, pudo salvar a la niña, tuvo que renunciar a la princesa y supo conquistar a la reina que su madre bendijo para él.

El ángel nació libre. En un hogar de dicha y solidaridad. La honestidad y el saber pensar eran las consignas de su hogar. Para su familia no había rivales y todos los seres eran recibidos con amor y entusiasmo. Sólo deseaban que él mismo descifrara sus caminos y escogiera su propio rumbo, de la mano de la mujer que él quisiera. Sus padres tuvieron buenos y malos días, hubo épocas de bonanza y días de escasez. Pero sus valores no dependían de tener, a ellos sólo les importaba ser. Su madre lo veía como un hombre y, al acariciarlo, le exigía crecer, madurar y asumir la vida con responsabilidad. El ángel era tan libre... que había días que estaba perdido en su camino. Era tan transparente que ahuyentaba a su objeto de amor ante el desbordamiento de plenitud. Vivía tan relajado que a veces despertaba desconfianza sobre su futuro. De cabellos dorados y ojos azules dejaba su huella y sello por el mundo. Sembrando amigos imperecederos y cultivando instantes de placentera alegría por doquier. Incondicional y generoso... hizo feliz a la niña, amó a la princesa y habitó el corazón de la reina.

Y tú ¿quieres [ser] príncipe, guerrero o ángel?

Hasta mañana mis tortugas... recuerden saborear la MAGIA, conozcan la HAZAÑA y sumérganse en la LUZ dentro de sí.


mlojiux@yahoo.com

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