sábado, 17 de noviembre de 2007

una oveja en el corral

En medio de un sol de encierro... las ovejas se amontonan unas junto a otras... no cabe una más... ninguna puede pasar, no hay lugar en donde descansar...se empujan... se desesperan... imploran compasión entre ellas... Cruzan calles y avenidas, semáforos... dan vueltas a la manzana esperando por un lugar de reposo y una sombra con un poco de respiro, aire fresco... con prisa porque con demora sus citas y encuentros se retrasan.

Al fin, la oveja feliz encuentra un pequeño sitio junto a una banqueta sin pintura amarilla... sombra... ninguna señal de prohibición y deja su traje de transportación para tomar un rumbo más ligero y caminar hacia el recinto donde sus amigas aguardan su presencia, para festejar un día de mensajes con magia de tortuga y buenas noticias, cumpleaños y nuevos senderos... Banquete y deleite las acompañan y juntas logran olvidar la vorágine de asfalto.

Cae la noche y al llegar por su traje de transportación... encuentra otra oveja en su lugar... ¡cómo! ¡¿quién se lo llevó!? ¡me han robado! ¡por favor! ¡necesito ayuda! Llegaron las ruedas de uniforme... y la guiaron a un corral lejano y oscuro en donde bajo llave confiscaron su traje de transportación. No hay palabra ni sello que alcance para liberar su traje... y emprender su viaje a casa. Sólo impotencia y frustación descubre tras hablar con las ruedas de uniforme.

Casi desnuda y con cierto desamparo, la oveja feliz sigue la senda de las ovejas, aún libres, que transitan amotinadamente y con el descanso de la noche... Las calles están raptadas por millones de ovejas... que pugnan por avanzar hacia su destino.

Tras sellos y firmas, llega la madrugada. La oveja feliz amanece con el sol y sigue su travesía...pero las ruedas de uniforme... no le quieren su traje devolver... Ni súplicas, ni enojos, ni razones... cuentan para ellos. Ella con arrepentimiento advierte que con un poco más de paciencia habría encontrado un sitio seguro para su traje, libre de corrales y ruedas de uniforme. Pero ya nada puede hacer, ya no es hora de reproches... es tiempo de más y más paciencia, calma y soluciones.

Con resignación y llevando a cuestas todos los olvidos del pasado, regresa a su casa de luz y magia... con la esperanza de que al pasar los días de fiesta y descanso... un buen notable le devuelva su traje de transportación que por días quedará confiscado en el corral... Sellos, firmas, copias y pagos, mediante.

Con fortuna, Dioniso y Apolo acuden, una vez más, a su peregrinar... Con bendiciones, encuentra voces de mágica tortuga junto a quienes ampararon su andar... voces de ovejas libres que le recordaron... que es sólo un corral y sólo un traje de transportación. Y el eco en su interior que le recuerda que cuando la calma se pierde, en realidad, renunciamos mucho más de nuestro ser.

Y tú ¿quieres paciencia o corral?

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