lunes, 13 de agosto de 2018

empiezan...

... los caminos de la paz.  Tenemos #AMLOPresidente electo... Ya tuvo lugar reunión en Palacio Nacional... el viernes Tatiana Clouthier con Loret de Mola... Y, tras un fin de semana de niebla y lluvia... hoy seguimos festejando. ¡¡Viva México!! 



El martes se inauguró el primer foro para construir la pacificación de México. El miércoles recibió Andrés Manuel López Obrador la constancia oficial de nuestro triunfo. Y arrancan los trabajos formales de transición a partir de la reunión que sostuvieron el jueves: Enrique Peña Nieto, nuestro actual presidente constitucional, y nuestro futuro presidente de México.

Y de manera acelerada nos acercamos al 1 de diciembre. Con pasos firmes. A la estatura de lo que merecemos. Con orgullo. Bajo el amparo de la buena política y las buenas formas. En paz...

Una paz que todavía vemos muy lejana en la gran parte de nuestro territorio nacional. Los foros dieron inicio en Ciudad Juárez para delinear el primer mapa de ruta de nuestros propósitos de cese a la violencia. De la mano de las víctimas y sumando la mayoría de las voces de la sociedad. Es tarea de todos colaborar con estos propósitos en ciernes. Construir juntos nuevas realidades para nuestro país.

Un dilema ha sido puesto sobre la mesa... "ni perdón ni olvido"... o "perdón sí y olvido no". Es una gran encrucijada social la que tenemos ante nuestros ojos. 

Quizá habría distintos niveles de discurso y varias estrategias de solución. Por una parte, no se puede minimizar que los lemas de la lucha por la búsqueda de personas desaparecidas incluyen: "ni perdón ni olvido" y "vivos se los llevaron, vivos los queremos". Comparsas de consuelo y entusiasmo que dignifican el dolor de las víctimas. En aras de su empoderamiento ciudadano. Sin dejar de mencionar que, en México, no todos los casos de las personas desaparecidas se refieren a personas desaparecidas forzosamente por aparatos del Estado o con aquiescencia de algún funcionario público, situaciones en las que, por naturaleza, nacieron tales movimientos de derechos humanos. 

Lo cual también sitúa el perdón y el olvido en otra dimensión de complejidad. Porque no se trata de proteger a funcionarios "amigos" con la posibilidad de una amnistía o de exonerar a una cadena de mando (para proteger el prestigio o la institucionalidad), ni de negar si hubo o no una estrategia sistemática de desaparición forzada de personas (como sí lo hubo en otros países). Se trata de qué manera los aparatos de justicia pueden hacer frente para establecer las penas adecuadas para quienes han cometido crímenes atroces contra la población en general, en el contexto de la delincuencia organizada.

Esto, sin embargo y enfatizo, no cambia en nada el dolor y el dolo involucrado en cada uno de estos casos. Pues ninguna persona tendría porqué correr tal suerte y ningún familiar tendría que quedarse con la interrogante sobre el paradero de sus seres queridos, la incertidumbre sobre si vive o muere, y si ha fallecido, la ausencia del duelo y la tumba que todos merecemos. La violencia involucrada en estos casos no es algo que ni siquiera la justicia pueda sanar. De ahí que hablar de perdón sea motivo, incluso, de indignación.

En México tenemos un gran número de personas desaparecidas (no localizadas) que se presume han sido víctimas directas de organizaciones del crimen. Está también la persecución en contra de migrantes centroamericanos, periodistas, defensores de derechos humanos y líderes sociales; tenemos también, registro de ejecuciones extrajudiciales y el oprobio del conjunto ilimitado de fosas clandestinas. Se suman los feminicidios y otros flagelos que atentan contra los derechos humanos de las mujeres (incluida la trata de personas y la explotación sexual). Por otra parte, existe una alta probabilidad de que muchas de las personas desaparecidas estén fallecidas. Lamentablemente. 

En este contexto, desalentador, grandes pasos daríamos si pudiéramos rastrear cada uno de los casos, identificar a todos con nombre de apellido, y tener el registro más certero de cada uno de estos acontecimientos. Lo cual aparece ante nosotros como una tarea titánica. ¿Cómo afrontar tales caminos? Es una de las interrogantes que debemos ir descifrando de la mano de las víctimas y de la mano del sistema de justicia penal y los órganos de investigación respectiva.

Y en este proceso, me parece importante: no confundir el perdón con la justicia. Porque hay una dimensión personal en la que el perdón es una decisión que le pertenece a cada uno en particular. Y esta decisión no depende de política pública alguna que se implemente para pacificar el país, conocer la verdad de los hechos, establecer medidas de reparación y la garantía de no repetición. Incluso si se logra enjuiciar y apresar a todos y cada uno de los responsables de cada uno de los actos de barbarie que han sometido nuestro país, las víctimas son libres de perdonar o no perdonar... de olvidar o no olvidar. 

La justicia, en cambio, tiene que ver con las penas legales y los procesos  jurídicos involucrados para combatir la impunidad de tales crímenes. Algunos de los cuales serán prácticamente imposibles de rastrear, o aún con información vasta, no habrá elementos suficientes para la conclusión de tales procesos. Dada la magnitud de la circunstancia en la que nos encontramos. Así como, debemos preguntarnos si existe un aparato de justicia de tamaño suficiente para llevar a cabo esta faena. O si es el mejor curso de acción para el desarrollo del país invertir todos nuestros recursos en el sistema de justicia, dejando de lado otras necesidades igualmente urgentes. Sí es condición obligada garantizar un sistema penal eficaz, eficiente, expedito y honesto (en aras del fortalecimiento de nuestras instituciones para construir el futuro). A la par de encontrar una alternativa de justicia transicional para superar esta etapa de nuestra historia. 

Incluso si existieran quienes apelaran a castigos tan severos como la pena de muerte (medida extrema que va en contra de todo lo que yo valoro, respeto y acepto como válido entre seres humanos), ni siquiera tal castigo podría garantizar o abonar en la posibilidad de que una víctima encuentre perdón o reconciliación en su alma por la injusticia de la que fue objeto. Porque en la mayoría de estos casos no hay una proporción entre el daño y la justa medida de reparación. Es decir: el castigo no garantiza el perdón. Ni siquiera una ley de Amnistía, en donde se concedan casos de excepción para la aplicación de la justicia procesal, en aras de la justicia social y comunitaria, impone la obligación personal a cada víctima de perdonar o no, de olvidar o no. 

Las medidas de reparación son simbólicas y remediales, son una expresión de resarcisión y reconocimiento al dolor sufrido.  Visibilizar los hechos y afrontar solidariamente la realidad. Sin simulación alguna y sin minimizar la gravedad de los acontecimientos. Es una suerte de reconciliación social. Lo cual sí logra alivio, esperanza y "reparación", en la medida de lo que cabe y dependiendo de cada persona afectada.   

La pregunta es: ¿el Estado debe dar curso a una pesquisa sin perdón de ningún tipo? Me parece que el cese de la violencia y las medidas de reparación (incluida la garantía de no repetición y la memoria histórica) son los objetivos primeros de una política pública. El daño es irreparable. Y es por eso que lo más urgente es inhibir la violencia. La seguridad pública implementada con enfoque de seguridad humana. La vigencia de los derechos humanos. La motivación del Estado no puede ser la venganza. Su papel es restablecer la paz. Una ley de Amnistía propicia las condiciones necesarias para tal propósito. Y en igual proporción, todos los habitantes del país encuentran en ella su lugar y su oportunidad para volver a comenzar, dadas las condiciones de realidad posibles. Y en este sentido, se ha dejado claro que los crímenes de lesa humanidad no serán objeto de la exoneración legal. Lo cual es una señal clara de que encontrar perdón no es sinónimo de legitimar la impunidad.

La sociedad no puede definirse entre dos bandos: los buenos y los malos. Las víctimas y los victimarios. De este modo, sería una tarea sin propósito buscar la pacificación del país. El propósito de esta tarea es lograr reconciliarnos como nación, como ciudadanos, reconocernos unos a otros en igualdad de condiciones, reconocernos igualmente humanos. Ojalá la vida real fuera tan sencilla como un cuento maniqueo en el cual unos personajes encarnan el mal puro e intransmutable y otros personajes encarnan el bien inquebrantable e inequívoco. Lo cierto es que ser humanos es ser buenos y malos al mismo tiempo... No existen personas perfectas.

En lo personal, yo puedo compartir una experiencia de vida. Mi abuela fue víctima de desaparición forzada, por parte del ejército de Guatemala, hace más de 30 años. Dos tíos fallecieron, al parecer, en combate armado como miembros de la guerrilla guatemalteca, también hace más de 30 años. Existen distintas historias sobre la suerte que corrieron los tres. Ninguna certera ni verificable. Nunca nos fueron entregados sus cuerpos. Y sé lo que es ser sobreviviente de una violación de derechos humanos. Mi vida ha sido marcada por este hecho, desde la infancia. Y yo puedo dar testimonio de que el perdón no solo sí es una opción de vida, para mí, la única que nos da la paz necesaria para reconciliar el futuro de nuestras vidas, sin rencor. Sin olvido... también. Creo que las víctimas y sobrevivientes nos merecemos poder continuar adelante con nuestras vidas. 

La mejor manera de vencer a nuestros victimarios es construir una vida que logre tener identidad más allá de la tragedia. Recuperar nuestra libertad, aun cuando nos han arrebatado de raíz todos los pilares de nuestra dignidad. Sobreponernos a nuestro dolor para construir un mundo en el que nadie más tenga que conocer un dolor parecido, creo que es una manera de obtener justicia. De vencer ante la atrocidad. Y para ello, es indispensable aceptar que aun el personaje más siniestro merece una segunda oportunidad para reinsertarse a la sociedad y enmendar sus caminos. De otro modo, el exterminio sería la única alternativa. Y esto es precisamente lo contrario de lo que estamos defendiendo cuando luchamos por el ejercicio pleno de todas nuestras libertades, en igualdad de condiciones. Pero esa... fue mi decisión. Y respeto profundamente el dolor de cada persona y la forma en que cada quien encuentra la paz que necesita para seguir adelante con su vida. Para poder sonreír desde el fondo del corazón.

En este contexto, una buena alternativa de política pública puede ser implementar estrategias para acompañar los caminos del perdón de la mano de la justicia. De cara al proceso de reconciliación nacional que está ante nosotros. Los caminos de la pacificación exigen de todos el aprender a caminar de modos que antes no imaginábamos que eran posibles.

Para cerrar... Es una gran señal para la fortaleza de nuestra democracia la reunión que tuvo lugar en Palacio Nacional. Dos hombres a la altura de las circunstancias y a la altura de la investidura presidencial. El diálogo como herramienta para razonar juntos y construir pensando en el mañana. Una muestra de que México es primero y de que el compromiso de nuestra clase política es certero. Podemos estar seguros de que los meses de trabajo, que darán curso para la transición formal del cambio de administración, ofrecerán los mejores frutos para hacer tangible la cuarta transformación en ciernes. 

Mucho se dice sobre las excesivas y altas expectativas que estamos depositando en el próximo sexenio... coincido en que cuan mayor es el anhelo de lo que queremos alcanzar, mayor es también la decepción de no ver concretarse el mismo. Sin embargo, también creo que como ciudadanos no debemos conformarnos con estar acostumbrados a no reconocer los logros del trabajo de nuestros funcionarios públicos. Y una forma de darnos la oportunidad de encontrar verdaderas soluciones a nuestros problemas, como país, es darnos también la oportunidad de saber que las soluciones son posibles. Independientemente, de que la realidad es el molde en el que nuestras expectativas pierden una parte de la idealidad de nuestro anhelo. Porque esto no significa que no se cumplen nuestros sueños, por el contrario, éste es el único modo en que se vuelven reales. Démonos la oportunidad de que ocurran cosas buenas... para todos.


Última acotación de conciencia...
Sin mermar la alegría que nos sigue acompañando desde el primero de julio... quisiera hacer una breve moción sobre Tatiana Clouthier quien insiste en ser la protagonista incómoda de un proceso histórico que no solo va mucho más allá de ella... va incluso mucho más allá de Andrés Manuel. Hago un llamado de mesura, con profundo respeto, a la futura Diputada. Que beba trago a trago el curso de los acontecimientos, que no confunda el capital político, que logró alcanzar por su extraordinario trabajo como coordinadora de campaña y vocera, con una moneda de cambio con la cual piensa encumbrar posiciones que ha decidido se merece por motus propio. 

Merecemos un poco más de respeto ante el momento extraordinario que vivimos y que todos hemos construido, por igual, gracias al liderazgo de nuestro presidente electo. Parece más armónico reconciliar, en sus participaciones públicas, el hecho de que la campaña ya concluyó y con ésta el trabajo que tuvo encomendado, incluido el hecho de que no es la vocera de los trabajos de transición; con su voz propia y opiniones personales, las cuales han nutrido la discusión política y a las que, por supuesto, tiene derecho. Para lo cual creo que su participación en el Congreso será ejemplar: en independencia y convicción. Porque, a mi gusto, su aparente ligereza con la que se siente obligada a tomar postura de todo (dentro y fuera de sus ámbitos de competencia) está empañando nuestra alegría. Su vanidad no puede anteponerse al aliento de esperanza que todos compartimos. Y no parece muy certero insistir en hacer de las conversaciones familiares, con su hermano, la agenda pública nacional. Así como, igualmente desafortunado, es escuchar a la Ministra Sánchez Cordero decir "ya le expliqué a López Obrador que es anticonstitucional bajar los sueldos de los Ministros de la SCJN"... Las conversaciones de trabajo interno entre los miembros del equipo de transición no son de dominio público.

En lo personal, me importa más saber si la Mtra. Clouthier (y todas las personas que se han perfilado para ocupar algún puesto en el Gobierno Federal) tiene la altura política para desempeñar tales trabajos. Para mí es irrelevante oír porqué ella opina que otros no merecen tal reconocimiento. Esas son valoraciones que nos corresponde hacer a cada uno de los ciudadanos en total libertad. Y hasta donde sé, ninguno de estos nombramientos está a consulta pública. Tales son las reglas de la legalidad que nos rigen. Todos los presidentes han hecho los respectivos nombramientos, a veces con acierto, a veces con desatino, pero eso solo lo sabremos sobre la marcha. Por de pronto, votamos por AMLO y confiamos en sus decisiones, sin renunciar a nuestra capacidad crítica individual. Esto es lo que significa construir en democracia. Pero querer hacer nuestras valoraciones personales: el eje central de la discusión pública... parece ser una señal de abuso del micrófono para fines personales. Ésta... la tentación de todo triunfalismo. Y cabe mencionar, que una de las cosas que me ha llenado de orgullo en este mes y días, desde la elección, es que no hemos visto tales derroches. Con cariño y respeto: ¡¡Feliz cumpleaños Tatiana!!





Y tú... ¿cómo acompañaste el acontecer nacional de la semana pasada?



Feliz inicio de semana...
mágicas y hermanas
tortugas.





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