viernes, 17 de agosto de 2018

cuando...

... todo se detiene.


Alguna vez se han sentido sumergidos en una suerte de paréntesis existencial. Como si nuestros movimientos fueran inertes... al mismo tiempo que nuestra mente trabaja a pasos acelerados. Con tanta velocidad que no podemos distraernos ni por un instante. Pero a nuestro alrededor todo parece estar detenido. Tratamos de dar pasos... y lo único que logramos es volver al mismo lugar en el que nos encontramos. Parece que estamos haciendo nada. Solo estamos reflexionando. Sintiendo o pensando. Raptados por nuestra mente. 

¿Cómo esto es posible?

También puede ocurrir lo contrario, cuando estamos ocupados yendo de acá para allá y no tenemos ni un instante para pensar, cuando no encontramos espacio para detenernos. En este caso, en cambio, es nuestro pensamiento el que está inmóvil. Muchas veces preferimos dejar de pensar para poder hacer. Sin importar si podemos explicar aquello que hacemos. Pero con el movimiento latente de nuestra actividad constante sentimos alivio de no tener que reflexionar con más cuidado sobre nada de lo que nos ocurre. Sin querer enterarnos tampoco sobre lo que sentimos. Raptados por nuestra prisa y la urgencia de nuestros pasos.

¿Cómo esto es posible?

Es decir, porqué el tiempo de pensar y el tiempo de hacer... parecen, a veces, tan incompatibles. ¿Es una contradicción inherente al ser humano? ¿Somos un alma partida en dos sin remedio de reconciliación posible? ¿Somos una mente que no cabe en un cuerpo? ¿O somos un cuerpo que se quiebra al pensar?

¿Quiénes somos?



Y tú... ¿te quedas quieto al pensar o al hacer?





Feliz viernes
lleno de magia
de tortuga...
filosófica.




No hay comentarios: